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Política

Caso ERE

El PSOE carga contra el auto de la juez Alaya pero teme daños colaterales

Rubalcaba traslada a Griñán su indignación y no prevé cambios en la presidencia del PSOE

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, con el diputado socialista José Antonio Madina larazon

El auto de la jueza Mercedes Alaya no imputa a Manuel Chaves ni a José Antonio Griñán, ni siquiera inicia un procedimiento con escrito razonado ante el Tribunal Supremo para formalizar su imputación, sólo les comunica que pueden personarse en la causa para defenderse y declarar como testigos. Todo esto es tan cierto como que ayer la decisión de la instructora del «caso de los ERE» causó perpeljidad, desconcierto e indignación en un PSOE cuyo secretario general arrancaba el curso político ante sus diputados y senadores convencido de que hay tímidas señales demoscópicas para una posible remontada electoral.

Alfredo Pérez Rubalcaba conoció la noticia mientras arengaba a los suyos a «recrudecer» la oposición al Gobierno en este periodo de sesiones. Y por eso, a la salida del cónclave, sin haber leído aún el auto, se limitó sin más a trasladar respeto a la decisión judicial. En el ambiente flotaba, sin embargo, una pregunta: «¿Si Griñán dejó la presidencia andaluza para no hacer daño a la Junta debe hacer lo propio con la presidenca del PSOE?». En absoluto, defendieron en el cuartel general de los socialistas, donde el secretario general y su sanedrín estuvieron reunidos toda la tarde: «En absoluto, no está imputado», respondieron desde la calle Ferraz.

En efecto, la dirección federal no tiene previsto afrontar ningún cambio orgánico en este sentido, pese a que admiten, eso sí, que de producirse en el futuro una imputación, la situación política del ex presidente andaluz dentro del PSOE sería complicada para él y también para la estrategia del partido.

Pese a ello, Rubalcaba trasladó ayer a Griñán en conversación telefónica su indignación por el escrito de la jueza, un texto que, en palabras de los socialistas, ha generado una «imputación mediática» que afecta «gravemente a la reputación» de los dos últimos ex presidentes de Andalucía.

La reflexión pública sobre la decisión de la instructora la hizo la portavoz del PSOE en el Congreso, Soraya Rodríguez, pasadas las siete de la tarde, seis horas después de que se conociera el auto. Antes, este diario ya había recabado la opinión del presidente de los socialistas, quien no ocultó su perplejidad por un auto que, según su opinión, viene a decir que los aforados nos «autoimputemos», ya que la instructora no es competente para ello ni ha pedido al Supremo que lo haga. «Si no imputa ni eleva la causa al alto tribunal, está claro que no tiene elementos para ello, pero quiere seguir haciendo ruido e interfiriendo en la agenda política», añadía otro destacado socialista andaluz para quien no pasó desapercibido el hecho de que Alaya hicera público su escrito el mismo día que tomaba posesión el nuevo Gobierno de Susana Díaz.

Daños colaterales

La reflexión anterior es compartida por la inmensa mayoría de los socialistas, si bien todos coinciden también en la confusión generada y en los daños colaterales en la estrategia de un PSOE que ha decidido hacer del «caso Bárcenas» uno de los ejes fundamentales de su labor de oposición. Sin ir más lejos, hoy mismo Rubalcaba, que hasta ahora había delegado este asunto en sus segundos espadas, preguntará al presidente del Gobierno durante la sesión de control sobre el ex tesorero del PP. Y la respuesta de Rajoy, se barruntan algunos socialistas, es de manual, después del auto de ayer de Mercedes Alaya. Todo esto ocurrirá la misma semana que en la dirección federal se habían conjurado para «recrudecer» e «intensificar» su oposición al Gobierno en este arranque de curso político, como ayer verbalizó el propio Rubalcaba ante sus parlamentarios, después de presentarse ante ellos con fuerzas renovadas y un discurso que algunos calificaron de «autocomplaciente».

Entrar en el cuerpo a cuerpo

Un Rubalcaba más seguro y confiado que nunca del desgaste del PP y su presidente se presentó ayer ante los suyos con varios mensajes. Uno, que las políticas del PP han causado estragos a punto de cumplirse los dos años de Gobierno y que, por tanto, hay que entrar en el «cuerpo a cuerpo». Dos, que ha llegado el momento de poner negro sobre blanco la agudización de las tres crisis de las que adolece el país (económica, social y político-territorial). Tres, que este otoño habrá nuevas movilizaciones contra la política social del Gobierno y que el PSOE estará en ellas. Y cuatro, que está convencido de que su calendario orgánico y su hoja de ruta interna son la mejor opción de cuantas se han barajado en el PSOE: «Quizá no haya sido el camino más fácil, pero sí el más honesto y seguro», afirmó ante los suyos. La frase no pasó desapercibida entre algunos de sus críticos. Pero eso es motivo para otra entrega.

Y Rubalcaba se quemó la mano

El líder de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, puso la mano en el fuego por su «amigo» José Antonio Griñán, al que calificó de «presidente honesto y generoso» y al que le auguró un «papel fundamental» en el futuro del PSOE. Su confianza en el ex mandatario andaluz, del que dijo que contaba con su «absoluto apoyo», era tal que incluso llegó a asegurar que estaba convencido de que no llegaría a ser imputado por el «caso de los ERE».