Defensa
¿Ha llegado el momento de que España compre misiles Tomahawk para los submarinos S-80 a los que renunció en 2009?
A pesar de que el Pentágono había dado su visto bueno.
Esta semana se conocía que Japón ha firmado un acuerdo con Estados Unidos para comprar 400 misiles Tomahawk de largo alcance mientras aumenta su capacidad militar para contrarrestar las amenazas a la seguridad regional, con la mirada puesta en el ascenso de China.
En noviembre, Washington aprobó una venta de hasta 2.350 millones de dólares para dos tipos de Tomahawks, que tienen un alcance de 1.600 kilómetros. Esta adquisición se produce ante la creciente influencia militar china y la actitud beligerante de una Corea del Norte con armas nucleares, motivos que han llevado al Gobierno nipón a cambiar su estrategia de defensa nacional cuya plasmación es la duplicación del gasto militar hasta alcanzar el estándar de la OTAN del 2% del PIB para 2027. De hecho, ha aprobado un presupuesto de defensa récord por valor de 56.000 millones de dólares para el próximo año fiscal a partir de abril.
Actualmente, estos misiles están únicamente en poder de Estados Unidos y de Reino Unido, a los que ahora se unen Japón y Australia, que anunció el pasado año la compra de más de 200 de estos misiles Tomahawk para su Armada. Curiosamente, España estuvo también a punto de adquirirlos para armar las fragatas F-100 y los submarinos S-80. Así, el Gobierno se planteó adquirir el tipo Tac-Tom (Tomahawk Táctico o Bloque IV), un misil subsónico de ataque a tierra y menor alcance que sus antecesores estratégicos, pero dotado de sensibles mejoras, que permiten reprogramarlo en vuelo o elegir entre 15 blancos alternativos. Cada misil cuesta aproximadamente 750 000 euros, dinero al que hay que sumarle el costo de la preparación de la tripulación y adaptación de los sistemas.
A pesar de que se obtuvo el pertinente permiso de Washington, previa petición oficial del Gobierno de España, para la compra de 24 unidades, ampliables hasta 60, en octubre del año 2009 la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, comunicó al Pentágono que renunciaba definitivamente a la adquisición de misiles Tomahawk que fue pactada por su antecesor en el cargo, José Bono, en el año 2005, en plena crisis de relaciones entre la Administración Bush y el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El argumento para rechazarlos fue que las Fuerzas Armadas tenían otras prioridades, especialmente en un momento como aquél en plena crisis económica financiera. En cualquier caso, Defensa se reservó el derecho de adquirir la tecnología para dotar a los submarinos S-80 de los tubos lanzadores de misiles Tomahawk, de forma que fuera posible incorporarlos en el futuro.
Con esta decisión, España renunciaba a dar un impulso clave a su defensa, aunque los nuevos submarinos S-80, el primero de los cuales entró en servicio el pasado 30 de noviembre de 2023, “se han construido con la reserva de espacio y peso” para embarcar misiles Tomahawk, el rival directo de los Kalibr rusos. Sin embargo, a corto plazo no irá armado con ellos, algo para lo cual no hay razones claras.
Por el momento, sí integrará misiles Harpoon UGM-84 Block II, misiles antibuque con capacidad de ataque a tierra, equipados con un impulsor cohete de combustible sólido y encapsulados en un contenedor cilíndrico para realizar el lanzamiento en inmersión a través de un tubo lanzatorpedos. El alcance de los Harpoon es de unas 240 kilómetros e incorpora una cabeza de guerra con 220 kilos de explosivo, muy lejos de los 1.600 que alcanzan los Tomahawk y de los 2.600 de los Kalibr rusos, que vuelan a una velocidad de 3 Mach.
Evidentemente, los Harpoon, pese a que los S-80 serán los primeros sumergibles de la Armada en disponer de esta capacidad, juegan en otra liga respecto de los Tomahawk y de los misiles rusos y están más pensados para objetivos portuarios en tierra o defensas costeras que para ser una amenaza real para objetivos en el interior de países enemigos, como una base militar, un silo o cualquier otro blanco estratégico.
Según fuentes de la Armada, “en estos momentos no está previsto (comprarlos), aunque no está descartado en el futuro disponer de ellos”. Quizás la guerra en Ucrania juegue a favor de los deseos de las fuerzas armadas en este sentido.
También se trabaja para integrar el NSM, un misil de largo alcance, unos 185 kilómetros, de alta precisión y altamente polivalente, ya que puede ser empleado desde varios tipos de plataformas. En la versión básica tiene una longitud de 3,95 metros y un peso de 347 kilogramos, de los que 120 se corresponden con su cabeza de combate. El diseño de última generación y la utilización de materiales compuestos confieren al Naval Strike Missile capacidades furtivas avanzadas y está orientado para ser utilizado tanto en entornos litorales como en mar abierto. Es capaz de sobrevolar tierra firme, volar a ras del suelo o del mar y realizar maniobras aleatorias en su fase final para dificultar la efectividad de las contramedidas del enemigo.
Así es el Tomahawk
El Tomahawk es un misil de crucero subsónico de largo alcance y para todo clima utilizado principalmente por la Armada de los Estados Unidos y la Royal Navy. Es capaz de navegar mediante un sistema de navegación inercial, ataque de precisión habilitado por GPS , vuela a muy baja altitud y es reprogramable durante el vuelo para cambiar de objetivo.
La guía es GPS, Ins, navegación de coincidencia de contorno del terreno (TERCOM). Este sistema compara el terreno debajo del misil de crucero con los datos de mapeo almacenados dentro del misil para detectar desviaciones de su trayectoria nominal. Se pueden mantener objetivos preprogramados alternativos antes del vuelo o la aceptación de un nuevo objetivo en vuelo, opción de retraso y merodeo, evaluación de daños de batalla a través de un enlace de datos bidireccional.
Puede, además, tomar fotografías de reconocimiento tras llegar a un área designada y enviarlas al cuartel general a través de SATCOM y esperar sus instrucciones. Puede incluso merodear en torno a un objetivo hasta que recibe la orden de atacar o comprueba que se dan las condiciones necesarias. Con su sistema DSMAC (Digital Scene Mapping), se puede cargar una imagen de un objetivo discreto en una región confinada y hacer que los Tomahawk los encuentren y les den caza.
Su elevado coste; la dependencia de Estados Unidos, ya que es necesaria la aprobación del Pentágono para su uso, y el hecho de que se trata de un arma netamente ofensiva, algo que al Gobierno no le gusta por razones políticas, han llevado a seguir descartando su compra.
Sin embargo, en plena fase expansivo de la presupuestos de Defensa y en un momento en que las fuerzas armadas de todo el mundo se rearman ante una situación incierta que se ha complicado aún más con la inestabilidad en Oriente Medio, que ya no se limita a Israel, sino a toda la zona del Mar Rojo, son muchas las voces que piensan que sería un buen momento para retomar la idea de contar con estos misiles, lo cual otorgaría a los submarinos S-80 y a las fragatas F-100 y las futuras F-110, de un papel diferenciador respecto a otros países, algunos potencialmente peligrosos como Argelia, cuyos sumergibles cuentan con los misiles rusos Kalibr.
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