Elecciones generales

"El problema de la izquierda es que solo culpa a un bando"

Los ciudadanos apoyan y critican la Ley de Memoria a partes iguales. Consideran que es bueno «sacar los cadáveres», pero critican que «lo que hace es dividir».

De izqda. a dcha., Pedro Gómez, Pablo Martínez, Andrés Hermoso y Fermín García
De izqda. a dcha., Pedro Gómez, Pablo Martínez, Andrés Hermoso y Fermín Garcíalarazon

Los ciudadanos apoyan y critican la Ley de Memoria a partes iguales. Consideran que es bueno «sacar los cadáveres», pero critican que «lo que hace es dividir».

A unos pasos de donde dejaron el cadáver de Calvo Sotelo, en el entonces cementerio del Este, el debate ciudadano de LA RAZÓN aborda hoy la Memoria Histórica, lo que ha sido y lo que se plantea sobre su desarrollo futuro. Según Andrés Hermoso, funcionario jubilado, la ley «quiere paliar los problemas que hubo en la parte del bando que perdió la guerra». En su opinión, está bien «cuando una persona tiene un familiar y quiere enterrarlo en el lugar adecuado, que el Estado sufrague los gastos. De un bando y del otro», pero discrepa de la aplicación que ha tenido la norma: «De ahí a derribar una serie de monumentos porque la ley dice o deja de decir, no estoy de acuerdo. Hay que estudiar caso por caso».

Para Pablo Martínez, ingeniero de Obras Públicas y responsable del departamento de Producción en HCC, «el concepto de conocer la historia para no repetirla es su parte positiva , el problema es que como está aplicada en lugar de ayudar a evitar los mismos errores esta ley favorece que se produzcan. Lo que hace es dividir».

Fermín García, comercial, cree que «nuestro carácter nos lleva a este tipo de confrontaciones, y a hacer las cosas a medias. Zapatero se levanta una mañana muy decidido a restaurar la Memoria Histórica con la intención de que el bando perdedor se reivindicara», pero «sigues dejando a los muertos en las cunetas. No hemos hecho eso por un lado pero sí quitado cruces, calles y plazas por otro. Está muy bien que lo sepamos para que no se nos olvide, pero tampoco se ha visto el legado de la Memoria Histórica. No hemos visto imágenes, el gran documental o la gran película desde los dos puntos de vista».

Pedro Gómez, director comercial de Viessmann, apunta: «No sé si es el derecho o la obligación de conocer nuestro pasado con intención de no volver a repetir errores. Han pasado 80 años de aquello. El Papa lo dejó bien claro con Évole: “Será imposible que haya paz entre los españoles mientras haya un muerto en una cuneta”. Bienvenida la ley por ese camino. Quitar determinadas calles y estatuas es bueno porque eso no nos favorece. El problema es que todo lo politizamos. Al final se produce un enfrentamiento entre los partidos, de manera interesada, y así nunca nos vamos a poner de acuerdo. Haría falta una generosidad tremenda, un consenso de Estado. Yo trabajo en una empresa alemana y allí existe una versión razonada entre todos los partidos. Eso nos falta aquí».

Interviene Pablo para decir que «es curioso que no se quiere pasar página de algo que pasó hace ya 80 años pero sí sobre ETA o incluso el 1 de octubre en Cataluña».

«Es el doble rasero», tercia Fermín. «Se usa de manera interesada», apunta Pedro. Para Pablo Martínez, «en España la vergüenza es haber tenido un enfrentamiento civil». Sobre las causas dice que «todos tienen culpas. El problema de la Memoria Histórica es que solo las carga en un lado, cuando eso es mentira. ¿Del bando nacional eran todos malísimos y del republicano todos luchadores de la libertad?».

Considera Pedro Gómez que «la estamos haciendo patrimonio de la izquierda y tiene que ser patrimonio de todos. La ley la empezó un señor de izquierdas pero tendría que haber un acuerdo de partidos». Media Martínez: «Pero es que ya hubo una Transición, el consenso ya fue».

Para Andrés Hermoso, «debería tener un reconocimiento de todas las cosas. Que fuera para todo el mundo igual, y que se hiciera bien. En Madrid, Carmena lo ha hecho rematadamente mal, porque ha quitado a verdaderos ilustres, cuando han muerto antes de que naciera Franco, lo cual es una aberración. Se tendría que hacer por consenso, con personas de todas las ideologías». «De acuerdo totalmente» se muestra Pedro en este punto.

Para Andrés, «que esté la calle del comunista Carrillo no me preocupa, es historia. A mí no me estorba. Se eliminaron calles como la avenida del Generalísimo, pero lo que hay ahora me parece una pasada. Creo que hay que quitarle la propiedad de la ley a la izquierda y dársela a todos los españoles para que decidan que sí y que no», propone.

Según Fermín, «el conflicto permanente que tenemos los españoles es la izquierda o la derecha, y no vemos más allá. Ese consenso me parece complicadísimo. Para hacer una Memoria Histórica real yo no contaría con ningún político, sino con historiadores, con un poso neutral».

¿No bastó con el abrazo de Fraga y Carrillo?, planteamos. Dice Fermín que «era otro encaste de gente» y Pablo considera que «el consenso ya se hizo, es la Transición. No se necesita otro 40 años después, no tiene sentido», y recuerda que hubo un cambio pacífico «porque unas Cortes franquistas se hicieron un harakiri». Obedecieron a Franco. El que lo dejó «todo atado y bien atado qué cierto es», apunta Fermín con sorna. «Y ahora que venga un lumbreras como Zapatero a decirnos que eso no está bien, que no hay que pasar página usando como excusa el legítimo deseo de ciertas familias», lamenta Pablo.

Surge la duda sobre el desarrollo correcto de la ley. «Se ha desvirtuado totalmente. Con el observatorio de la Memoria Histórica se ha creado un tinglado de subvenciones a repartir además entre las autonomías», critica de nuevo el ingeniero. Pedro está de acuerdo en la fallida trayectoria: «Efectivamente otra cosa es en lo que la han convertido».

Asegura Pablo que «quieren que todos creamos una determinada versión con la que puedes o no estar conforme. Cada uno habrá vivido el conflicto de una manera u otra, lo que tiene que haber es libertad para opinar sobre un hecho histórico». En este sentido, dice Fermín que «en vez de concordia estamos atacando al que no piensa como tú».

Respecto a lo que plantean los partidos en esta campaña electoral, a Andrés Hermoso le parece bien lo que propone el PSOE, que aboga por que el Estado asuma «las políticas y actuaciones», pero «hasta cierto punto, porque es un dinero de todos», y debe ser para «sacar cadáveres sea cual sea la ideología».

Insiste Pablo en que «es la puerta al abuso» y puede desvirtuarse «una buena idea inicial. Debería estar muy controlado». Fermín advierte también de «la posibilidad de que al final las ayudas no se destinen al objetivo para el que fueran pensadas».

Acerca del planteamiento del PP de derogar la actual norma y cambiarla por una ley de concordia, Pedro se muestra a favor siempre «que no sea solo un cambio de nombre». Según Pablo, «habría que ver esa ley de concordia», pero está «de acuerdo».

Ciudadanos quiere superar la división partidista, idea que comparten Andrés y Pablo, porque «la ley pone la base para el enfrentamiento», mientras que la propuesta de Podemos le parece a Fermín generadora de «odio total», y para Pedro, frente a la ambigüedad de los otros partidos, «aquí claramente hay un ganador y un malvado». Acerca de lo que defiende Vox, Andrés avala que «si una persona lo desea hay que ayudarla», pero en «casos muy excepcionales», y no acepta «una comisión de la verdad».

Cerramos el encuentro, que tiene lugar en el restaurante La Fornia, del madrileño barrio de La Elipa, con Franco y la intención de sacar sus restos del Valle de los Caídos. Andrés cree que «al final no se hará. Es una idea de Sánchez para llamar la atención. Política más que otra cosa». Asegura que al cementerio de El Pardo «la familia no le va a llevar. Y la Almudena sería un error impresionante, trasladar el problema a Madrid». Pablo también piensa que no habrá traslado. «De hecho han puesto la fecha del 10 de junio. No van a poder y si lo hacen estarán cometiendo un delito. Los benedictinos se oponen y la familia no quiere».

Fermín asegura que «no saldrá del Valle, y lo considero lógico. Me parecería una locura llevarlo a la Almudena o a cualquier sitio. Ahí está bien,el que quiere va y le ve». Según Pablo, como «en Moscú, donde tienen a Lenin momificado». Por último, Pedro afirma que «si no lo acaban sacando sería decir que nuestra clase política murió. Habría que hacerlo y llevarle a un sitio discreto y convertir el Valle en un centro temático de la concordia».