Cerco al PSOE
Junts sube a máximos la puja en los Presupuestos
Los socios creen que solo se aprobarán unas cuentas. Circula información que asienta que el «caso Koldo» está «poniéndose feo»
Los socios de Pedro Sánchezcomparten la previsión de que en esta segunda legislatura de la coalición solo se aprobarán unos Presupuestos Generales del Estado (PGE), y siempre que Pedro Sánchez ceda en las exigencias de máximos que los partidos independentistas están poniendo encima de la mesa. Dentro de la competencia a cara de perro en la que ya están metidos ERC y Junts como calentamiento de las próximas elecciones catalanas.
Si solo hay unos Presupuestos, solo hay una oportunidad de «exprimir» al Gobierno para que se ejecute el programa de investidura, y esto hace que la negociación derive todavía más hacia un mercado persa, con precios más elevados que los que ya hubo en las negociaciones presupuestarias anteriores, y en la que independentistas y nacionalistas no se andarán con miramientos porque van diciendo que «no van a tener otra oportunidad como ésta» para presionar al Gobierno.
A Moncloa le apremia, además, que la amnistía se aprobará definitivamente en el Congreso coincidiendo, previsiblemente, con las elecciones europeas, lo que hará más daño a la marca, por mucho que llevemos meses hablando de ella. Junts y ERC no perderán la oportunidad de convertir esa campaña en un espectáculo pirotécnico, y más si llega a ser posible que Carles Puigdemont pise de nuevo Gironaen un recibimiento multitudinario, que es lo que él siempre ha deseado.
El problema del desgaste de la amnistía se agrava con la negociación presupuestaria de por medio ante el alcance de las exigencias que Junts y ERC colocarán encima de la mesa, y las dificultades que pondrá Podemos para hacerse notar frente a Sumar. Esto explica que dentro del Gobierno haya un sector que es partidario de dejar correr el tiempo y no asumir ahora un nuevo desgaste. Continuar con la prórroga de los Presupuestos del 24, y entrar ya a fondo en verano en la negociación de los del 25, poniendo todos los recursos, y todas las concesiones necesarias, al servicio de que esas cuentas sí salgan adelante porque serán el seguro de dos años de vida para el Gobierno de coalición. En el día a día «será horrible», con un desgaste muy fuerte, según la radiografía que hacen, por ejemplo, en el PNV desde un pragmatismo que escasea en otras fuerzas.
Este guion puede complicarse de un día para otro en función de lo que suceda con el «caso Koldo» porque han empezado a llegar informaciones a algunos socios que llevan a pesar que este escándalo «se va a poner muy feo», aunque «todavía no haya caso judicial» que les obligue a dejar de mirar hacia otro lado.
El referéndum es la gran presa que se disputan ERC y Junts en clave de sus elecciones catalanas
El calendario es realmente diabólico porque a este cóctel explosivo hay que sumarle las elecciones vascas. Hay quienes dicen que el «caso Koldo» puede jugar a favor del PNV por llevarse voto desencantado de los socialistas, pero los nacionalistas se inclinan más por pensar que ese voto desafecto es más posible que acabe quedándose en casa. Las encuestas de estos últimos días han coincidido en apuntar a una posible victoria de Bildu en las elecciones del 21 de abril, con un par de escaños por encima del PNV. Sin embargo, éstos confían en dar la vuelta a esta imagen demoscópica en las semanas que quedan hasta el examen electoral, pero para eso necesitan ser capaces de ilusionar y movilizar a una representativa bolsa de votante tradicionalmente suyo y que tiene la tentación, según los sondeos, de quedarse en casa en esta cita electoral.
La disposición de Sánchez a mantenerse en Moncloa es indiscutible, incluso aunque en el día a día el habitar en Moncloa se convierta en un suplicio. Pero hay tantos factores sueltos, que no controla directamente Moncloa, que es imposible tapar la sensación de inestabilidad.
Por ejemplo, de cara a la negociación presupuestaria, Junts y ERC compitenpor ver quién consigue avanzar más en lo que significa sacar a Cataluña del modelo de régimen común para disponer de un trato singular y diferenciado, el pacto fiscal a la manera del concierto vasco o el aforamiento navarro, que reconoce la Constitución española.
Las inversiones y las transferencias, aunque privilegien a Cataluña, no son en absoluto rentables para Junts al no estar en el gobierno de la Generalitat. Por tanto, tienen que ir más allá de esas medidas que sí puede utilizar ERC como partido de gobierno. Junts tiene que hacerse valer por cuestiones tangibles, pero también por la bandera del referéndum de autodeterminación. Ahí ya ha entrado con claridad ERC, en lo que de momento es un pulso dialéctico para ver quién reivindica con más firmeza avanzar en la definición de la consulta.
Dentro del Gobierno hay quien cree que es mejor dejar ya la negociación para los PGE del 25
Ayer lo dijo de nuevo muy claro ERC, al insistir en que la amnistía abre una nueva fase en la que pactar un referéndum en Cataluña. El mismo mantra que usa Carles Puigdemont. Y la misma respuesta de Moncloa para uno y otro caso, la de decir que es retórica dirigida a sus respectivas parroquias, cuando, en realidad, supuestamente, ninguno de estos dos partidos independentistas puede permitirse el lujo de no apoyar los Presupuestos de Sánchez.
Las elecciones vascas son un elemento de distorsión, que generará tensiones en las relaciones entre el PSOE y el PNV, sea cual sea el grado de dependencia que finalmente dictaminen las urnas. Pero todavía más grave será la distorsión que provoque la simple amenaza de que se acercan las elecciones en Cataluña. Puigdemont quiere cobrarse la revancha y recuperar la Presidencia de la Generalitat,y necesita para ello hundir al PSC y a su referente, el ex ministro Salvador Illa, la tabla de salvación a la que se ha agarrado Sánchez para surfear la tormenta de la amnistía.
El expresidente fugado está jugando a dos manos. Por un lado, en el terreno político, quiere llevar al PSOE a posicionamientos a nivel nacional que descoloquen a Illa en su discurso autonómico. Por otro, buscan información que pueda desgastar al líder de los socialistas catalanes por el caso de las mascarillas. Saben que para Sánchez el exministro es la carta con la que justificar que el proceso de reconciliación que se deriva de la amnistía es algo más que un acuerdo político sobrevenido por la necesidad de los siete votos de Junts en la investidura.
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