Claves
Jumilla: los obispos no entran «al juego» del ataque de Abascal
La Conferencia Episcopal se remite a defender la libertad religiosa para los musulmanes
El silencio. Es la respuesta que ofrecen los obispos al que es el primer ataque verbal directo del presidente de Vox, Santiago Abascal a la Iglesia católica. Desde la Conferencia Episcopal no quieren entrar en lo que consideran una provocación del líder de la ultraderecha.
Fuentes episcopales han confirmado a LA RAZÓN que prefieren mantenerse al margen de lo que denominan «juego político», manifestando una vez más que ningún partido es el de la Iglesia ni la Iglesia tiene partido alguno.
Eso sí, no descartan que algún obispo pudiera actuar como verso suelto, pero aclaran que no representaría al Episcopado en su conjunto.
Lo cierto es que este domingo, en una entrevista al canal de YouTube ‘Bipartidismo Stream’, Abascal se despachó con la Conferencia Episcopal Española ante el comunicado del pasado viernes en el que se pedía respeto al derecho a la libertad religiosa frente a la moción aprobada en la localidad murciana de Jumilla que prohíbe usar las instalaciones deportivas para otros fines, esto es, para los rezos de los musulmanes.
Y aunque comentó que sus dardos no se dirigían a todos los báculos, señalando implícita y explícitamente al secretario general de los obispos, César García Magán, al repasar los reproches de sacristía su objetivo parecía ampliarse.
Y es que el portavoz episcopal y obispo auxiliar de Toledo siempre se ha mostrado especialmente tajante a la hora de condenar «la demagogia ideológica» y la «instrumentalización política» con respecto a la cuestión migratoria».
Por su parte, Abascal, bajo el argumentario de presentarse como un «católico» con «responsabilidad política», no se limitó a mostrarse «perplejo y entristecido» por el hecho de que los obispos no cuestionen la actual política migratoria o el «islamismo extremista que avanza», sino que aprovechó para cuestionar la posición de la Iglesia ante las «políticas de género» de Moncloa.
Es más incluso, insinuó que los obispos estarían coaccionados al Gobierno de Pedro Sánchez debido a los «ingresos públicos que obtiene la Iglesia y que le dificultan combatir determinadas políticas de los gobiernos».
Desde el Episcopado niegan estar «plegado» al Ejecutivo socialista. De hecho, ahí están algunos de los disensos y conflictos vividos en estos años, por cuestiones como la reforma educativa, la ley de la eutanasia o la ley trans.
En su reflexión, Abascal incluso llegó a dejar acusar a la Iglesia de capitanear un dudoso juego respecto a la financiación recibida al referirse al «sistema de ayudas a la inmigración ilegal donde probablemente no todo el dinero va a esas personas supuestamente necesitadas sino también al sostenimiento de estructuras».
No se quedó ahí Abascal, sino que también sugirió que los casos de pederastia «la tienen absolutamente amordazada ante las acciones de determinados gobiernos liberticidas».
El líder de Vox afeó además el posicionamiento de tuvo «una parte de la jerarquía eclesiástica» con el Valle de los Caídos, así como «el reproche» del secretario general de los obispos, respecto a su petición frustrada en Castilla y León para que las mujeres dispuestas a abortar tuvieran que escuchar antes el latido del feto.
En este sentido, desde la Iglesia recuerdan que el respaldo a la gestión capitaneada respecto a Cuelgamuros por el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, con el respaldo de la Santa Sede tuvo un «refrendo total, unánime y sin ninguna voz discrepante» por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal.
En cualquier caso, el silencio de Abascal se produce semanas después de que en el seno del Episcopado se generara cierto malestar por el hecho de que el presidente de los obispos, Luis Argüello, manifestara públicamente su respaldo a un adelanto electoral en pleno estallido de los casos de corrupción del PSOE, en una semana en la que además presentó, junto al líder de Vox, el nuevo libro de Miguel Ángel Quintana Paz, considerado uno de los ideólogos de la formación.
El descontento, que provocó una airada respuesta por carta del ministro Félix Bolaños, hizo además que algunos pastores, como el arzobispo de Tarragona y primado, Joan Planellas, se desmarcara públicamente de Argüello.
El Gobierno, impugna
Mientras tanto, el Gobierno ha tomado cartas en el asunto para evitar que se ponga en práctica el acuerdo adoptado entre el partido de la derecha alternativa y el PP en este ayuntamiento murciano.
El Ejecutivo ha enviado un requerimiento al consistorio en el que exige que se anule la medida porque entiende que la normativa municipal permite la utilización del polideportivo de la localidad para actividades socioculturas y los eventos religiosos de la comunidad islámica local están enmarcados, según él, en este grupo.
En ello se apoya la administración central para defender que «las razones objetivas esgrimidas no se sustentan» y para acusar al equipo de gobierno jumillano de haber incurrido en una «desviación de poder».
El Gobierno de Pedro Sánchez llega, incluso, a atribuir al ayuntamiento en su escrito una «vulneración del derecho fundamental a la libertad religiosa».
Desde Génova han aclarado que la acción no es vinculante y, por su lado, el ministro socialista Félix Bolaños sacó pecho de estar defendiendo, con ello, la Constitución.
El 17% de los católicos, en el caladero de Vox
Aunque la formación de Santiago Abascal tiene un caladero de votos entre los creyentes, no se lleva el gato al agua. El 33% de los católicos practicantes votan al PP, mientras que un 17% apuesta por Vox y un 13,3%, al PSOE.
En el caso de los católicos no practicantes, los populares concentran el 23,2% de los votos y los socialistas, el 16,7%, mientras que los de Abascal se mantienen en un 17%.
Cuando se les pregunta a los cristianos por su percepción de Santiago Abascal, el 32,4% de los católicos practicantes tienen una visión «muy mala», que se eleva al 43,6% en el caso de los no practicantes.
Al ser preguntados por Pedro Sánchez, ocho de cada diez católicos comparten que no les genera ninguna o poca confianza.