Opinión

Divorcio a la vista

Si Sumar y Podemos no llegan a un acuerdo final o incluso acuden enfrentados a unas generales, tal vez obtengan beneficios del río revuelto

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, a su llegada a una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 30 de marzo de 2023, en Madrid (España).
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, a su llegada a una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, a 30 de marzo de 2023, en Madrid (España).Eduardo ParraEuropa Press

Es una pregunta espantosa, pero las desavenencias del divorcio obligan a los jueces a plantearla a veces: «¿A quién quieres más, a papá o a mamá?». En política pasa también: lo que primero une el interés, se separa finalmente por mano del hombre. Y le ha llegado a Sánchez el momento de contestar si prefiere papá-Pablo Iglesias o mamá-Yolanda Díaz. Por cierto, que ambos, Pablo y Yolanda, eran íntimos entre sí, tanto que cuando Iglesias dejó el cargo apuntaló a Díaz y señaló que era el futuro esplendoroso. Ahora no, ahora se detestan cordialmente.

Y el PSOE, que ha hecho la legislatura de la manita de Podemos, ha empezado a virar hacia la nueva plataforma de Yolanda Díaz. Prefiere a mamá. El cambio se evidenció en la moción de censura de Vox, cuando el presidente cedió parte de sus espacios a la vicepresidenta en detrimento de Ione Belarra e Irene Montero, que habían reclamado intervenir en el pleno. Sánchez no da puntada sin hilo, como bien saben amigos y enemigos.

No es que los socialistas abogasen de entrada por la división entre Podemos y Sumar. De hecho, Patxi López había pedido para este domingo, presentación oficial del proyecto de Yolanda en el polideportivo Magariños, una imagen de unidad. Sin embargo, desde el inicio de esta semana se ha descartado un pacto porque Podemos exige a Yolanda que se comprometa negro sobre blanco a convocar primarias para señalar candidatos y Sumar responde que aún no es el momento. Los de Belarra, enojados, ordenaron a sus cuadros no acudir al acto y varios dirigentes regionales se han rebelado y han confirmado que acudirán. Así, por ejemplo, la coordinadora de Podemos en Navarra, Begoña Alfaro, o el líder morado en Galicia, Borja San Ramón.

Los socialistas saben que su apuesta por la ministra de Trabajo es arriesgada. Se entienden mejor con ella, pero han irritado al núcleo ideológico de Podemos. Calculan, sin embargo, que si Sumar y Podemos no llegan a un acuerdo final o incluso acuden enfrentados a unas generales, tal vez obtengan beneficios del río revuelto, es decir, que votar PSOE se perfile como el voto útil y Yolanda aglutine el voto de la ilusión. Podemos quedaría como el postre usado y gastado por la legislatura.

Este quiebro no ha pasado desapercibido. Entre los morados hay desconfianza. Como muestra, un botón: denuncian que Tezanos ha manipulado las encuestas para cargar sobre Podemos una baja intención de voto por la ley del «sí es sí». A todo el mundo le extrañó que, en circunstancias muy aciagas, el PSOE se mantuviese en los sondeos. Ahora se repite que la supuesta bajada en más de dos puntos de Unidas Podemos, cayendo al 10%, fue para salvar al PSOE. Ione Belarra no ha tardado en responder en Twitter: «De ser cierto que el CIS manipuló los datos en marzo de Unidas Podemos para contarle a todo el mundo nuestra bajada por la ley solo sí es sí, estamos ante una situación gravísima y sin precedentes en una institución pública clave. Esperamos todas las explicaciones el señor Tezanos», escribió.

Yolanda Díaz se ha centrado en los últimos días en la preparación del acto de mañana, que ha desbordado sus expectativas de afluencia, todo el mundo quiere estar en la foto. Como irán miembros de Podemos, los morados se preparan a su vez para restañar una imagen de división de sus filas y aislamiento en la izquierda. En el Magariños habrá dirigentes de IU, Comunes, Más País, Más Madrid, Compromís, Chunta Aragonesista, Equo y Alianza Verde. Yolanda Díaz le ha dicho a Belarra que «no hay ninguna excusa» para faltar a una «cita histórica». Las espadas están en alto y el PSOE ya ha consumado la del conde Don Julián.