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Los sondeos del PP apuntan por primera vez a una victoria de Casado el 10-N

Se mueven ya en una horquilla de más de cien escaños a costa de la caída de Ciudadanos y de la bajada del PSOE. Reorientan la estrategia a una campaña presidencialista y con Aznar y Rajoy difuminados.

El presidente del PP, Pablo Casado, y el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Ep
El presidente del PP, Pablo Casado, y el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Eplarazon

Se mueven ya en una horquilla de más de cien escaños a costa de la caída de Ciudadanos y de la bajada del PSOE. Reorientan la estrategia a una campaña presidencialista y con Aznar y Rajoy difuminados.

Génova maneja ya encuestas internas que sitúan al PP en la horquilla de los cien escaños . En una tendencia «consolidada al alza» –dicen–, que hace que por primera vez desde que llegaron a la dirección del partido en el equipo de Pablo Casado se trabaje con la hipótesis de que tienen al alcance ser alternativa, y esto les ha animado a introducir cambios en el discurso y en la estrategia. Una cosa es ganar por un escaño al PSOE, y otra, muy distinta, que el bloque del centro derecha, que funciona en otras comunidades autónomas, sume a nivel nacional. Esta segunda variable no se ve hoy factible con los datos con los que trabajan.

Casado está reorientado su actividad electoral para dar forma a una campaña presidencialista, con un coro de voces, las de su equipo, que refuercen su mensaje, pero cuidando de que nadie le haga sombra ni interfiera en el medido papel al que ha decidido ajustarse. En esta ocasión la decisión es que el líder nacional y candidato no dé la imagen de que está tutelado por nadie ni de que hay tampoco injerencias de nadie. Y esto afecta al ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy, pero también a su antecesor José María Aznar. En privado Rajoy está totalmente fuera de Génova; Aznar, no tanto. Pero en campaña los dos tendrán una presencia mínima, no significativa en ningún caso. Puede ser que Rajoy aparezca en Galicia con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, o que Aznar, si le cuadra en la agenda, atienda la petición de algún alcalde para que le acompañe puntualmente. Y ya, porque a esto limitan simbólicamente en Génova la participación de los ex presidentes en esta contienda electoral.

El equipo de Casado ha hecho previsiones sobre los distintos escenarios y sus efectos. Por ejemplo, la posibilidad de que Cataluña y también el Brexit, como le ocurrió a Rajoy, beneficien a Sánchez por su condición de presidente en funciones. Las crisis institucionales suman, en teoría, al referente que hay en el poder. Ante esto Génova está intentando introducir un factor de corrección en la imagen de su candidato para que no se vincule tanto a su equipo y a él con la idea de la inexperiencia. La renovación te puede dar puntos; la falta de experiencia, en una situación de crisis, resta. Y de ahí el «rescate» y la decisión de dar protagonismo en campaña a las ex ministras Ana Pastor, Isabel García Tejerina o Elvira Rodríguez, por ejemplo. «Ya no se puede decir que aquí no hay experiencia de gestión», alegan en Génova.

La economía sopla en contra del candidato socialista, pero en la cúpula popular son prudentes al medir las ventajas que pueden sacar de esta «carta» de la desaceleración porque «la tormenta catalana puede llevársela por delante». Y porque tampoco está claro ni los efectos de la propaganda de las medidas de gasto social que está aireando Sánchez ni cómo pueden anular el golpe de efecto del PSOE para movilizar sectorialmente a su electorado con un Consejo de Ministros, un viernes antes de que arranque la campaña, y en el que se aprueben «pensiones, peonadas y funcionarios para tapar el mal dato de la próxima EPA».

Aunque a Génova le va mejor en estos momentos de lo que pensó antes de que se disolvieran las Cortes, el pasado 23 de septiembre, todo es muy provisional en las estrategias. La semana que viene Cataluña puede dar un vuelco al tablero político y a todas las estimaciones demoscópicas.

Con lo que hay a día de hoy, el mensaje de campaña de los dos principales partidos se apartará de la idea del gran acuerdo nacional para entrar en el cuerpo a cuerpo. Si bien lo cierto es que la evolución de las encuestas cada vez afianza más en socialistas y populares la idea de que la solución al bloqueo la tienen que dar ellos y que el 10-N debe servir para reforzar al bipartidismo a costa, incluso, de «iniciativas arriesgadas e imaginativas».

Ya lo confesaba este verano en privado Casado, que la solución tiene que venir de los dos grandes, aunque entonces él no se sintiera con fuerza para ejecutar ese golpe estratégico que hubiera sido contestado con fuerza desde dentro el PP. Ahora, a medida que los sondeos acercan al PSOE y al PP, y descuelgan a la nueva política, cada vez apunta con más claridad la idea de que tenga un escaño más el PSOE o el PP, quizá no haya otra salida que buscar una fórmula para pactar una investidura entre los dos principales partidos. Que sería difícilmente viable si no incluye un pacto presupuestario. Implica entrar en otra mentalidad y otra cultura política, pero el resultado de Ciudadanos puede no dejar alternativa a esta solución de Estado que ahora se niega.

¿Y Vox? Desde el entorno de Casado advierten de que las encuestas y «el interés de parte» volverán a generar expectativas a favor de este partido. «El PSOE necesita movilizar a la izquierda». Pero también dicen que no se van a mover «de la moderación».