Opinión

La que se avecina

Lo que verdaderamente va a cambiar es la idea de libertad y, con ella, el atractivo que España supone para el dinero de las inmobiliarias

Anuncios de venta y alquiler de viviendas en una inmobiliaria
Anuncios de venta y alquiler de viviendas en una inmobiliaria de Usera en el que hay numerosos carteles con la palabra vendido o reservado.Jesús G FeriaLa Razón

Da gracias si tienes piso alquilado porque, si estás buscando casa y tu zona se declara «tensionada» con la nueva ley de vivienda, lo llevas claro. Tus posibilidades de encontrar techo se verán recortadas por la reducción del número de casas disponibles, la retirada de inmuebles particulares y la disminución de la inversión.

Lo raro de esta ley es que no es nueva. Se implementó en 2015 en Alemania y en 2014 en Francia. En el caso de Berlín, no solo se toparon los precios, es que se regularon y fijaron por ley y metro cuadrado. En París se pusieron precios de referencia. ¿Y qué ocurre? Se consigue bajar el precio de alquiler, pero la oferta de pisos se reduce. En 2021 el Tribunal Constitucional alemán anuló la versión berlinesa. Examinar lo ocurrido allí es anticiparse a lo que va a pasar aquí. Los propietarios particulares se retrajeron y muchos grandes tenedores dejaron el sector.

En España, todo dependerá del color del partido en cada autonomía, puesto que la definición de «zona tensionada» dependerá de los gobiernos locales. «Tensionada» es la etiqueta reservada a los territorios donde la gente invierta más del 30%de su renta en vivienda o donde el precio de compra se haya encarecido tres puntos por encima del IPC.

A corto plazo, los inquilinos se felicitarán de que no se les puedan subir el precio por encima del IPC pero, a medio plazo, la gente va a notar que las zonas intervenidas se estancan y disminuye en ellas la oferta de pisos. Los inversores acudirán a las autonomías menos intervenidas. De nuevo, el capital preferirá Madrid a Barcelona, por ejemplo.

Lo de menos son los datos concretos de la ley, lo que verdaderamente va a cambiar es la idea de libertad y, con ella, el atractivo que España supone para el dinero de las inmobiliarias. Es lógico que la izquierda se preocupe por el precio de los alquileres, pero no lo es tanto que no estudie lo ocurrido en los lugares que impusieron las restricciones que ahora se marcan aquí. La noticia se entiende más cuando se enmarca en campaña electoral. El gran arco social comunista ha visto un acicate para el voto, en especial de los jóvenes. Lo triste es que quienes acudan a las urnas a votarles serán también los más perjudicados por el menguante mercado inmobiliario que acaba de nacer.