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Moncloa contempla la expulsión de los benedictinos

El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, quien ofició el responso ayer en Cuelgamuros, a petición de la familia Franco
El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, quien ofició el responso ayer en Cuelgamuros, a petición de la familia Francolarazon

El siguiente paso que se plantea ya el Ejecutivo es la exhumación de José Antonio Primo de Rivera y el traslado de sus restos a un lugar «no preeminente» dentro del Valle de los Caídos tal y como recomendó el comité de expertos organizado por Zapatero en 2011. Sin embargo, para que pueda llevarse a cabo tal proyecto es necesario eliminar de la ecuación al principal escollo que ha tenido el Gobierno para materializar su medida estrella: la comunidad de monjes benedictinos –con su prior, Santiago Cantera, a la cabeza– que custodian el monumento desde que se inauguró en 1959. Para ello el Ejecutivo socialista contempla la posibilidad de alterar el estatus jurídico del Valle de manera que sea la Archidiocesis de Madrid (con la que la sintonía es plena) la que mantenga el culto en la Basílica como paso intermedio hacia la transformación del recinto en un espacio más acorde a los postulados de la izquierda.

Si el Gobierno sigue adelante con sus planes sin oposición significativa por parte de la Iglesia o de alguna formación política podría producirse la exclaustración de una comunidad monástica, circunstancia esta que no se produjo desde la persecución religiosa previa a la Guerra Civil. Lo más probable es que del mismo modo que salieron los monjes en los años 50 de la abadía matriz de Santo Domingo de Silos, los benedictinos del Valle vuelvan a ella. Una cosa está asegurada en cualquier caso: del mismo modo que la comunidad ha defendido sus derechos hasta el último recurso judicial en el caso de la exhumación de Franco, los monjes defenderán su permanencia hasta donde sea necesario. Sin embargo las espinosas connotaciones políticas de la exhumación de Franco no existirán en un acto jurídico como la exclaustración de la comunidad benedictina por lo que la neutralidad de la Iglesia de Madrid y la Santa Sede en Roma será más difícil de defender para las autoridades eclesiásticas.

Mientras tanto la vida sigue su curso. Lo cierto es que el pausado ritmo de vida de los monjes apenas se ha visto afectada no solo por la polémica exhumación sino por apenas nada de lo que ha sucedido en la era moderna ya que desde el horario que rige su actividad a la misma dieta fue estipulada por el fundador San Benito en tiempos medievales. Los 24 monjes que componen la comunidad realizan sus tareas cotidianas y la Escolanía del Valle de los Caídos, con sus 36 niños, sigue ensayando diariamente y realizando sus clases como siempre. Es pertinente recordar que además de la educación normal desde 4º de primaria a 2º de la ESO, la Escolanía oferta titulaciones musicales de la Associated Board of Royal Schools of Music del Reino Unido.

A pesar de que el Estado ha retenido el dinero que se le debe a la Abadía de 2018 muchas personas e instituciones se han volcado con las necesidades del Valle y todo parece indicar que así seguirá siendo, si cabe con más intensidad a partir de ahora.

La Abadía no recibe ninguna subvención por parte del Estado sino que existe un régimen jurídico y económico desde la fundación de la misma que no se había dejado de cumplir nunca hasta ahora. Habrá que esperar a los próximas semanas –con una importante cita con las urnas el próximo 10 de noviembre– para empezar a vislumbrar cuál puede ser el futuro de una comunidad monástica que, muy a su pesar, ha sido blanco de episodios de anticlericalismo que no se vivían en nuestro país desde tiempos históricos que se creían afortunadamente superados.