Desarme de ETA

ETA quiere poner el contador a cero

Las víctimas en el acto de homenaje en San Sebastián/Ap
Las víctimas en el acto de homenaje en San Sebastián/Aplarazon

ETA quiere el contador a cero, y la posibilidad de aplicar el delito de lesa humanidad supone un engorro para ellos. Porque en realidad quieren trucar el contador de la realidad de persecución y de los asesinatos que cometieron durante décadas.

Algunos datos resultan muy interesantes estos días. Josu Ternera aparece hoy como protagonista de la imputación en rebeldía por delitos de lesa humanidad. Y aparece como maestro de ceremonias de la tolerada e importante escenificación de mentiras disimuladas que serán propagadas internacionalmente.

Conviene saber que Josu Ternera ha participado en la dirección de ETA desde 1980 y que desde ese momento fueron asesinadas 621 personas.

El delito de lesa humanidad sólo es aplicable desde 2004, una verdadera pena desde el punto de vista de los asesinatos que le son imputables.

En todo caso, su detención y puesta a disposición de la Audiencia Nacional debería convertirse en una prioridad nacional.

José Antonio Urruticoetxea fue etarra y al mismo tiempo presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, porque así lo transaccionaron los miembros de Herri Batasuna y del Partido Nacionalista Vasco. Lleva huido mucho tiempo y existe la sospecha de que se le ha dejado en barbecho. El barbecho, en todo caso, debería terminar y si hay algún tipo de pacto, debería ser conocido por la opinión pública.

Nos enfrentamos a un escenario muy complejo porque ETA no es sólo una organización terrorista difunta: deja un partido político heredero que va a pelear por la legitimidad de la historia del terror.

El apoyo a los agresores abre nuevas heridas morales en esos huérfanos, hermanos, madres, padres, parejas, amigos queridos, no olvidemos esto.

Pernando Barrena dejó claro cuando ya cimentaban su estrategia actual que los que hoy son considerados terroristas, «puede que mañana no lo sean, pues todo depende de quién gane la batalla política». Si ganan ellos en el futuro, perderemos nuestro país y el bienestar, porque una España balcanizada, destrozada, traería el desastre económico seguro.

La batalla política, como digo, es también el prólogo a tensiones de poder institucional y territorial.

Hace dos años escribí en el prólogo a un libro titulado Lluvia de Fango que «el nacionalismo vasco en su conjunto siempre tuvo un plan para basar la reconciliación en el sufrimiento» de los entornos de víctimas y perseguidores, como si fuera equiparable históricamente.

El comunicado del falso perdón estaba escrito bajo el guión de falsear la responsabilidad histórica y política, realizar una petición que pueda colar en parte de la opinión pública bajo la invocación del «sufrimiento» y de «la teoría del conflicto».

Esa consideración es opuesta a lo que pedimos en el manifiesto «ETA quieren poner el contador a cero».

De hecho, la aplicación del delito de lesa humanidad que entró en vigor el 1 de octubre de 2004 imposibilita el tongo de ETA y su entorno político porque enjuicia delitos graves perpetrados “en razón de la pertenencia de las víctimas a un grupo colectivo perseguido por razones políticas, étnicas o religiosas”.

Si este delito se hubiera aplicado antes, la historia de estos días habría sido diferente porque habría descrito mucho mejor la gigantesca estrategia de persecución social, política y terrorista.

Esta figura jurídica llegó cuando la Ley de Partidos había generado el primer gran aprieto al entorno de ETA para que no pudiera seguir jugando al terrorismo y a la política, pues sus siglas comenzaron a ser perseguidas a causa de los vínculos y coordinación con la banda terrorista. Sabían también que estaban vencidos por la policía.

Si estos días callamos, si somos dóciles, si consideramos que nuestros problemas han terminado, nos esperará un futuro muy incómodo.

«Han pedido perdón y se disuelven. ¿Qué mas quieres?» me preguntaba con cierto enfado una persona a través de una red social. Sólo quienes hemos vivido largo tiempo protegidos bajo escolta policial podemos valorar tomarnos un café con tranquilidad en un bar, o poder mantener algún tipo de rutina. No temer atentados de la banda terrorista ETA es muy positivo, pero no les debemos nada por haber sido derrotados policialmente.

No han pedido perdón. Una red social no es el lugar más adecuado para explicar algo complejo a alguien que ha tomado una opción maniquea. No han pedido perdón, se acumula una mancha de impunidad enorme sobre los asesinatos cometidos por la banda terrorista y no han condenado la historia del terror. No han reconocido el daño que han causado al país en su conjunto y cómo quisieron liquidar el Estado de Derecho.

No se disuelven sin más. Saben lo que quieren y no son perezosos. La retórica sólo la utilizan para conseguir objetivos, no para impostar. Se puede hacer frente sin retórica, sin impostura, con objetivos, con la misma dignidad y fuerza con que actuaron muchos de los que nos fueron arrebatados.

Y si no es así, no deberíamos dejar sombras donde los hipócritas o los irresponsables puedan esconderse. Por ello animo a que se firme el manifiesto por un fin de ETA sin impunidad en

change.org/findeetasinimpunidad