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Gobierno de España

"O frenáis a Calvo o estamos muertos"

Los ministros Borrell y Ábalos encabezan el sector crítico del Gobierno contra la vicepresidenta en otra semana "horribilis": "Metió la pata hasta el corvejón".

La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo
La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvolarazon

Los ministros Borrell y Ábalos encabezan el sector crítico del Gobierno contra la vicepresidenta en otra semana "horribilis": "Metió la pata hasta el corvejón".

El Gobierno y el PSOE en estado de «shock». Así lo reconocen varios ministros y dirigentes socialistas tras una semana que califican de «horribilis». El asunto del llamado relator en las negociaciones con los separatistas catalanes ha provocado un gran cisma en el Ejecutivo y el partido, dónde todos miran hacia Carmen Calvo y piden su cabeza. El incendio llegó a su punto más álgido la tarde del martes, durante una convulsa sesión de control en el Senado, en la que la vicepresidenta del Gobierno dio lo mejor de sí misma y dejó perplejos a los ministros sentados en su banco de la Cámara Alta. «Metió la pata hasta el corvejón», dice un miembro del Gabinete. El sector más crítico lo abanderan los dos ministros con más peso político, Josep Borrell y José Luis Ábalos. El catalán estaba en el Senado y el valenciano en México, aunque fuentes socialistas aseguran que contactaron por teléfono ante el escándalo. Borrell se distanció en público con un llamativo «Esto son cosas de la vicepresidenta», pero ya en privado con senadores socialistas fue más allá: «Hay que frenar a la Mari-líos», mientras según fuentes de su entorno admitía por segunda vez sus dudas de seguir en el Gobierno de Pedro Sánchez, de quien cada día está más alejado. De momento, puso tierra de por medio y se marchó a Uruguay en viaje oficial.

En similares términos se expresó el ministro Ábalos, quien tras su regreso a España recibió una cascada en tromba de llamadas de «barones» autonómicos: «O frenáis a Carmen y dais marcha atrás, o estamos muertos», le dijo aterrorizado un presidente regional. Todos acusan a la vicepresidenta de ser caótica y ceder a las exigencias de los independentistas. Por su parte, ella se defiende, afirma que es una mandada y apunta al jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo. «Ambos se llevan a matar», admiten altos cargos de Moncloa. Carmen Calvo, que tampoco se para en barras, les confesó a algunos ministros que Redondo estaba al tanto de todo y la instó a dar la cara ante los medios para defender la figura del relator. El super-fontanero monclovita que llevó a Pedro Sánchez al poder y se atribuye la idea de la moción de censura, lo niega rotundamente. En medio de este tira y afloja, el PSOE era un hervidero, los «barones» se movilizaban y el grupo parlamentario se quejaba a Ábalos: «Eres más ministro de Fomento que secretario de organización, os estáis cargando el partido», le espetó amargamente un diputado.

La soledad de Carmen Calvo en el seno del Gobierno es patente y muchos ministros se preguntan hasta cuándo le mantendrá Sánchez su confianza. Desde su llegada a vicepresidencia son conocidas sus improvisaciones: la exhumación de franco, el feminismo radical que raya en lo grotesco, las convocatorias del gobierno en «cumbres» como la hispano-portuguesa de Valladolid con viaje de todos ellos en el Falcon, la de Quintos de Mora o las reuniones de Subsecretarios y Secretarios de Estado dónde, según varios asistentes, se respira «un ambiente gélido». Precisamente «lo que nunca ha hecho Carmen es coordinar». La opinión es unánime en el equipo gubernamental y dirigentes del socialismo andaluz, dónde la actual vicepresidenta del Gobierno no dejó muchos amigos. Entre ellos cundió el asombro por su nombramiento como número dos de Pedro Sánchez, dada su responsabilidad de coordinación sobre los ministros y altos cargos de la Administración. Carmen Calvo Poyato fue siempre un verso suelto del partido, la Junta de Andalucía y el Ejecutivo, con una verborrea incontenida y mucha soltura para convencer a sus líderes. Pero ahora, en su papel como número dos del gobierno se ha cubierto de gloria. Desde la Comisión de Subsecretarios y Secretarios de Estado, el gran organismo decisorio que preside todas las semanas, afirman que «habla y habla, nos vuelve locos». Hace meses, sus amenazas hacia los medios de comunicación para regular la libertad de expresión, fueron sonoras.

Pero sus meteduras de pata no han sido nada en comparación con su papel como negociadora con la Generalitat, donde ha dejado en un segundo plano a la ministra del ramo, Meritxell Batet. Una mujer discreta, muy apoyada por el PSC, que también observa con estupor este desatino. En el equipo de Batet tampoco ocultan las críticas hacia Calvo, a quien acusan de «ir por libre» y desconocer por completo la realidad catalana. «Los separatistas se miran de reojo entre ellos y actúan en clave electoral», opinan colaboradores de la ministra de Administración Territorial y socialistas catalanes con poder en Madrid. La rivalidad enorme entre el PDECaT y Esquerra Republicana, y el pulso permanente del fugitivo Carles Puigdemont, atiza el fuego de la negociación dónde ahora se impone la línea dura. Muchos «barones» no entienden la ingenuidad de Carmen Calvo en este sentido, si bien en su entorno insisten en que ella es una mandada y que Iván Redondo y Pedro Sánchez están siempre informados de sus actuaciones. La gota que colmó el vaso fue el vídeo de Felipe González acusando a Pedro Sánchez de «degradar» las instituciones. Horas antes, Alfonso Guerra hacía unas explosivas declaraciones en el Congreso en la presentación de su libro «La España en la que creo», y algunos diputados se rebelaban. Entre ellos, la llamada facción «anti-Sánchez» que pivotan la «rubalcabista» Soraya Rodríguez, el castellano-manchego José María Barreda, y Miguel Ángel Heredia. Los tres se reunieron en un almuerzo cerca de la Cámara Baja dónde coincidieron con dos ministros. Todos ellos hablaron de las contradicciones y el daño causado por el tema catalán, críticos con Carmen Calvo, a quien le quedan muy pocos apoyos. Según fuentes del gobierno, la única con quien mantiene buena relación es con su paisana andaluza, la titular de Hacienda, María Jesús Montero, que ve como sus Presupuestos se pueden ir por la borda y presiona hasta el final para salvarlos. Dirigentes del socialismo andaluz las conocen como «Las farruquitas», por su fuerte carácter. Calvo es eterna enemiga de Susana Díaz y Montero está ahora muy distanciada de la «sultana» como candidata de Pedro Sánchez a quitarle la silla.

Carmen Calvo vive horas bajas, pero varios ministros advierten que todavía tiene adeptos. Estas fuentes aseguran que la vicepresidenta ha tejido toda «una corte celestial» de mujeres progresistas, no todas militantes del PSOE y sí muchas de sectores de la sociedad civil, para aglutinar un respaldo a su persona.

La cordobesa, una de las más fieles «apóstolas» del «sanchismo», no tiene reparos en confesar que ella «lo hace todo» bajo la batuta de Pedro y el otro «gurú» de Moncloa, Iván Redondo. A juicio de quienes bien la conocen Carmen es vanidosa, soberbia, osada y no piensa tirar la toalla. Otros, por el contrario, se preguntan hasta cuándo tendrá la confianza del jefe y ven una salida como cabeza de lista del PSOE en las elecciones europeas. En esta pista figura también Josep Borrell, a quien el cuerpo hoy le pide volverse a su casa, y la ministra de Economía, Nadia Calviño, muy bien situada por sus relaciones para ser Comisaria en Bruselas.

Hermana de un histórico del partido andalucista de Rojas Marcos, Carlos Calvo Poyato, y separada de un dirigente del PSOE, el sociólogo profesor del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía, Manuel Pérez Yruela, Carmen se ha erigido en decapitadora de Franco y el Valle de los Caídos, ataca el lenguaje «machista» de la Real Academia Española y monta una crisis política de campeonato con el llamado relator. En el seno del gobierno afloran con fuerza las críticas a su labor: «Escasa gestión, nada efectiva y descoordinación», dicen algunos ministros y secretarios de Estado. Las tensiones en Moncloa son grandes y todos miran hacia el ánimo de Pedro Sánchez, quien de momento calla. Un gobierno con nula sintonía, al ritmo del presidente y los titulares informativos, con varios ministros «chamuscados». Es el resumen de la situación mientras arrecia el conflicto catalán y la economía se resiente. En definitiva, un gobierno que naufraga con el salvavidas puesto, y un capitán que ahora da un ultimátum a los separatistas, pero que la oposición no se cree ni por asomo. Si el miércoles los Presupuestos naufragan, varios ministros y dirigentes socialistas lo tienen claro: Sólo queda fijar la fecha de las elecciones.