José Antonio Vera
Un poco de sensatez, por favor
Hay que estar muy ciego para justificar la injusticia de liberar a Puigdemont de sus cargos sin haber comparecido en los Tribunales
A ver, sentido común. Es lo que dicen los socialistas críticos a los que molesta sobremanera tenerse que colocar un pinganillo para escuchar a un compatriota con el que se pueden entender en la lengua compartida, o sea, en español. Pero no, aquí nos gusta complicar las cosas hasta el ridículo.
Es lo que tuvo que hacer en el Senado el socialista andaluz Chaves para poderse enterar de lo que estaba hablando en catalán el también andaluz y socialista Montilla. Igual a lo que hicieron en el Parlamento catalán con una delegación de políticos nicaragüenses, a los que se obligó a llevar todo el tiempo traductor, pese a que la totalidad de los allí reunidos dominaban el castellano. Y es que lo que no tiene sentido no lo tiene por mucho que a Sánchez le moleste que se lo digan. Es lo que pasa con los caudillos, que no les gustan las críticas. Por eso él no concede entrevistas, fuera de campaña, a los medios criticones, sean radios, prensa o TV. A Sánchez le gusta el aplauso, que le digan lo bueno que es y lo bien que lo hace. Y le ponen nervioso quienes se atreven a afirmar que miente cuando se compromete con una cosa en campaña y hace lo contrario después. Donde dije digo digo Diego, y donde dijo no a transformar el Congreso en una Babel insoportable digo ahora que cada uno hable allí en la lengua que quiera. Y donde dijo que iba a traer a Puigdemont dice ahora que liberar al orate es bueno porque lo pide la ciudadanía. No sabemos muy bien a qué ciudadanía se refiere.
Una encuesta metroscópica ha puesto negro sobre blanco con relación a los partidarios de la amnistía para los golpistas del 'procés'. Curioso porque los socialistas que están más en contra de la amnistía no son los viejos dinosaurios del felipismo y el guerrismo, sino los más jóvenes, o sea, los que deberían respaldar ciegamente a Sánchez. Claro que hay que estar muy ciego para justificar la injusticia de liberar a Puigdemont de sus cargos sin haber comparecido en los Tribunales y después de insultar cada día a nuestro país. En su línea habitual, ayer dijo que “España está podrida”, al tiempo que la nueva portavoz de Compromis llamó “gentuza” a la derecha, y se supone que también a los socialistas críticos que piden sensatez con la amnistía y las lenguas.
Muy educados no parecen estos muchachos del independentismo provinciano. Cuando no hay argumentos de los que tirar te dedicas a insultar. Prohibido hablar contra de la opinión del timonel. Y el que hable mal o regular, a la calle como Nico Redondo y Leguina. Con estos precedentes, Jáuregui, Vázquez, Virgilio Zapatero, Tomás Gómez, Lambán, García-Page y tantos otros ya pueden empezar a rezar. Claro que con Guerra y Felipe no se atreven. Con Bono tampoco, pero nadie sabe dónde está ni qué piensa Bono. De momento se libra, como Vara, de que le llamen dinosaurio.
Cuando no hay argumentos, se injuria. Llamar dinosaurio a González es impropio y es una ofensa. Y llamarle golpista a Aznar, un insulto. Es olvidar que a Aznar le pusieron una bomba los terroristas golpistas de la ETA por defender las libertades de las que hoy puede disfrutar su señoría la portavoza Rodríguez, que ha sido sancionada varias veces por parcialidad temeraria. Llegó al cargo diciendo que nunca haría política de partido, pero lo que quería decir en realidad es que nunca iba a hacer otra cosa que no fuera partidismo. La ilustre vocera cambia de opinión tanto como su jefe. De casta le viene al perro. Y a Calviño, empeñada en decir que Aznar también amnistió a no sabemos quién. Cuando no se sabe qué decir se dicen tonterías. Y si lo dices en euskera-batua mejor, porque así nadie se entera ni te lo pueden recordar.
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