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¿Qué le ha pasado a mi hijo (adolescente)?

¿Qué le ha pasado a mi hijo (adolescente)?
¿Qué le ha pasado a mi hijo (adolescente)?larazon

Si nos ponemos nostálgicos hasta podemos escuchar en nuestra cabeza el sonido de los ajús que nuestros adolescentes hacían hace nada, un suspiro. No hay que dramatizar pero sí estar mucho con ellos (aunque no quieran) porque nos necesitan más que nunca.

Si nos ponemos nostálgicos hasta podemos escuchar en nuestra cabeza el sonido de los ajús que nuestros adolescentes hacían hace nada, un suspiro. Nos parece que fue ayer cuando nos pasábamoshoras en vela por las noches intentando que no llorasen por los gases típicos del cólico del lactante...y ahora los motivos de los desvelos son que aquél mofletudo simpático que tenía mamitis se ha convertido en un gruñón que se enfada por todo y con el que ahora resulta casi imposible hablar. ¿Qué ha pasado con aquella adorable niña que quería siempre que la peinaras y dormir contigo y ahora no quiere ni que entres en su cuarto? En realidad no ha pasado nada, o ha pasado todo un mundo, al menos para el adolescente que tienes en casa. Son fases normales del crecimiento. No hay que dramatizar pero sí estar mucho con ellos (aunque no quieran) porque aunque parezca que no, nos necesitan más que nunca.

Hablamos con el psicólogo José Carrión Otero, de Cinteco

-Casi todo el mundo coincide en que la adolescencia es una época “terrible” para los padres...y para los hijos ¿Está de acuerdo? ¿Por qué?

-Según mi opinión y desde la experiencia como terapeuta no me gustaría identificar, necesariamente, este periodo evolutivo con una época de crisis o unos años “terribles”. Es verdad que la adolescencia por definición significa cambios y ya sabemos que estos pueden conllevar algunas dificultades. Los adolescentes tienen que enfrentarse a la transformación integral que les transportará a la vida adulta. Es también una edad de nuevas experiencias y de acceso a situaciones que pueden conllevar ciertos riesgos y, por consiguiente, una mayor vigilancia por parte de los padres que el adolescente suele interpretar como un control excesivo de la independencia que se ha propuesto conseguir.

-¿Qué cambios suceden para que, de repente ese niño o niña tan apegado a su madre o padre se convierta en alguien huraño que apenas hablar?

-Cambios físicos, definición de su propia identidad, integración en su grupo y un largo etcétera que puede venir aparejado a bruscos cambios de humor y planteamientos , a veces, peculiares sobre su mundo y las diferencias con el mundo de los mayores. Es la etapa donde la principal referencia corresponde a la del grupo de iguales y donde la conducta de oposición al adulto forma parte de la propia definición como sujeto autónomo.

-¿Cómo debemos gestionar los padres todos estos cambios?

-Yo empezaría por no generar alarmas innecesarias. Es fundamental compartir el tiempo y observar sin invadir su espacio. La comunicación fluida, que no forzada. El respeto hacia sus posiciones sin perder la referencia como figuras de autoridad y la disponibilidad para que puedan consultar con nosotros cualquiera de sus grandes interrogantes.

-La calidad y la cantidad, ¿es, si cabe, más importante en esta etapa a la hora de estar en casa cuando llegan los hijos del colegio?

-Vivimos unos ritmos que nos obligan a destacar la calidad frente a la cantidad aunque siempre es preferible que ellos sepan de nuestra presencia y de nuestro interés por lo que les está ocurriendo.

-¿Qué debemos hacer si, de repente, notamos actitudes extrañas en el comportamiento de nuestro hijo adolescente tipo: no hablar jamás, encerrarse en su cuarto, cambiar de amistades, dejar de hacer deporte....?

-Lo ideal es mantener canales de comunicación que permitan identificar posibles dificultades, muchas de estas conductas podrían formar parte de la etapa que estamos describiendo sin que haya detrás un problema pero conviene prestar atención a las mismas sobre todo si persisten en el tiempo y se presentan de manera muy brusca. En cualquier caso siempre podemos pedir la opinión de un especialista.

-¿Debemos ser amigos de nuestros hijos o ese es un grave error?

-Tener una relación de calidad y afectividad con nuestros hijos no tiene que alejarnos de nuestro rol como padres, sus amigos son sus iguales.

-Con respecto a los padres de los años 70, ¿en qué hemos mejorado y qué hemos empeorado?

-Quizás habría que destacar aquí la falta de tiempo y los cambios en el modelo educativo, los padres actuales disponen de más información y mejor preparación aunque esto no se ha traducido exactamente en grandes mejoras, probablemente en un intento por flexibilizar modelos educativos anteriores se ha pecado de un exceso de explicaciones y una definición débil de los limites que todo adolescente necesita. También es cierto que el contexto actual ha cambiado significativamente y juega un papel importante en todo esto.

-¿Somos unos padres severos a la hora de “imponer” disciplina...suponiendo que ésta sirva para algo?

-La disciplina funciona cuando se empieza a instalar en edades anteriores a la adolescencia y es en esta etapa cuando se favorece la negociación y la escucha activa de sus opiniones pero sin perder, insisto, nuestro papel a la hora de definir las reglas del juego. Los padres que acuden a nuestra consulta suelen expresar grandes dificultades para ejercer de manera asertiva su autoridad, dicen sentirse decepcionados después de los esfuerzos que han venido realizando y verbalizan un importante desencuentro. Nuestro trabajo favorece la definición de lo que está ocurriendo, el ajuste adecuado en sus expectativas y la propuesta de un modelo consensuado que favorezca la convivencia y la regulación de las conductas del adolescente de manera saludable.