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Navarro reclama ser jefe de la oposición sin frenar el referéndum

El PSC recibe una crítica unánime tras anunciar que se abstendrá en el proceso de autodeterminación. El líder de los socialistas catalanes se dirige a la presidenta del Parlament en busca de rango

Artur Mas durante la sesión de investidura
Artur Mas durante la sesión de investiduralarazon

Pere Navarro es una caja de sorpresas. Anteayer dejó a casi todo el Hemiciclo boquiabierto cuando anunció formalmente que el PSC va a abstenerse en «todas y cada una» de las votaciones de esta legislatura relacionadas con el proceso de autodeterminación. «No pondremos palos en las ruedas», dijo el líder de los socialistas catalanes para sorpresa de todas las formaciones, incrédulas ante semejante postura, ya que Navarro no piensa tomar en consideración ninguna de las iniciativas pactadas por CiU y ERC para conducir a Cataluña hacia la independencia. Sencillamente, va a abstenerse con independencia de los contenidos. El líder de los socialistas catalanes volvió a sorprender ayer dirigiéndose a la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, para reclamarle ser designado jefe de la oposición, puesto que Oriol Junqueras –el presidente de ERC, la segunda formación con más escaños– se ha convertido en socio de Artur Mas.

En suma, Navarro busca erigirse en jefe de la oposición –una figura reconocida institucionalmente en Cataluña, a semejanza británica– sin oponerse al principal proyecto de Mas esta legislatura: la consulta de autodeterminación. En su escrito a la presidenta del Parlament, los socialistas argumentan que el pacto entre CiU y ERC desvirtúa completamente a Junqueras para asumir este papel en el Parlament, el cual, por cierto, es muy goloso.

Este cargo –institucionalizado en 2004 por iniciativa del entonces president, Pasqual Maragall– da derecho a percibir unas retribuciones similares a las que perciben anualmente los consejeros de la Generalitat (108.576 euros brutos en 2012) y, además, permite la designación de dos trabajadores con «dedicación especial» a cargo de los presupuestos públicos. Y no sólo eso, también concede un trato protocolario preferente, ya que el jefe de la oposición debe ser distinguido como «Honorable Señor» y «consultado» a iniciativa del presidente de la Generalitat en aquellos asuntos de mayor importancia como los que afectan al autogobierno de Cataluña o a su proyección exterior.

Lo cierto es que Mas barruntó durante la campaña suprimir esta figura, imaginando que su formación triplicaría en escaños a la segunda y presuponiendo que quedaría a un paso de la mayoría absoluta. Nada de todo eso ha ocurrido, así que el líder de CiU ya se ha olvidado de aquella idea, sobre todo porque el cargo –que corresponde al líder del segundo grupo del Parlament– ha recaído en su socio Junqueras.

ICV también entró al trapo del asunto, pero de un modo muy distinto al PSC. Los ecosocialistas impulsarán una proposición de ley para que el cargo quede vacante en una legislatura como la actual, donde el segundo grupo del Parlament es también el aliado del Gobierno. Ninguna de las iniciativas tiene posibilidades de prosperar, puesto que CiU no va a cometer este desaire con la única formación que le puede garantizar la estabilidad.

La investidura

Así comienza una legislatura cuyo desenlace es completamente imprevisible. Mas, por el momento, logró ser investido ayer gracias a los votos de ERC. Fue una sesión exenta de épica y emoción. A nadie se le escapa la posibilidad de que éste sea su último mandato como presidente de la Generalitat, ya que Mas ha unido su suerte a la del proceso de autodeterminación. Si llega a buen puerto –es díficil apostar por ello–, el líder nacionalista se retirará (así lo prometió); si el proceso descarrila, estará amortizado como presidente.

La legislatura ya está en marcha. Mas tomará posesión del cargo el lunes en el Palau de la Generalitat y, a continuación, nombrará a sus consejeros. Muchos repetirán.