23-J

Pacto de Feijóo con los barones: si gana, irá a una investidura sin Vox

La cúpula popular atiende al consejo demoscópico y centrará su campaña en el voto útil para un gobierno en solitario con apoyos externos

El adelanto de las elecciones generales ha descolocado la agenda de todos los partidos ante una campaña anómala en todos sus parámetros, empezando porque los partidos se encuentran a 53 días de las urnas sin programa, sin listas, con las estructuras orgánicas agotadas y la opinión pública también agotada. La campaña se dirige a un choque entre el mensaje socialista de pedir el voto útil contra la extrema derecha, y la ofensiva del PP para presentarse como la garantía de un gobierno de mayorías, abierto a integrar a todos los ciudadanos críticos con el «sanchismo». La precipitación de las elecciones plantea al PP el problema de enfrentarse a la amenaza de que Vox, bajo la inercia de los resultados autonómicos y municipales, entre con más fuerza en el Congreso de lo que los populares esperaban para el mes de diciembre.

Superadas las elecciones autonómicas y municipales, el plan del PP era aprovechar el margen hasta diciembre para, con una estrategia de «lluvia fina», buscar reforzar el voto útil, tirando también del flanco de la derecha, una vez capitalizado mayoritariamente el voto de Ciudadanos. Esa expectativa se acorta, y el riesgo de que Vox saque un mejor resultado del esperado en diciembre está ahí. Sea como sea, el presidente del PP tiene el apoyo de sus barones, con los que almorzó ayer tras la reunión de la Junta Directiva Nacional, para afrontar una posible investidura en solitario si es la lista más votada el 23-J y la exigencia de Vox es un Gobierno de coalición.

El análisis de la dirección popular es que de darse ese contexto, lo importante es que «no hay alternativa en el otro lado y Vox tendrá que apoyar a Feijóo sí o sí en una investidura», «otra cosa será, luego, el día a día». En ese sentido, argumentan también que si el objetivo es echar a Pedro Sánchez, «en las comunidades y ayuntamientos pueden jugar a entrar en el gobierno, pero a nivel nacional, no».

Génova tiene también la presión de tomar nota de los errores cometidos por Pedro Sánchez, como aquel «nunca gobernaré con Podemos», y evitar entrar en contradicciones consigo mismos, haciendo lo mismo que critican al presidente del Gobierno.

Sus dos principales retos son conseguir que, una vez que Ciudadanos (Cs) no se presenta, todo el voto que se ha perdido en estas elecciones del 28-M, por apoyar a las siglas naranjas y que Cs no consiguiese alcanzar el 5 por ciento para tener representación parlamentaria, no se quede en casa y acabe en el saco del PP. Y, en segundo lugar, hacer una renovación de las listas en la que no se cuelen «cadáveres». Para dar sentido al lema del Gobierno de mayorías, en esas listas necesitan incluir perfiles plurales, e incluso en el partido se plantean que debería ponerse sobre la mesa el fichaje de Inés Arrimadas, incluso aunque Cs no concurra a estos comicios.

El PSOE también tiene sus retos por delante: la fragmentación y, sobre todo, la desilusión y el bajón anímico de las estructuras orgánicas que salen derrotadas de las elecciones, y de las que depende Moncloa para movilizar de nuevo al partido e impulsar la campaña de Sánchez. Moncloa tiene que pedirle a los que han perdido el poder, por culpa de Sánchez, o eso dicen internamente, que ahora trabajen para que Sánchez gane. En los territorios, el PSOE no va a hacer campaña normal, hará la mínima «para justificar», según se escucha fuera de Ferraz. Solo la harán los que vayan en listas, pero los aparatos de las organizaciones regionales no moverán un dedo.

Ante este contexto, los expertos demoscópicos sostienen que la opinión pública está cansada del Gobierno de coalición después de la experiencia de estos años. Suma más, en líneas generales, abogar por la estabilidad y por Gobiernos en minoría, y es por ahí por donde va a jugar la dirección popular. La apelación al voto útil también será clave en la estrategia socialista, pero con menor posibilidad de funcionar si va unida a la expectativa de que sea para mantener la alianza actual que ha sostenido a Sánchez en Moncloa. Y esta ha sido, precisamente, la apuesta grande del líder socialista en esta legislatura. Moncloa ha primado en todas sus decisiones preservar esa alianza, penalizada por el votante socialista más moderado, con Podemos, ERC y Bildu. Ayer insistió de nuevo en advertir del coste de esos pactos Emiliano García-Page, en una entrevista con Carlos Alsina en Onda Cero. Page es el gran vencedor dentro del PSOE de estos comicios al haber conseguido mantener la mayoría absoluta y conservar la Junta de Castilla-La Mancha, en parte por erigirse en el barón más sincero en la crítica a las decisiones del Gobierno de coalición. Lo que la mayoría decía en privado, él lo sostenía en público.