Cataluña

Pablo Casado, con LA RAZÓN: «Entre Sánchez y Rivera, mi adversario es Sánchez»

Primer encuentro tras ser elegido presidente

Pablo Casado posa para LA RAZÓN en Barcelona, donde de forma simbólica quiso arrancar la nueva etapa del partido. Fotos: Alberto R. Roldán
Pablo Casado posa para LA RAZÓN en Barcelona, donde de forma simbólica quiso arrancar la nueva etapa del partido. Fotos: Alberto R. Roldánlarazon

El nuevo líder popular estrena Comité Ejecutivo en Barcelona. «El PP debe ser en Cataluña la fuerza del cambio, la referencia frente a los independentistas», es su declaración de intenciones en una jornada en la que insiste en su voluntad de integrar a todos.

Con la sonrisa que convirtió en el logotipo y la imagen de su campaña en las primarias del Partido Popular sin borrársele de la cara casi en ningún momento, Pablo Casado afrontó ayer su estreno en un gran acto ante los suyos tras asumir el liderazgo de la formación. La reunión del primer Comité Ejecutivo posterior al «marianismo», y en Barcelona, todo un símbolo de su proyecto.

Una jornada de intenso trabajo que arrancó a bordo del avión que, pasadas las 9:30 horas, le llevó desde la capital hasta la Ciudad Condal, y que LA RAZÓN vivió junto al hombre llamado a devolver la confianza a los populares y a rescatarles de su constante retroceso en las encuestas. Fue un día en el que el nuevo líder del PP dejó claro que su partido abre una nueva etapa. «El PP está listo y preparado ante cualquier cita electoral», proclamó para conjurar el miedo a Ciudadanos.

El rato de conversación en la intimidad con el nuevo jefe de la oposición confirmó que se está ante un político que lleva toda la vida preparándose para ser presidente del Gobierno y que su nuevo paso hacia ese objetivo lo afronta con un ambicioso reto personal, «poder seguir llevando a mis hijos al colegio, como hasta ahora».

De momento, tiene claro cuál debe ser su sitio inmediato: «hacer calle, esto es, que al partido se le empiece a volver a ver, para llegar en plena forma a las municipales y autonómicas del próximo curso». En el repaso que hace para este diario de cómo han sido sus primeros días como presidente popular, destaca, por encima de todo, su voluntad de integrar a todos, eso sí, sin negociaciones, ni cuotas, ni familias.

–¿Que ha buscado con la conformación de la dirección y del Comité Ejecutivo que liderará el partido a partir de ahora?

–Que la integración sea real, y así ha sido. Tal y como me comprometí en campaña hay diez personas de la lista de Soraya Sáenz de Santamaría en mi equipo, casi un tercio del Comité Ejecutivo; y hay otras diez personas que estuvieron en la candidatura de María Dolores de Cospedal hasta el 5 de julio, es decir, otro tercio que también se ha incorporado. Lo que quiere decir que dos terceras partes del Comité son personas que trabajaron con otra candidatura y yo creo que, además, a un nivel muy aceptable porque tanto Isabel García Tejerina como Vicente Tirado y Cuca Gamarra son tres vicesecretarios que estaban en otra candidatura; el presidente del Comité Electoral, también; y el presidente del Comité de Derechos y Garantías, Rafael Hernando, también... En el propio Comité de Dirección, que es el órgano más importante, hay personas con las que hemos estado compitiendo hasta el domingo.

–En tres palabras, ¿con qué mensaje abre esta nueva etapa?

–Mi mensaje es ilusión, renovación tranquila y constructiva y unidad.

– ¿Cree que con esta estructura alejan definitivamente el fantasma de una ruptura?

–Sin duda, el partido sale más fuerte y más unido que nunca.

–¿Ha echado en falta que no estuviera en este primer Comité Ejecutivo Soraya Sáenz de Santamaría en el puesto que le ofreció?

–Me hubiera gustado que estuviera porque, de hecho, he mantenido la plaza que le ofrecí. De esos cinco vocales de libre designación que tiene el presidente nacional del Partido Popular, Elio Cabanes, José Ramón García Hernández, José Manuel García Margallo y, hoy, María Dolores de Cospedal ya ocupan cuatro de las plazas. La quinta la voy a tener reservada para Soraya Sáenz de Santamaría para cuando ella quiera.

–¿Es un ofrecimiento sin límite de tiempo?

–Espero que sea cuanto antes porque es una persona muy válida y una compañera que aporta mucho a este proyecto.

–¿No teme, por tanto, zancadillas desde dentro?

–La verdad es que no porque los adversarios los tenemos fuera. Lo que tenemos que hacer es centrarnos en las elecciones. Otro de los compromisos de integración ha sido respetar el resultado de los congresos regionales y provinciales, independientemente de la orientación de voto o de la presencia en candidaturas que cada uno haya tenido. Y, además, también vamos a respetar las candidaturas que hubiera designadas. Lo único que pedí a mis compañeros en el Congreso es que no preguntaran a quién habían votado. Todos votaron al Partido Popular y, por lo tanto, todos ganamos.

–Asegura que sus adversarios están fuera del Partido Popular y no dentro de su organización política. ¿Cuál es el verdadero rival de Pablo Casado: Pedro Sánchez o Albert Rivera?

–Es Sánchez, sin duda. Por otra parte, creo que España estaba mucho mejor con un modelo bipartidista imperfecto, como pasa en Francia, en Reino Unido o en Alemania. Pero yo creo que la fragmentación parlamentaria y la eclosión de los nuevos partidos no ha traído ni más gobernabilidad ni más representatividad ni más estabilidad.

La agenda del nuevo presidente popular en la jornada de ayer fue maratoniana. En primer lugar, la reunión del Comité Ejecutivo, en la que desveló los nombres de los compañeros que se encargarán de afrontar el horizonte electoral. «Ya estamos en campaña», fue una de las advertencias de Casado en su intervención a puerta cerrada. El primer reto son las elecciones andaluzas. Luego las autonómicas, municipales y europeas. Finalmente, las generales.

Acto seguido, afrontó una rueda de prensa ante decenas de medios en la que lamentó las preguntas relativas a su máster en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), un asunto que le persigue desde hace tiempo, pese a haber ofrecido todas las explicaciones y mostrado su mejor disposición para aclararlo todo. «Absoluta tranquilidad y, no lo oculto, también cierto hartazgo», dijo sobre su estado de ánimo ante este asunto. El líder popular expresó «decepción porque el interés público esté en algo tan irrelevante y capcioso» como el caso de su máster en Derecho Autonómico y Local de la URJC, y defendió que ha aportado toda la documentación. que se encuentra disponible en sus redes sociales, incluso la que «no han prestado las autoridades que tenían que prestarla».

En este encuentro con los medios avanzó su primera iniciativa en el Congreso: un proyecto de reforma del Código Penal en torno al delito de sedición ante la eventualidad de un nuevo desafío independentista. Desde el hotel en el que tuvo lugar la reunión presidida por Casado, los integrantes del Comité Ejecutivo, haciendo caso a la directriz de «hacer calle», se hicieron una foto de familia en Montjuic. Y, finalmente, una comida que el presidente compartió con buena parte de sus colaboradores más estrechos. Fue, en definitiva, una nueva jornada sin descanso, como las que Casado ha vivido desde el pasado domingo y que se prolongarán durante las próximas semanas. Hoy reunirá a los grupos del Congreso y el Senado en la sede de la calle Génova y el fin de semana asistirá a reuniones en Córdoba y Ávila.

El nuevo jefe de la oposición ha vivido estos días de alegría, pero también de tensión, junto a su equipo más próximo y haciendo hincapié en los tres ejes que han de marcar su mandato: «Regeneración, ilusión y unidad», en palabras de uno de sus más estrechos colaboradores. «Es el encargo y el reto de su vida», aseguraba otra de las incorporaciones a la dirección de la formación, confirmadas ayer por el presidente.

Lo que parece evidente, y quiso dejar claro, fue que la elección de la capital catalana como el lugar en el que la «era Casado» echó a andar es toda una señal de sus prioridades. Y pronto pudo percatarse de que su guiño a la Cataluña constitucionalista había sido recibido con una mezcla de alegría y alivio entre muchos, como le hizo ver una vecina de Barcelona que se acercó a saludarle al hotel con una enorme bandera de España.

El presidente popular reconoce que quiere que su partido en esta comunidad se convierta en la «vanguardia» de los suyos, que combata el «apaciguamiento» con el que el presidente Sánchez se enfrenta al independentismo, pero que, al mismo tiempo, pueda articularse como en una «fuerza útil». Llegó y se sintió como en casa. El presidente de los populares catalanes, Xavier García Albiol, acudió al aeropuerto a recogerle en un día marcado por la segunda jornada de huelga de taxis. Casado pidió ante los medios a García Albiol que repita como candidato al Ayuntamiento de Badalona: «Tres años después le siguen echando de menos», destacó.

El presidente del PP se echó «a la calle» por el paseo marítimo sin más problema que las felicitaciones y el reclamo de fotos por parte de algunos barceloneses y turistas. Ya había recibido la enhorabuena de numerosos viandantes a su llegada al hotel que acogió el cónclave del PP y tras hacerse la foto de familia junto a su equipo en la escalinata de Montjuic. El sucesor de Rajoy considera que los cambios en esta comunidad deben llegar ya. Reconoce a LA RAZÓN que esto debe suceder por una cuestión de «higiene democrática».

–¿Qué papel tiene que desempeñar el Partido Popular a partir de ahora en Cataluña?

–Yo creo que tiene que ser la fuerza del cambio. Aquí hace falta un cambio prácticamente por higiene democrática. Lo que está pasando aquí es absolutamente inadmisible: es una ruptura de la legalidad, de la convivencia, de la prosperidad económica y yo creo que Ciudadanos no ha sabido traducir su liderazgo electoral en un liderazgo efectivo como oposición. Nosotros tenemos que optar a ser la referencia en la oposición a los independentistas.

Antes, en rueda de prensa, había instado a «acabar con la ira». Con esa ira que tanto él como, muy especialmente, sus compañeros del PP en Cataluña han sufrido muy de cerca: «El otro día nos emocionábamos cuando recordábamos el escrache que había sufrido Andrea Levy, o las amenazas con bala que recibió Xavier García Albiol en su buzón, o los monigotes colgados en un puente de Vic con el logotipo del PP en la última campaña o las pintadas en el negocio de Dolors Montserrat como si estuviéramos en un régimen totalitario».