Psiquiatría

¿Cómo puede un profesor darse cuenta de que un niño necesita ir al neuropediatra?

Una detección precoz ayuda considerablemente a subsanar cualquier problema

¿Cómo puede un profesor darse cuenta de que un niño necesita ir al neuropediatra?
¿Cómo puede un profesor darse cuenta de que un niño necesita ir al neuropediatra?larazon

Los profesores se encuentran en un situación privilegiada para detectar problemas de desarrollo infantil. La comparación es una de las mejores vías para detectar posibles anomalías en la conducta o el aprendizaje en los momentos en os que aún tienen solución.

El desarrollo neurológico infantil tiene un proceso muy bien definido y es importante que siga su curso previsto sin interferencias. Puede haber variaciones dentro de la normalidad que no implican ningún problema a largo plazo. Un ejemplo es el retraso madurativo simple. Pero también pueden aparecen variaciones extremas que acaben provocando alteraciones del desarrollo y por lo tanto verdaderas enfermedades. Son los llamados trastornos del neurodesarrollo, tal y como nos lo explica el neuropediatra Manuel Antonio Fernández

Los principales problemas de desarrollo infantil, los podríamos resumir en la siguiente lista:

TDAH- trastorno por deficit de atención y/o Hiperactividad

TEA-Trastornos del Espectro autista

TA- trastornos del aprendizaje

TCA -Trastornos de la conducta alimentaria

Tics y otros trastorno del movimiento

TCE- trastornos en el control de esfinteres

DI-Discapacidad intelectual

Tal y como explica el experto: “sean de un tipo (variaciones normales) o de otro (trastornos), en los primeros años de vida pueden ser muy difíciles de reconocer por parte de los padres e incluso de diferenciar por parte de los profesionales. Ambos grupos suelen provocar unos síntomas muy parecidos y tienen consecuencias comunes. Es por ello, que es fundamental conocerlas y estar alertas ante ellas para detectarlas de la forma más precoz posible. Solo de esa forma, se podrán estudiar correctamente y en caso de necesidad, actuar para tratar correctamente cada caso”.

Unos de los aspectos más importantes que padres y profesores deben tener en cuenta es que “hay una serie de signos precoces que pueden orientar sobre la existencia de algún tipo de problema que requiera valoración por parte de un especialista” -sostiene el experto. Cuando hay algo que no va bien -explica- dejar pasar el tiempo nunca es la solución. No es cuestión de “esperar porque ya madurará”. Los niños no son pomelos que solo necesitan tiempo para desarrollarse. Necesitan mucho más, y si hay algo que les impide hacerlo con normalidad, hay que intentar solucionarlo.

Las consecuencias más habituales de los problemas del neurodesarrollo son cuatro:


-El niño no aprende al ritmo habitual

-Tiene problemas de comportamiento

-Le cuesta relacionarse con normalidad

-Se le aprecian problemas de movilidad


La mayoría de estas situaciones tienen que ver con problemas en los mecanismos de autorregulación del propio cerebro de los niños: Hay una serie de áreas cerebrales encargadas de modular los procesos de control de la atención, del movimiento y de los impulsos. Si estas regiones no se desarrollan correctamente, no podrán ejercer bien su función y empezarán los problemas. El experto sostiene que “esos problemas empezarán cuando las exigencias a las que se tiene que enfrentar un niño, sea mayor que la que su cerebro es capaz de gestionar. Esto supone que no todos los niños van a presentar dificultades a la misma edad ni en las mismas áreas. Según la gravedad del problema, antes aparecerán las dificultades”.

Problemas de aprendizaje

El neuropediatra recuerda que “los problemas de aprendizaje derivan principalmente, aunque no de manera exclusiva, del mal funcionamiento de los mecanismos de regulación de la atención. Habitualmente se afectan de forma paralela otras dos funciones fundamentales, la velocidad de procesamiento y la fatigabilidad cognitiva”. Es fácil entender que “si no hay una buena capacidad atencional, es difícil mantener un buen nivel de aprendizaje. Si además nuestra velocidad de asimilación es baja, es probable que perdamos parte de la información que vemos u oímos. Más aún, si no somos capaces de mantener esa atención en el tiempo, dejaremos las actividades a medias”, explica. Esto, que afecta principalmente al aprendizaje, también puede llegar a influir en el resto de áreas como el comportamiento y las relaciones sociales.

Problemas de comportamiento

La mala conducta no siempre es una elección consciente y voluntaria por parte de los niños. Hay situaciones en los que aparecen problemas para el control de los impulsos. Este es uno de esos casos -desgrana el experto- “En los trastornos del desarrollo es habitual que aparezcan dificultades para controlar los impulsos, regularlos o inhibirlos. Esto hace que los niños tiendan a actuar sin pensar y movidos principalmente por la expectativa de una gratificación inmediata en cualquier actividad que realicen. De esta forma, no atienden ordenes, no cumplen castigos, no aprenden de sus errores y aparece una enorme intolerancia a la frustración. Los niños se vuelven impacientes y no piensan en las consecuencias a corto ni largo plazo de sus actos. La dificultad para medir u objetivar este tipo de situaciones, hace muy complejo un diagnostico adecuado. Suelen ser niños catalogados como flojos, caraduras, maleducados... y en general, mal valorado por su entorno directo”- explica.

Problemas de relaciones sociales

Aunque aquí es más difícil hacer una correlación directa, “el principal factor relacionado con dificultades de este tipo es la hiperactividad. Aún así, juega un papel muy importante a edad como factor regulador. Se tolera con mucha más facilidad un elevado nivel de actividad entre niños pequeños que a una mayor edad” -explica el neuropediatra. Que un niño de 3-4 años no pare quieto ni un segundo no es considerado fuera de lo normal. En cambio, “si se mantiene ese mismo nivel de actividad alrededor de los 8-9 años, todo el mundo, adultos y compañeros, lo verá como algo extraño, fuera de lo normal y lo percibirán como intrusivo, molesto o incluso lo evitarán directamente”


Además, explica el neuropediatra, hay influencias cruzadas. Las dificultades de atención hacen que un niño tenga problemas para seguir las actividades que realizan los demás en los juegos, para mirar a la cara o entender las conversaciones. La impulsividad hace que discuta, se pelee y no tolere hacer las cosas según indicaciones de otros. De esta forma, el laberinto de las interferencias cruzadas de los trastornos del neurodesarrollo, cierra sus puertas y crear una red que acaba aislando al niño del entorno directo.

Problemas de movilidad

En este apartado tocamos un palo diferente: “No estamos hablando en este caso de la misma situación anterior. Una de las principales causas de limitaciones o problemas de movilidad en los primeros años de vida de un niño con los problemas es en el embarazo/parto. Lo más frecuente son es la falta de oxigeno. Se denomina hiposa neonatal. Se produce por problemas en la circulación de la sangre a través del cordón umbilical durante el embarazo o por problemas en el momento del parto que conllevan falta de oxígeno al cerebro del niño. En los casos más graves las lesiones son importantes, pero en los leves, pueden pasar desapercibidos durante los primeros años. Son casos de parálisis cerebral, ya sean graves o leves” -explica.

¿Cuantos niños tienen un trastorno del Neurodesarrollo?


El neuropediatra cree que “la frecuencia global es difícil de conocer debido principalmente a la falta de diagnóstico de muchos casos.” En los últimos años se está consiguiendo avanzar poco a poco para mejorar esta situación y cada vez resulta más sencillo poder hacer detecciones en los primeros años -explica el experto- pero por desgracia, una de las principales dificultades con las que se encuentran las familias de estos chicos y los profesionales que no dedicamos a ellos, es la falta de conocimiento de estos trastornos en nuestra sociedad. La situación no es mucho mejor en el ámbito educativo. Lamentablemente, en el área de salud aún hay muchos médicos y psicólogos que no “creen” en el TDAH como si de una cuestión de fe se tratara. En vez de seguir las directrices científicas, se dejan llevar por creencias, rumores y charlatanería barata”- se lamenta el neuropediatra.


¿Cuáles son los más frecuentes?

Los trastornos del desarrollo que provocan con más frecuencia problemas de aprendizaje, conducta y relaciones sociales son 3.


El TDAH

El Autismo

La Dislexia.


El TDAH llega a alcanzar cifras del 7% de los niños en edad escolar y el 4,5% de los adolescentes y adultos. No son cifras nada desdeñables teniendo en cuenta que el fracaso escolar se encuentra alrededor del 25-30% en la actualidad.

El Autismo es una patología muy amplia que incluye muchas variedades. Hay estudios que cifran su prevalencia en 1 de cada 100 niños. ...


La Dislexia es el más frecuente de los trastornos del aprendizaje. Presenta cifras cercanas al 10% y provoca importantes limitaciones en las capacidades de avance educativo.


Por si fuera poco -reconoce el experto- “estas 3 situaciones se pueden dar de forma conjunto en un mismo niño. Hasta en el 30% de los casos de TDAH podemos encontrar datos sugestivos de dislexia por ejemplo”.

Las causas por las que los niños superdotados o con altas capacidades también pueden tener problemas de este tipo


La principal motivación para que un niño con altas capacidades tenga problemas de aprendizaje, conducta o relacione sociales, es la existencia de otra condición añadida que no se haya podido detectar. “Alrededor de un 20% de los niños superdotados tienen síntomas de TDAH -explica el neuropediatra. En estos casos, el diagnóstico del TDAH puede ser especialmente dificultoso si nos basamos solo en resultados de pruebas y tests. Es habitual que no den resultados concluyentes. Al revés también pasa lo mismo. Un chico con TDAH puede que no aparente tener altas capacidades porque los resultados de sus pruebas de inteligencia son más bajos de los realmente podría alcanza si no tuviera TDAH. Si no se consigue un diagnóstico correcto, los problemas se harán permanentes y progresivos derivando en complicaciones en las edades futuras.


La detección precoz es fundamental para conseguir un buen pronóstico


Uno, por no decir el más importantes de los pasos que hay que dar para conseguir que estos niños no se queden sin ayuda y sobre todo, sin soluciones, es la detección precoz. “Cuanto antes de pueda valorar si la causa de los problemas que se están viendo está en un trastorno del desarrollo o no, con más rapidez se podrán poner en marcha los medios necesarios para ayudarle a avanzar en la medida de sus posibilidades”, explica.


Aquí es donde los profesores de infantil y primaria juegas un papel de vital relevancia. “Estos profesionales son los responsables de atender educativa mente a los más pequeños durante un gran número de horas al día. Además, se encuentran en una situación privilegiada para analizar los factores necesarios en óptimas condiciones. Por lo tanto, es imprescindible dotarlos de los conocimientos y habilidades necesarias para detectar con a mayor celeridad posible este tipo de alteraciones. En sus manos está una importante parte del futuro de estos chicos y sus familias”, concluye.