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Feijóo moverá todos los hilos políticos y económicos para la investidura

En paralelo, Génova pondrá a trabajar a un grupo de expertos para responder a un posible acuerdo de amnistía

Discreción. Muy pocos nombres de la dirección del partido estarán al tanto del detalle de los resultados de la implementación de la estrategia, y será Alberto Núñez Feijóo quien asuma personalmente los principales contactos de cara a su investidura, convocada para finales de septiembre. Las llamadas serán a «todos los niveles, políticos y también en otros ámbitos sociales, económicos y empresariales». «Aquí nos jugamos todos mucho; esto no es sólo un problema de qué partido gana la batalla de la investidura», defienden dentro del comité de dirección del PP.

En la cúpula popular no se engaña nadie, y trabajan sabiendo, de antemano, que la investidura es «muy difícil» que salga adelante, pero, aun así, el plan es «pisar todos los escenarios y tocar todos los hilos».

De aquí al Pleno de investidura se concentrarán en la tarea de los contactos «multinivel» y en reforzar la presentación del proyecto político con el que concurrieron a las elecciones. En el PP han hecho revisión de la campaña para detectar los errores que frenaron la mayoría más amplia que pronosticaban las encuestas. La «derogación del sanchismo» es un lema que se quedó corto, y esto les coloca ahora delante del reto de que este mes, y la sesión de investidura, les sirva para «potenciar el mensaje de que Feijóo tiene un proyecto político para todo el país».

La revisión de la gestión de esta pasadas elecciones ha servido también «para constatar hasta qué punto no se midió bien, con el apoyo de la demoscopia, el daño que Vox hace a las siglas del PP en todas las comunidades donde hay lengua cooficial», según fuentes de la dirección.

Feijóo estrenó ayer el curso político desde el trampolín de la potencia del poder territorial que consiguió el PP en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Sus barones apoyan que en estas próximas semanas Madrid hable con todos los partidos, salvo con Bildu. No se ve a día de hoy a Junts votando a favor de Feijóo en la investidura, pero consideran que tampoco deben descartar plenamente que Junts no dé el «sí» a Sánchez, a pesar de que ya esté en marcha la negociación para sacar adelante la amnistía que exige el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.

La reunión de ayer en Galicia, en el simbólico Castello de Soutomaior, dejó buenas sensaciones entre los presidentes autonómicos. Vieron a Feijóo «recuperado» del «golpe» del resultado de las generales, al quedarse la victoria por debajo de las expectativas generadas, y hay consenso en que el partido debe trabajar con la idea de una repetición electoral o, si no, con que se debe seguir reforzando el proyecto político porque la legislatura, si sale adelante con un nuevo gobierno presidido por Pedro Sánchez, «durará poco ya que es inmanejable por la debilidad con la que la afronta el PSOE».

La continuidad de Feijóo como presidente del PP no está en discusión en ningún ámbito del partido, tampoco en la Comunidad de Madrid, aunque sea el foco hacia donde siempre se apunta para buscar tensiones internas. La presidenta Isabel Díaz Ayuso está dedicada a completar «su proyecto» en Madrid, y dará su apoyo a Feijóo para que repita como candidato si se dieran esas circunstancias, según fuentes de su entorno.

El PP se pone esta semana también a trabajar en el día después de la investidura de Feijóo, para el caso de que resulte fallida. «Tenemos que estar listos para responder a la negociación de Sánchez y a sus cesiones».

Todas las partes ya han asumido que la clave está en la amnistía, y Moncloa está, de hecho, inmersa en el proceso de dar forma a un proyecto de ley en el que se cumplan las exigencias de Puigdemont. Con disfraces en el lenguaje para sortear el coste de esta nueva concesión que supondría, de aprobarse, borrón y cuenta nueva del referéndum ilegal de autodeterminación del 1-O y de sus consecuencias legales y políticas.

Tan es así que ERC ha entrado en escena con movimientos que dejan ver los nervios de la pelea con Junts por ver quién impone el relato ante el votante soberanista, a fin de que no sea el partido de Puigdemont el que se cuelgue todas las medallas.

La amnistía era una línea roja para los socialistas hasta esta campaña electoral, pero ha sido ya borrada. A lo malo, Moncloa confía en que «suceda lo mismo que con la ley del aborto, que salga adelante, sea recurrida, y el Tribunal Constitucional, cuando resuelva, que puede ser dentro de años, no frene sus efectos». La mayoría progresista que hoy controla el Alto Tribunal juega a favor de Sánchez.

En Moncloa también están ya dedicados a conseguir que en el mensaje mediático se normalice la amnistía que los socialistas consideraban hasta hoy absolutamente inviable, por sus dudas constitucionales, pero, asimismo, por lo que tiene de inaceptable desde el punto de vista político y ético.

Los portavoces de Sánchez aseguran que el proceso avanza, y que la investidura de Feijóo les da margen para aprovechar estas semanas para seguir profundizando en unas negociaciones que exigen poner de acuerdo la letra del proyecto de Junts con el que puede asumir el PSOE en el Congreso de los Diputados. Obvian que entre las exigencias de Puigdemont también está el referéndum de autodeterminación.

El PP no tiene vía para frenar la tramitación de una ley de amnistía, ni siquiera con el uso de su capacidad de veto en el Senado. A lo más, retrasar su aprobación. Y la unidad de acción con Vox tampoco les sumaría en un marco en el que todo lo que tiene que ver con el partido de Abascal se ha demostrado que sólo sirve para reforzar a Sánchez y la imagen de unidad con sus socios.