Cónclave

Vox se aferra al ideario de Trump para reflotar un partido agrietado

Abascal es el anfitrión de la cumbre que sirve de "pegamento" con Orban, Le Pen o Salvini

Madrid se ha convertido este fin de semana en el epicentro de una estrategia global que busca reforzar los postulados que representan el húngaro Viktor Orbán, el italiano Matteo Salvini o la francesa Marine Le Pen. Y es el líder de Vox, Santiago Abascal, presidente también de Patriotas por Europa (la tercera fuerza política de la Eurocámara), el anfitrión de esta cumbre en la que los aliados en europeos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, buscan sembrar su semilla y alinear los discursos y planes de acción con sus postulados: del populismo al nacionalismo soberanista, pasando por la lucha contra la inmigración ilegal. Estos serán los puntos fuertes de un cónclave que emula la «cumbre de Madrid» de 2022, en la que se acordó luchar contra la «amenaza creciente que trata de transformar la Unión Europea en un mega Estado ideologizado».

Un encuentro que, según fuentes cercanas a la organización, busca fortalecer la colaboración entre partidos que comparten una visión común: desafiar lo que consideran la hegemonía de las élites progresistas y consolidar un bloque de oposición firme en Europa y también en América.

Pero en Vox se miran también a sí mismos y se aferran a este cónclave para tratar de reflotar un partido agrietado. De hecho, pese a la crisis interna que viven, pero niegan, los de Abascal aseguran que ningún miembro de Patriots les ha preguntado por ello.

Pero está ahí. Del ala liberal a las gradaciones del ala conservadora, la tensión interna en Vox se han hecho notar esta semana y miembros de las estructuras territoriales del partido han alzado la voz en contra de esta alianza, que consideran les escora a un papel con el que se hace imposible llegar a cualquier acuerdo con el resto de formaciones políticas e incluso merma cualquier intento de poder alcanzar, en un futuro, La Moncloa. Esto provocó que dos procuradores de Castilla y León fueran expulsados del partido tras acusarles de intentar «socavar» a la formación política y también empujó a la marcha de su líder en Castilla y León, Juan García-Gallardo, tras negarse a firmar la expulsión de ambos procuradores con acusaciones de « injerencia y falta de pluralidad».

Vox argumenta que esta alianza con Meloni, Orbán o Trump provoca «temor en el PP o PSOE» porque «escenifica lo que podría ser la Presidencia de Abascal». Pero el sector crítico asegura que les conduce a seguir como tercera fuerza política, aunque continúen en auge en las encuestas.

Se trata de un ala discrepante que existe, pero que, en la mayoría de los casos, está silenciada, porque, según cargos consultados por LA RAZÓN, el partido no es «participativo» y quien disienta, «cae en desgracia». Es posible, de hecho, que vuelva a producirse un nuevo estallido, aunque nada hace pensar que eso ponga en peligro el liderazgo: Kiko Méndez Monasterio y Jorge Buxadé conforman el núcleo duro y son quienes marcan la estrategia a seguir, siendo Abascal la cara más visible. Ellos son los ideólogos de la entrada de Vox en Patriotas por Europa, en julio de 2024, una idea que también se coordinó desde Disenso. Con esta decisión buscaban posicionar a Abascal con un mayor peso internacional, mirando a «largo plazo», para dar valor a su liderazgo y consolidarle como la referencia en cuanto a futuras alianzas. Además, esta estrategia se ha visto como un intento de afianzar posiciones euroescépticas y de sentimiento nacional. En Disenso aspiran a que, «más pronto que tarde», Patriots termine fusionándose a nivel europeo con el ECR de Meloni para formar una alianza internacional mayor, donde Abascal sea el máximo representante.

Está por ver cómo evoluciona el experimento económico de Trump con los aranceles, porque el proteccionismo es una guerra de desenlace incierto y este puede ser el punto débil de Vox para los próximos meses. Sobre esos dos ejes, social y económico, los de Abascal tratan de construir su relato y crecimiento electoral, obviando que sus estructuras territoriales están debilitadas. En el cónclave de Patriots buscan alinearse con posiciones como la identidad nacional y el rechazo a la influencia de la UE o la ONU, así como la protección de la cultura y tradiciones nacionales frente a lo que ven una «amenaza globalista». También apuestan por una política migratoria restrictiva, con medidas contra la entrada de extranjeros, el rechazo al multiculturalismo, la lucha frontal a las políticas de igualdad de género y el «wokeismo».