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Pesimismo en el PP: Vox puede vetar a Ayuso

El PP pide a Ciudadanos hace "algún gesto"a Vox para intentar desbloquear la investidura de Ayuso

En primer plano, Isabel Díaz Ayuso, Teodoro García Egea y Javier Maroto, durante una de las reuniones para alcanzar un acuerdo en la Comunidad de Madrid. Foto: Jesús G. Feria
En primer plano, Isabel Díaz Ayuso, Teodoro García Egea y Javier Maroto, durante una de las reuniones para alcanzar un acuerdo en la Comunidad de Madrid. Foto: Jesús G. Ferialarazon

El PP pide a Ciudadanos hace "algún gesto"a Vox para intentar desbloquear la investidura de Ayuso.

El acuerdo programático entre PP y Ciudadanos (Cs) para el Gobierno de la Comunidad de Madrid ya es un hecho. Sus promotores lo harán público hoy mismo y si antes del viernes no hay un apoyo expreso de Vox a la candidatura de Isabel Díaz Ayuso (PP), el Pleno convocado quedará convertido en un mero instrumento para poner en marcha el contador de las próximas elecciones autonómicas.

La sombra de lo que ocurrió en Murcia el pasado jueves está marcando la recta final de la negociación. En el PP madrileño tienen miedo de Vox. Con el Gobierno regional al alcance de la mano, en el equipo de Ayuso tantean el terreno porque dicen que los de Vox «pueden salir por cualquier sitio». «Son imprevisibles». En Murcia ya bloquearon el pasado jueves la investidura de Fernando López Miras (PP) y ahora tienen en su mano el futuro del Gobierno madrileño. Las relaciones están absolutamente dañadas por la gestión de la negociación murciana. Pero no sólo entre Vox y Ciudadanos, sino también entre PP y Vox. En el primer caso, hay una incompatibilidad manifiesta. En el segundo, los de Vox han llegado a la conclusión de que favorecer gobiernos del PP no favorece a su objetivo de hacer el mayor daño posible al partido del que viene, por su flanco más a la derecha, la mayor parte del voto que recibieron en las pasadas elecciones.

En la relación personal los vínculos están muy «quemados». Vox buscó el cuerpo a cuerpo con el vicesecretario de Organización del PP, Javier Maroto, que no viajó el jueves a Murcia para participar en la negociación «in extremis» para salvar el Gobierno regional. En esa negociación, el choque ya fue con el secretario general del PP, Teodoro García Egea. El PP ha hecho de mediador, pero ha acabado pagando también la factura de los platos rotos por Vox. En Andalucía los del PP se fiaban de los de Vox, dentro de sus discrepancias. Incluso se llegó escuchar entonces la reflexión de que «Ortega Smith tenía más palabra que Rivera». Eso ya ha pasado a la historia. Y sobre esa delicada base tienen ahora que apurar las horas para reconducir lo que todo lleva a pensar que puede terminar igual que en Murcia. Con otro golpe en la mesa de la formación que preside Santiago Abascal para apurar los tiempos hasta el límite antes de la convocatoria electoral.

Aquí está ahora el posible punto de inflexión. En Ciudadanos están convencidos de que Vox no traspasará esa barrera. Y, por lo tanto, sostienen que no hay que moverse ni hacer ninguna cesión. Díaz Ayuso tiene más que perder, la Presidencia regional, y está más abierta a hacer algún gesto que «ayude» a Vox a evitar otro «sabotaje» a un Gobierno de la derecha. En todo caso, en las líneas rojas decisivas no hay cambio con respecto a Murcia. Ciudadanos no se mueve del «no» a negociar, ni del «no» a incorporar a Vox en el Gobierno regional. E igual que ocurrió en Murcia, la pelota está en el tejado del partido de Abascal. Si la presión mediática y política pesa para que busquen una excusa para no repetir la vía murciana, o si, por el contrario, la furibunda reacción en contra les reafirma aún más para seguir adelante con un nuevo «sabotaje».

El problema sigue estando en las formas y en los gestos. En la actitud de Ciudadanos que para Vox implica un «ninguneo», y que ciertamente supone disfrazar la realidad, que necesitan a Vox para formar gobierno con el PP y para que ese gobierno pueda gobernar. En el aspecto programático, el documento que negocian PP y Ciudadanos tiene como principales ejes algunos de los puntos que Vox intentó colar en Murcia como propios, aunque ya estaban en el documento del Gobierno en coalición. En el capítulo económico o fiscal, incluso en lo educativo, Vox no se diferencia de lo que propugnan PP y Ciudadanos. Bajada de impuestos, ayudas a la maternidad y a la natalidad, libertad de elección de centro o libertad de cátedra. Y en lo que realmente sí se diferencian, han demostrado en estas negociaciones que asumen que se quede fuera, porque ni han condicionado con ello la negociación de los ayuntamientos ni tampoco fue la razón que justificó el bloqueo del Gobierno de Murcia. Los cargos o la escenificación de una negociación conjunta les ha parecido más importante que imponer su programa sobre violencia de género, igualdad o educación sexual en los colegios.

Hasta ayer mismo Vox no había dado muchas pistas de que su postura en Madrid vaya a ser diferente que en Murcia. El PP ha intentado aislar la negociación en esta Comunidad por la importancia de lo que se juegan en esta batalla: la potencia de la economía de Madrid y lo que simboliza en el poder territorial. Pero las sensaciones son pesimistas. Aunque en Génova sostengan oficialmente que hay margen para que no se repita la historia murciana.