Relevo en el PP

El Gobierno tensa la reunión con Casado al llamarle xenófobo

El presidente le ofrecerá entablar acuerdos en «las políticas de Estado» al margen de la confrontación política y el líder del PP exigirá al Ejecutivo «lealtad» y «trasvase de información»

El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y el presidente del PP, Pablo Casado
El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y el presidente del PP, Pablo Casadolarazon

El presidente le ofrecerá entablar acuerdos en «las políticas de Estado» al margen de la confrontación política y el líder del PP exigirá al Ejecutivo «lealtad» y «trasvase de información»

La llegada de Pedro Sánchez al Gobierno y la renovación de la dirección del PP como consecuencia del triunfo de la moción de censura han marcado las relaciones entre las fuerzas políticas españolas. Desde su llegada al poder, el Ejecutivo se ha afanado en tejer una red de alianzas al margen de PP y Ciudadanos y ha esperado hasta que el liderazgo del principal partido de la oposición estuviera resuelto para entablar los cauces de interlocución, priorizando hasta entonces los contactos con las fuerzas que le llevaron a La Moncloa para salvar la continua situación de inestabilidad que vive su Ejecutivo de 84 diputados. No en vano, el único líder de los principales partidos que ha visitado hasta ahora la Moncloa ha sido en secreto Pablo Iglesias, mientras que el Gobierno no ha abierto ningún canal de contacto discreto con el PP ni con Ciudadanos, la otra fuerza constitucionalista, sobre los temas de Estado. La razón es que Sánchez buscaba priorizar al nuevo líder popular sobre Albert Rivera para mantener la ponderación entre ambos, dada la rivalidad que existe por capitalizar la labor de oposición al Gobierno. Finalmente, será el próximo jueves 2 de agosto a las 17:00 horas cuando Pedro Sánchez reciba a Pablo Casado en La Moncloa. «Se ha trabajado para cuadrar agendas», reconocían fuentes gubernamentales, antes de que el presidente emprenda su retiro estival. Aunque atendiendo al calendario esta fuera la semana propicia, el ambiente político no parece el más amable para el encuentro. En plena pugna dialéctica por la crisis migratoria, la reunión se producirá solo 48 horas después de que el Ejecutivo haya asimilado las declaraciones del líder del PP sobre el «efecto llamada» con los movimientos xenófobos que recorren Europa.

A pesar de tratarse de un encuentro que podría encuadrarse dentro de la cortesía debida, el Gobierno está dispuesto a dotar de contenido la reunión. Sánchez ofrecerá al líder del PP la posibilidad de entablar acuerdos en «políticas de Estado», una apuesta por la «cultura de la colaboración» y la «altura de miras», para llevar a cabo una «oposición responsable» en asuntos que trascienden de la mera confrontación ideológica. Los principales ejes serán: inmigración, Cataluña, Europa, terrorismo, violencia de género e infraestructuras. Durante la etapa del Ejecutivo de Mariano Rajoy, los espacios de encuentro se limitaron a la política antiterrorista y a la aplicación del artículo 155 ante la deriva ilegal de la Generalitat. A pesar de que el Gabinete de Sánchez ha hecho una apuesta decidida por desescalar la tensión con Cataluña, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, reconoció ayer tras departir con Sánchez en Moncloa que al jefe del Ejecutivo «no le temblará el pulso para volver a aplicarlo» –el artículo 155– si vuelve a producirse una afrenta al Estado de tales magnitudes como la vivida el curso pasado. Cataluña es quizá el asunto de Estado más importante, pero también existen otras cuestiones como la política de inmigración, de actualidad por la polémica crisis en la frontera sur, o la política exterior.

Aunque el objetivo del Gobierno sea escenificar que defienden los pactos de Estado y reprochan a la oposición sus críticas, la entrevista del presidente Sánchez con Casado se celebrará después de la primera reunión bilateral del Gobierno con la Generalitat, que tendrá lugar hoy y sin que se haya retirado de encima de la mesa la propuesta de dialogar sobre el referéndum de autodeterminación. Este camino de la negociación bilateral lo ha cogido el Gobierno socialista por iniciativa propia, sin consenso previo con los otros dos partidos que sustentaron la alianza constitucionalista para frenar el órdago de la ruptura de Cataluña con España y que se tradujo en la aprobación de la puesta en marcha del artículo 155 de la Carta Magna. Pedro Sánchez ha impuesto su propia estrategia y este giro en la política con Cataluña se ha llevado por delante la interlocución Gobierno-oposición de la pasada legislatura. En la etapa de Mariano Rajoy también la tensión política fue creciente, pero se salvó un mínimo canal de diálogo tanto con Sánchez como con Rivera que afectó a decisiones políticas y a movimientos en el ámbito judicial.

En la entrevista en Moncloa, el nuevo presidente del PP demandará información frente a la exigencia de pacto de Estado por parte del Gobierno. Casado sostiene su estrategia en intentar revitalizar el bipartidismo todo lo posible, pero los acuerdo de Estado entre los dos principales partidos exigen «lealtad» y que cada uno asuma su responsabilidad, apuntan en Génova. «Tiene que haber trasvase de información, pero el Gobierno no puede plantear los acuerdos de Estado en términos de silencio y claudicación ante sus errores o cesiones, ya sea con los independentistas ya sea con su “buenismo” en materia de inmigración». El Gobierno quiere desgastar al PP colgándole la etiqueta de radical y xenófobo, por ejemplo; y el nuevo PP no va a dejar pasar ni una oportunidad a su alcance para subrayar las debilidades de un Ejecutivo con sólo 84 escaños. Las grandes víctimas de este escenario son, sin duda, los acuerdos de Estado, con las consecuencias que de ello se derivan en la eficacia para hacer frente a problemas muy graves y en la inestabilidad política.