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¿Por qué mi hijo detesta disfrazarse?

Disfrazarse no es algo obligatorio ni necesario para el desarrollo de los pequeños, sino que se trata de algo opcional

¿Por qué mi hijo detesta disfrazarse?
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Para muchos padres es difícil entender que su hijo no disfruta con algo que para la mayoría resulta divertido y por ello pueden caer en el error de obligarle a hacer algo con lo que el niño no se siente cómodo.

Si bien la llegada de fiestas asociadas a disfrazarse, implica para muchos un motivo de diversión y entretenimiento al cambiar provisionalmente de identidad e imagen, supone para algunos padres el comienzo de una batalla a fin de conseguir que sus hijos se introduzcan en los disfraces que con tanta ilusión han preparado para ellos.

En los últimos años este tipo de fiestas ha aumentado considerablemente, ya que al tradicional Carnaval, se le han ido sumando nuevas incorporaciones como Halloween y otro tipo de fiestas temáticas de colores, estaciones del año, fiestas patronales... que implican enfundarse en un disfraz o vestimenta especial. En muchas ocasiones, la presión social es tan fuerte, que disfrazarse se acaba convirtiendo más en una obligación que en un motivo de entretenimiento tanto para niños como para padres.

De este modo, para muchos padres es difícil entender que su hijo no disfruta con algo que para la mayoría resulta divertido y por ello pueden caer en el error de obligarle a hacer algo con lo que el niño no se siente cómodo. Las causas por las que un niño puede rechazar un disfraz dependerán de factores relacionados con su edad, madurez, factores de personalidad y experiencias asociadas.

Para algunos niños todo aquello que implica salir de su rutina, les produce inseguridad. Por ello es posible que ver a la gente vestida de una manera extraña, diferente a la habitual le produzca temor, o es posible que todavía no cuente con capacidad para integrar lo que significa simular algo y al no poder gestionarlo, se sienta vulnerable. Se trata de algo muy común que probablemente se disolverá a medida que el pequeño vaya avanzando en su desarrollo.

En este sentido, su negativa a disfrazarse y asistir a la fiesta, puede guardar relación con miedos evolutivos. Este tipo de miedos en la infancia, que van variando según la edad y desarrollo, son un fenómeno normal que forma parte del proceso de desarrollo infantil, cumpliendo una función socializadora y de protección y desapareciendo de forma gradual a medida que el niño va madurando. En relación a los disfraces, el miedo podría relacionarse con temor a lo desconocido, a animales, máscaras, seres malvados y personajes de terror, frecuente entre los 2 y 8 años de edad.

En este caso, podemos explicarle en qué consiste el carnaval, buscar juntos información sobre el origen de esta tradición, jugar en casa a ponernos y quitarnos disfraces para que vea que no hay nada de extraño en ello. Si finalmente decide disfrazarse, debemos darle tiempo para hacerse con la situación, acompañarle y animarle poco a poco a hablar con la gente para que vea que son las personas de siempre, vestidas de manera distinta. Podemos quedarnos cerca, para que sepa que si en algún momento lo necesita, estaremos allí para apoyarle y finalmente, darle la tranquilidad de que no es obligatorio quedarse y podréis marcharos si lo desea.

De esta manera, en términos de apego, estaremos cubriendo las tres necesidades básicas del círculo de confianza. Dotar al pequeño de la libertad necesaria para explorar, pero siempre vigilando el proceso y alegrándonos por sus progresos, facilitar su regreso, mostrándonos disponibles siempre que necesite volver en busca de calma y consuelo y finalmente, proporcionar los cuidados de forma afectuosa y protectora.

En caso de que el motivo del rechazo esté relacionado con factores de la personalidad como timidez, o miedo a hacer el ridículo, conviene ser más precavidos y respetar su decisión. Volviendo a los temores evolutivos, entre los 7 y 8 años, es común el miedo a sentirse ridículo ante otros y no ser aceptados. Igual que no trataríamos de obligar a un adulto a ponerse algo que no quiere, no debemos hacerlo con los niños. Sin embargo, podemos ofrecerle la posibilidad de llevareldisfrazenunabolsa, por si al llegar a la fiesta y ver el ambiente, le apetece ponérselo.

En esta línea, debemos plantearnos el motivo por el que al niño le da vergüenza disfrazarse. Una posibilidad es que nuestro hijo esté rechazando vestirse con lo que hemos elegido para él porque nosesientecómodo o le da vergüenza ir disfrazado de algún personaje en concreto. Hay que tener en cuenta que el desarrollo evolutivo es distinto en cada niño y loqueparaunopuederesultaremocionante,paraotrocon mayor nivel de madurez, puedepercibirsecomoridículo. Por ello, es importante tenerencuentalaopinióndenuestrohijo a la hora de elegir el disfraz, pues de este modo estaremos favoreciendo la autoafirmación de su identidad y fomentando eldesarrollo de una buena autoestima. En caso de que el disfraz sea elegido por la escuela, podemos intentar motivarle, animándole a implicarse y darle su toque personal. En cualquier caso, si finalmente decide que prefiere no disfrazarse, lo mejor es respetar su decisión y apoyarle.

Otra causa por la que un niño puede rechazar disfrazarse es que haya tenido alguna experiencia negativa previa, por ejemplo que algún compañero se burlara de él. Así, podemos hablar con él para explicarle que una experiencia desagradable aislada no significa que esa situación vaya a repetirse y que no merece la pena permitir que un comentario desafortunado nos arruine algo que realmente nos apetece hacer.

En cualquier caso, no debemos perder la perspectiva y olvidar que al fin y al cabo disfrazarse y acudir a este tipo de eventos no es algo obligatorio ni necesario para el desarrollo de los pequeños, sino que se trata de algo opcional, pensado para su diversión y disfrute. De este modo, si la experiencia no resulta amena y divertida, no tiene ningún sentido tratar de forzarlo, ya que con ello sólo generaremos presión y sentimientos de malestar e inadecuación en nuestros hijos.

Lara Garrido Valdivieso es Psicóloga de GrupoLaberinto.