Elecciones

¿Qué se juega cada partido el 28-M?

Las elecciones municipales y autonómicas abren el ciclo electoral de 2023 y marcarán las expectativas de cara a las generales

MURCIA, 06/05/2023.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), durante su participación en el mitin convocado este sábado en Murcia. EFE/Marcial Guillén
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, participa en un mitin en MurciaMarcial GuillénAgencia EFE

Arranca oficialmente la campaña para el 28-M, dos semanas en las que los principales partidos pugnarán por consolidar sus opciones electorales y marcarán la senda hacia las generales de final de año. Cada formación parte de una posición y se enfrenta a diversos retos: aguantar, consolidarse e, incluso, sobrevivir.

PSOE: Sánchez se conjura contra el cambio de ciclo

Las elecciones autonómicas y, sobre todo, las municipales atienden a una lógica local que escapa del debate nacional que lo polariza todo. El PSOE lo sabe, pero tampoco es ajeno a que este 28-M marcará la dinámica que acabará desembocando en las elecciones generales. Los socialistas han perdido las últimas elecciones que se han celebrado, a excepción de Cataluña: Galicia, País Vasco, Comunidad de Madrid, Castilla y León y la derrota especialmente traumática de Andalucía, de la que les costó enormemente reponerse.

Fuentes socialistas se escudan en que en todos estos territorios –pese a que el feudo andaluz es un bastión tradicional del PSOE– gobernaba el PP antes de los comicios, por lo que su victoria en las urnas no supuso un cambio sustancial. Sin embargo, en esta contienda, el PSOE sale a defender el grueso del poder territorial que el partido consiguió en 2019. Actualmente gobierna en nueve de las 12 comunidades autónomas que se miden en las urnas y en la décima, Cantabria, ostentan la vicepresidencia. Los socialistas se conjuran, por tanto, contra el cambio de ciclo que anticipan desde hace meses los populares.

La noche del 28 de mayo, todas las miradas se dirigirán a la Comunidad Valenciana. Mantener la Generalitat supone un valor añadido en sentido inverso, esto es, perderla sería tanto como cimentar definitivamente el camino de Alberto Núñez Feijóo hacia La Moncloa, porque de los grandes feudos, los populares controlarían la Comunidad de Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana, frente a los socialistas que solo ostentaría Cataluña. Pedro Sánchez necesita que el PSOE aguante en estas elecciones para crear un estado de ánimo que le permita mantener el pulso hasta final de año, aunque siga por detrás en las encuestas. A nivel municipal, en Ferraz aspiran a ser primera fuerza en votos y dirigen sus expectativas en mantener el poder actual en Sevilla y conseguir Barcelona y Valencia; la batalla por Madrid se da por perdida, algo que molesta en el PSM.

A nivel territorial existe optimismo por el papel que va a jugar el PSOE, que podría mejorar incluso sus resultados de 2019 en algunas comunidades. Sin embargo, el lastre de los socialistas viene por su izquierda. No depender de sí mismos es algo que preocupa en la dirección federal que ya asume que se pueden «perder gobiernos» si Unidas Podemos o sus aliados regionales sufren un retroceso que les impide conseguir la representación suficiente para volver a revalidar las alianzas que actualmente les mantienen en el poder.

PP: medir el efecto Feijóo y sumar territorio

El Partido Popular entra en campaña con la idea de conquistar el mapa de España y teñirlo de azul. Ya lo hicieron en 2011 donde fue el color predominante en los comicios municipales y están seguros de que pueden repetirlo. También tiene por delante volver a recuperar territorios tradicionales del PP como es la Comunidad Valencia, una idea que parece cada vez más real y en la que van a implementar sus esfuerzos. También buscan la mayoría absoluta, para evitar «muletas», en la Comunidad de Madrid o la Región de Murcia, dos territorios que saben no van a perder. Tienen posibilidades también en Aragón y Cantabria donde las encuestas le brindan un gobierno en coalición.

En el PP se busca seguir la estela marcada por el presidente andaluz, Juanma Moreno, quien consiguió una mayoría en solitario, contra los pronósticos históricos y demoscópicos. Según están las cosas, destacan en el partido, no hay ningún territorio ni gobierno donde el PSOE tenga garantizado mantener el poder en el que el PP no tenga «opciones».

Siguen la máxima de Feijóo, la de que es posible alcanzar mayorías sin coaliciones como él mismo logró mantener y reeditar durante años en Galicia. Esa es la consigna inicial y el reto.

Llegan a la campaña sin pensar en el con quién pactar después del 28-M, como le piden algunos partidos porque su pacto, aseguran, está con los electores. El líder del PP ha dado libertad a sus barones ante los posibles acuerdos a los que se tengan que enfrentar el 29 de mayo porque su aspiración es «ganar».

El día después de los comicios se verá las posibilidades que el «efecto Feijóo» ha tenido en el electorado y en cómo se puede traducir en la batalla por La Moncloa y sus opciones de gobierno. De estos resultados también se valorará el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo y si ha surtido efecto la estrategia de sus políticas de ofrecer diálogo, pactos y apoyo en medidas concretas erigiéndose como una alternativa de gobierno «responsable» al tiempo que ha lanzado sus propuestas y compromisos de gobierno.

Los populares se muestran «unidos» y han conseguido involucrar en la campaña a todas las «almas» del partido como contraposición a los barones socialistas que, reiteran, están divididos y huyen de su presidente. También tienen por delante convencer a los desencantados de la izquierda de que no se queden en la abstención, sumar los votos perdidos de Ciudadanos y evitar que su electorado se marche a Vox y que los posibles acuerdos del día después, si les hay, no les mueva del «centro».

Vox: ser protagonista y llave o quedar en segundo plano

El partido que lidera Santiago Abascal vuelve a su campaña a pie de calle con el convencimiento de que serán decisivos en muchos territorios en los que el PP puede que no consiga la gobernabilidad por sí solo. Cuenta con un fiel granero de votos entre los más jóvenes, pero también, en época de sequía, el mundo del campo está de su lado. Con un voto fiel, tendrá que calibrar si su electorado entendió la moción de censura al Gobierno, en tiempo de descuento, en el que presentó al profesor Ramón Tamames como candidato a la presidencia del Gobierno o si, por el contrario, emigró al desencanto.

El plantón que el Grupo Vox dedicó al presidente de Colombia, Gustavo Petro, cuando comparecía en el Congreso de los Diputados tras sus previos ataques a España hizo que sus votantes más indecisos hayan ido afianzando su apoyo. Los de Abascal volverán a hacer valer sus votos, no los darán «gratis» y dependerá de los resultados y el dictado de las urnas sus exigencias. Saben que pueden ser la llave en mayorías absolutas que se puedan resistir. Aunque no adelantan si sus candidatos volverán a tener «cara de vicepresidentes» como ocurrió en Castilla y León (aunque apuestan por emularlo) o si darán apoyos externos bajo la condición de pactar su programa –una fórmula que seguían en la Comunidad de Madrid– se presentan, como siempre han dicho, con la misión de ser dique de contención de las políticas de izquierda e, incluso, «asustar» al Partido Popular con su resultado que creen será «inesperado».

Estos son los primeros comicios en los que Vox concurre ya como un partido consolidado ya que en 2019 su presencia territorial era casi testimonial y son la tercera fuerza política en el Congreso. Por ello, ven estas elecciones como «la primera gran oportunidad» de poner freno a Pedro Sánchez y esperan un gran crecimiento de votos el 28-M que sea la radiografía de los posibles pactos de cara a unas elecciones generales, aunque su fuerza posterior en Ayuntamientos y comunidades dependerá de la aritmética electoral.

Aspiran a condicionar los gobiernos de Madrid, Extremadura, Ceuta, Murcia, Comunidad Valenciana, Baleares y Castilla La Mancha. Saben que su fuerza está, sobre todo, en sus principales líderes y en la marca más que en los candidatos que presentan que suelen ser poco conocidos y, para ello han preparado cuatro grandes caravanas con Abascal, que lleva semanas visitando diferentes puntos de España, Ignacio Garriga, Iván Espinosa de los Monteros y Jorge Buxadé. También Vox sitúa Valencia como un objetivo estratégico y abrirán allí la campaña.

Ciudadanos: resistir con utilidad o desaparecer

La crisis que sufre Ciudadanos, reconstrucción del partido con bicefalia mediante, se verá reflejado en los comicios municipales y autonómicos del próximo 28-M. Aunque muchas de las encuestas no le dan ni siquiera ese 5% del voto que les permite lograr representación, los naranjas mantienen la moral alta y creen que aún «hay partido» y posibilidades de salvar los muebles. Y ese será su reto, que los pocos representantes que logren, si lo consiguen, puedan tener utilidad para formar gobiernos lo que les haría coger oxígeno y llegar con cierta «dignidad» a las elecciones generales para lo que aún no han decidido quién será su candidata o candidato.

En el partido insisten en que votar naranja tiene la ventaja de que las mayorías se van a fijar «del centro a los extremos y no al revés» pero, para que se dé ese escenario, tendrán que aguantar el tipo. Son conscientes de que parten desde «muy abajo» aunque son optimistas y ven cada pequeña subida como una posibilidad de no extinguirse a pesar de que en Castilla y León solo tienen un representante y en Madrid desaparecieron en los últimos comicios autonómicos con un terremoto en Murcia que se verá cómo les pasa factura en la Región.

Pase lo que pase los naranjas apuestan por seguir tras los comicios municipales y autonómicos del próximo 28 de mayo y no decaer asegurando la papeleta, al menos, en todo el ciclo electoral de este año. Resistir y ser útiles es su máxima en una batalla en la que ninguno de los grandes partidos cree ya en sus posibilidades porque, para que esto exista, tienen que volver a reilusionar a un electorado que, en su mayoría, suele moverse entre los más indecisos o abstencionistas. Las clases medias será su principal nicho de voto y a ellos se dirigen.

En su meta está que Begoña Villacís no pierda la plaza municipal en Madrid, siendo ésta una con mayores posibilidades, aunque miran también a otros territorios como el de Baleares donde su portavoz nacional, Patricia Guasp se ha consolidado en la isla aunque, podría también medir el tirón de su liderazgo. Tiran de «gestión» y de que han puesto líneas rojas a la corrupción en las comunidades donde han gobernado al tiempo que presumen de que a sus candidatos les quieren fichar en otros partidos porque tienen cantera.

La nueva dirección de Ciudadanos se examina con los rescoldos de la pasada gestión de Inés Arrimadas, divisiones sin cicatrizar, abandonos, pérdida de su estructura territorial y el riesgo de conducir al partido a un ocaso sin vuelta atrás.

Imputarán sus números a Díaz y ella se zafará

Estas elecciones son las primeras para Podemos en las que no creen que si sufren un batacazo en las urnas, el resultado les pese en soledad a la cúpula y a su principal responsable, Ione Belarra. Los morados remarcan que, finalmente, la vicepresidenta Yolanda Díaz se ha implicado muy activamente en la campaña electoral con actos de apoyo a candidaturas de Unidas Podemos. Para ellos, eso tiene una consecuencia clave: obligaciones en la noche del 28-M con los resultados ya en la mano. «Si eres líder de Unidas Podemos, lo eres para lo bueno y para lo malo», sentencia un dirigente del partido.

De esta manera, Podemos prepara el camino para repartir las culpas si se produce un nuevo fracaso electoral, en línea con las elecciones de 2019 y más recientemente en Madrid, Galicia, Castilla y León o Andalucía. En el otro lado, la vicepresidenta juega con este análisis que sobrevuela en la sede de Podemos, pero aún así ha decidido volcarse en la campaña electoral. Según explica su equipo, el objetivo es que «ningún voto progresista» se quede en casa. Aun así, la vicepresidenta no se presenta a estas elecciones como candidata, por lo que en su equipo rechazan este órdago por parte de los morados.

Para Podemos estas elecciones son clave porque de ellas depende su poder de cara a la negociación con Sumar para su confluencia política de cara a las próximas elecciones generales. Es por eso que los morados querían haber llegado a un acuerdo político y al compromiso de celebrar primarias abiertas antes del 28-M con Sumar. En el plano electoral, Podemos necesita superar el umbral del cinco por ciento en comunidades clave como Madrid o Valencia. De momento, solo el CIS les da entrada.

En el primer territorio, el efecto de Pablo Iglesias como candidato no fue tal y solo les permitió obtener diez diputados con el 7,24% de los votos. La candidata, Alejandra Jacinto, es menos conocida y ello juega en su contra. Además, en la Puerta del Sol, los morados se miden con su principal rival en la izquierda, Más Madrid, que ocupa la plaza de primer partido de la oposición y es, además, la fuerza con la que más sintoniza la vicepresidenta. Los morados creen que de sus resultados dependerá la mayoría absoluta de Ayuso, por lo que se definen como el «voto útil» y jugarán con el mantra de que son decisivos para evitarlo. En Valencia, podrían entrar con un resultado muy ajustado en las Cortes, y su futuro aquí es clave para que el socialista Ximo Puig pueda revalidar la Generalitat.