Negociación

El Gobierno se resigna con ERC y ya valora la repetición electoral

Moncloa trabaja ya con la hipótesis de unos comicios que retrasarían los Presupuestos

Pleno del Congreso de los Diputados.Asisten Pedro Sánchez, María Jesús Montero, Yolanda Diaz y Alberto Nuñez Feijoo.© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.20 06 2024
Pleno del Congreso de los Diputados.Asisten Pedro Sánchez, María Jesús Montero, Yolanda Diaz y Alberto Nuñez Alberto R. RoldánFotógrafos

Giro de discurso. El Gobierno ha virado desde un optimismo prudente hasta el realismo resignado. De asegurar que “el ciclo electoral había acabado” y que no había otro horizonte que el de hacer presidente a Salvador Illa, a valorar la repetición de elecciones en Cataluña como uno de los escenarios posibles y articular así la estrategia gubernamental en base a esa previsión. Los socialistas se resignan, una vez más, a su dependencia de los independentistas, pero, esta vez, con el agravante de que estos no actúan con una sola voz, lo que supone una dificultad añadida en la negociación. Las distorsiones de la guerra abierta en el seno de ERC ya quedaron patentes en la negociación de la Mesa del Parlament. El PSC ofreció a los republicanos la Presidencia y pensaba que el pacto estaba cerrado y vio después cómo otra corriente acordaba darle a Josep Rull tan alta representación. La división interna y la salida de Oriol Junqueras del liderazgo, líder de la corriente más pragmática, así como residenciar la decisión última en la militancia aumentan la volatilidad de un contexto ya de por sí inestable.

Precisamente, el Gobierno ha fiado a la estabilidad en Cataluña la activación de la legislatura. Moncloa puso en “stand by” la actividad ejecutiva hasta que sus socios catalanes estuvieran en condiciones de hacer política estatal sin presiones electorales. La máxima expresión de esta estrategia supuso la renuncia a presentar los Presupuestos del presente ejercicio para articular ya con garantías los de 2025, de manera que dieran viabilidad al mandato. El Ejecutivo ya ha puesto la maquinaria en marcha, incluso legislando por la puerta de atrás para sortear el veto del Senado al techo de gasto, con una enmienda en la ley de paridad y retomando los contactos con el resto de grupos parlamentarios. La vocación es presentar las cuentas “en tiempo y forma”, esto es, presentar el proyecto presupuestario a la vuelta del verano, pero esto chocaría frontalmente con el calendario electoral catalán. En caso de repetición, los comicios serían el 13 de octubre, lo que unido a la resolución de la gobernabilidad reventaría las expectativas de Hacienda.

En el Gobierno creen que una repetición electoral será perjudicial para ERC y espera que los republicanos compartan este diagnóstico y acaben pactando, pero son conscientes de que dejar en manos de las bases la decisión hace imprevisible cualquier previsión. Los socialistas creen que en este escenario, Salvador Illa se vería reforzado, siguiendo la tendencia electoral: en las europeas el PSC mejoró sus resultados y todo parece indicar que una nueva cita con las urnas polarizaría aún más las posiciones, en su beneficio. Sin embargo, no perciben que la actitud de los republicanos, al menos el alma que encabeza Marta Rovira, sea tendente al acuerdo. Sus posiciones de máximos sobre el “cupo catalán”, una pretensión imposible de satisfacer por parte del Gobierno genera suspicacias sobre su vocación de establecer una negociación viable o simplemente establecer la coartada para el desacuerdo. En Moncloa están dispuestos a explorar soluciones imaginativas, pero siempre dentro de los límites de la Constitución y del Estatut. Mantienen que el concierto catalán no es su propuesta y se limitan a avanzar en un reconocimiento de la “singularidad”, que pasaría por dotar de una financiación suficiente a Cataluña para hacer frente a competencias específicas como la policía autonómica o sus atribuciones en materia de prisiones. Sin embargo, mientras los independentistas no salgan de sus posiciones de máximos, el entendimiento será inviable y entonces, habrá elecciones, auguran en el Ejecutivo.

Este debate ha abierto, además, un frente al Gobierno ante el sentimiento de agravio que se ha generado en otras autonomías, algunas socialistas e incluso con derivación en socios de la mayoría progresista -como Compromís y la Chunta-. En Moncloa argumentan que su objetivo es dar una salida al modelo de financiación caducado desde hace una década, pero reconocen que será imposible sin el PP, en el que no ven actitud conciliadora. Con todo, el Ejecutivo esperaba que, una vez superada la tramitación de la Ley Amnistía, la legislatura pudiera encauzarse y comenzar a funcionar. Un horizonte de estabilidad que se ve, de nuevo, amenazado por las réplicas catalanas en la política nacional, en la que -a pesar de ir en retroceso electoral- el independentismo tiene más influencia que nunca. “O Illa o elecciones”. Ningún escenario es ya descartable y en Moncloa comienzan a trabajar ya con la posibilidad de que sus planes tengan, una vez más, que esperar.