Opinión

Jugando a la nulidad

Ábalos ya aludió en marzo a una «injerencia» en sus derechos fundamentales para allanar el camino hacia el TC, y sigue ahora en la misma línea

El exministro de Transportes José Luis Ábalos a su salida del Tribunal Supremo, a 15 de octubre de 2025, en Madrid (España). Ábalos está citado a raíz de la información recabada en el último informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil sobre su situación patrimonial. Además, se rechazó la renuncia del exministro a su defensa legal, por su obligación de acudir acompañado, y se revisan las medidas cautelares.15 OCTUBRE 2025Diego Radamés / Europa Press15/10/2025
Ábalos llega al Supremo ayerDiego RadamésEuropa Press

Si bien Ábalos y Koldo van por separado, parece que ambos juegan a acumular pruebas para que, llegado el momento, el Tribunal Constitucional de Pumpido, en el que manda Sánchez, considere que se han vulnerado las garantías procesales y declare la nulidad del procedimiento. Es la carta de Ferraz no solo para este caso, sino también para los de su esposa y el fiscal general. Estrategia de la que participan tanto Ábalos como Koldo. Sólo que habrá que ver si se mantiene firme en el supuesto de que García Izaguirre entre hoy en prisión, mientras que su exjefe sigue fuera, como decidió ayer el juez Leopoldo Puente. El plan convenido es aguantar, acumular «irregularidades» procesales, proclamar la «indefensión», soportar en todo caso una condena menor para plantear después ante el TC la vulneración de derechos constitucionales, lo que se vería agravado por la condición de diputado del exministro. Los estrategas de la anulación entienden que el suplicatorio que autorizó el Congreso era solo para las mascarillas, no para lo que ha venido luego. Argumento peregrino pero que podría ser suficiente para Pumpido y sus vocales wokistas. Sostiene Ábalos que la encarcelación preventiva de un parlamentario es algo sin precedentes en el mundo. Ridículo, pues Junqueras y buena parte de los encausados del «procés» lo eran y fueron enchironados. Pero el de Torrente sabe bien a lo que juega y por eso ayer no declaró y se empeñó en acudir sin abogado ante el instructor. Entiende que no le pueden obligar a mantener un letrado que no quiere. Si el juez se empeña y le obliga, tiene vía libre para acudir al TC y pedir que se acredite indefensión, al vulnerarse su derecho a la tutela judicial efectiva. El exministro ya aludió en marzo a una «injerencia» en sus derechos fundamentales para allanar el camino hacia el TC, y sigue ahora en la misma línea. Quizás por eso Puente no le llevó ayer a Soto del Real, como parecería justificado a la vista de la montaña de indicios de presuntos delitos que se acumulan contra él, amén de las sospechas fundadas sobre posible ocultación de pruebas y etc.

La otra vía del plan de nulidad es la de acusar al instructor de «ir más allá de la autorización del suplicatorio», lo que igualmente sería motivo suficiente para valorar que se ha cometido una infracción de garantías constitucionales. El TC tiene establecido que «la omisión del suplicatorio (o su exceso) implica que el órgano judicial carece de competencia y legitimación para tramitar la causa en lo relativo a nuevos hechos, lo que conlleva la nulidad de las actuaciones».

Es el juego en el que andan los protagonistas de este escándalo de furcias, nepotismo, dinero en bolsas, cajas y sobres, presuntas comisiones y favores a tutiplén. La nulidad del procedimiento sería un hecho escandaloso, pero a Sánchez el escándalo y lo que pueda decir la opinión pública le importan ya bastante poco.

El TC sentencia como en los ERE y aquí no ha pasado nada. Diría nuestro líder que todo fue por culpa del fango de la prensa y de los jueces fascistas, aunque Leopoldo Puente sea más bien de izquierdas. Da lo mismo. No importan mucho ni la verdad ni la justicia. Apenas el relato. Sólo que el relato se ha torcido. Las juergas prostibulares, la legión de amigas pagadas y enchufadas, los fajos de billetes en el despacho, los regalos presuntos de chalés y un tren de vida espectacular sin sacar nada del banco, son imágenes fijas en la retina de una ciudadanía frita a impuestos que no tiene para pagar el piso. Y eso duele.