Campaña

Operación "Salvar al candidato": así trabajan los asesores políticos en la sombra

LA RAZÓN habla con dos fontaneros que llevan años preparando debates como el de mañana

Los candidatos hablan con sus asesores en una pausa del debate de 2019
Los candidatos hablan con sus asesores en una pausa del debate de 2019Luis DíazLa Razón

El 26 de septiembre de 1960 se celebró en Estados Unidos el primer debate electoral televisado. Un sudoroso y alterado Richard Nixon se enfrentó al aspirante, John F. Kennedy, en blanco y negro en un estudio de la cadena CBS en Chicago. Salió victorioso el joven demócrata y, apenas dos meses después, ganó también las elecciones y se instaló en la Casa Blanca. En España tendrían que pasar más de tres décadas para que dos políticos se sentaran frente a frente en televisión, esta vez ya en color. Felipe González y José María Aznar debatieron en 1993, pero al líder popular le hicieron falta tres años más para mudarse a La Moncloa.

Aquel primer combate dialéctico en directo aún se estudia en las universidades americanas. Los gestos, la elección del traje, el corte de pelo, el tono de los mensajes, todo restó puntos a Nixon. La figura del asesor político, aún muy difusa, comenzó a perfilarse hasta que ya nadie concibe la política sin el equipo de ideólogos que aconsejan y entrenan al candidato. El objetivo, como mínimo, es sacarlo ileso del debate para seguir adelante con la campaña según lo previsto.

LA RAZÓN ha hablado con dos de estos fontaneros para conocer cómo trabajan. Ambos han pedido permanecer el anonimato, una condición especialmente valorada en un oficio tan atractivo como poco conocido. El primero, al que llamaremos Chema, ha trabajado en campañas fuera y dentro de España, tanto a nivel nacional como local. Sus primeras palabras rebajan la épica que se les presupone: «Estoy muy en contra de la figura del gurú político, son un peligro público. La política es un oficio, no es solo táctica. Hay que conocer las instituciones, saber cómo funcionan, tener responsabilidad y sentido de Estado... En el momento en que alguien entra en una sala y dice eso de ‘‘tengo una idea’’, habría que echarlo por la ventana».

Este asesor del entorno popular considera que «los tipos que más saben de política y de debates son los políticos. La idea de que un candidato está teledirigido no es cierta. Influimos, claro, cada uno a nuestro nivel, pero al final quien decide es la persona que sube ahí y que se expone».

Chema cree que la manera de afrontar un debate, como el que mañana mantendrán Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en Atresmedia, depende mucho de si se eres Gobierno u oposición. «En contra de lo que se piensa, hay un error típico de novatos que es salir a una campaña como favorito y creértelo. Es una garantía de que cosecharás peores resultados que tus expectativas».

Según su experiencia, que abarca la preparación de tres de estos cara a cara, el «modus operandi» varía mucho en función del político: «Normalmente se cogen los bloques de temas que se han pactado previamente y, en función de eso, se prepara una documentación de propuestas, otra de críticas y una tercera de ataques y defensas. Esto es un trabajo muy mecánico pero que requiere de un gran olfato político para detectar los temas y saber elaborar las respuestas. Siempre teniendo en cuenta que un debate no es una conferencia. Es un rejonazo cada dos minutos, recibirlo o darlo».

Debate electoral televisivo entre Felipe González y José María Aznar en Telecinco
Debate electoral televisivo entre Felipe González y José María Aznar en TelecincoTiempo

El otro fontanero entrevistado por este periódico, al que llamaremos Gonzalo, está de acuerdo en que la personalidad del asesorado es clave. «Hay que saber qué atributos tiene tu candidato. Si es un buen orador, si sabe pegarlas bien o defenderse. El candidato tiene que ir siempre al ataque, llevar la iniciativa. No justificarse en la medida de lo posible. Una línea roja son los temas personales que, por suerte, en España no funcionan. Para eso somos más franceses que americanos. Recuerdo cuando Miguel Sebastián debatió con Gallardón y le sacó la foto de una mujer con la que, supuestamente, mantenía un idilio. Fue un desastre. Sebastián perdió en el acto. El debate y las elecciones». También destaca la vez que Sánchez llamó «indecente» a Mariano Rajoy y este paró el debate: «En ese momento, el líder socialista ya había perdido».

Gonzalo insiste en que «no hay que mentir nunca y, si no puedes decir algo, entonces explícalo». Entre risas, este veterano que ha trabajado para partidos de signo distinto (incluidas unas primarias) reconoce que quizá sea su aversión al engaño lo que le incapacita para asesorar al presidente del Gobierno. Ambos entrevistados coinciden en señalar que la dificultad de confrontar a Sánchez es que él juega con otra reglas. Que no tiene límites a la hora de decir cosas que no son o de prometer otras que sabe que no ocurrirán. Eso sí, Chema reconoce que la sobreexposición mediática de Sánchez de las últimas semanas le está resultando: «Ha vuelto a la partida y está pidiendo cartas. Esta semana las encuestas le dan esta semana de media 100 escaños a un señor que tiene el historial que tiene. Es el único presidente del Gobierno al que el Tribunal Constitucional le ha dicho que cometido dos actos anticonstitucionales, dos estados de Alarma. Eso sí, no soy partidario de demonizar al de enfrente. Hay cosas que ha hecho bien, ha logrado pactar medidas dentro del diálogo social que no se conseguían hace 15 años».

¿Y qué pasa durante las pausas del debate? ¿Es posible cambiar el rumbo si se va contra las rocas? Ambos responden que el único momento en el que se les permite hablar con el candidato (el resto del tiempo están incomunicados) es, sobre todo, para insuflarle ánimos o escuchar su desahogo. «Normalmente piensan que lo están haciendo peor. Yo tengo una máxima y es no darles nuevos datos ni meter cosas que no estuvieran preparadas. Solo trato de reconducir su actitud porque lo lógico es que te pregunten qué están haciendo mal, sin paños calientes. Cosas del tipo ‘‘estás muy tenso, sonríe más’’ o ‘‘se te nota que cuando te dan ahí te escuece’’».

Solo hubo una ocasión en la que a los cabeza de lista los acompañaron sus parejas. El debate a cuatro de 2019 con Albert Rivera, Sánchez, Pablo Casado y Pablo Iglesias. Una «moda» americana que a Chema le parece nefasta. «Al candidato lo suelen acompañar dos asesores, su jefe de Gabinete y su jefe de Prensa. Durante el debate no se puede hablar, de hecho les retiran los móviles y los smartwatch. Están completamente aislados. Es habitual que se hagan dos equipos: el gabinete, que se lo sigue en la sede del partido, y el responsable desplazado que, según vaya, les va pidiendo cosas. Pero lo más normal es que no se haga nada. Si está muy venido arriba, lo calmas, o le levantas el ánimo». Gonzalo recuerda algunas filigranas que se hicieron en debates recientes y que, una vez más, distinguen mucho al que defiende su posición del que lucha por conquistarla. «Rivera estaba en un lugar desde el que podía arriesgar. A veces, la idea que se piensa en un despacho no acaba de cuajar. Recuerdo que cuando dijo aquello de escuchar el silencio sonó de pronto una música en el estudio con la que no se contaba».

Sánchez y Feijóo se lo juegan todo en la noche de hoy en el único cara a cara preelectoral. Chema cree que será «para el popular será el acto de mayor exposición de una campaña que, por ahora, está siendo muy liviana y pensada para cometer los mínimos errores posibles. En cualquier caso, entiende que su baza es «la solidez, por eso está haciendo tantos actos sectoriales en torno a lo económico y lo social. Son los dos temas en los que el PSOE tiene menos fuerza, con un paro del 30%». Gonzalo también ve más posibilidades de victoria para el popular: «Feijóo es más creíble, menos impostado. Sánchez siempre parece un producto, hasta cuando hace una broma. No es natural nunca». ¿Creen que seguirán el guion preestablecido por sus asesores? ¿Les escucharán? El asesor más transversal zanja así la cuestión: «Te escuchan y luego hacen lo que les da la gana, que es lo que tienen que hacer. Son ellos los que ponen la cara».