Turismo

El mirador más original de Galicia: las manos giratorias del Monte do Faro

En este espacio escultórico la ría de Vigo se abre al viajero, flanqueado por dólmenes y los susurros de la leyenda de una princesa morisca

Imagen de las esculturas en el mirador.
Imagen de las esculturas en el mirador. Turismo Rías Baixas

Sentado en la palma de una gigantesca mano de madera, el visitante contempla la ría de Vigo a sus pies, con las islas Cíes recortándose en el horizonte y el puente de Rande dibujando su silueta en la distancia.

La escena se da en el Mirador de las Manos Giratorias, un balcón panorámico inaugurado en 2021 en la cumbre del Monte do Faro de Domaio, en Moaña (Pontevedra). A más de 600 metros de altitud, en el punto más elevado de la península de O Morrazo, este mirador ofrece al viajero una experiencia que combina arte, historia y naturaleza en pleno corazón de las Rías Baixas.

Dos esculturas con forma de mano, talladas en madera, presiden la plataforma metálica del mirador. No son meros adornos: actúan como sillones giratorios, permitiendo orientar el asiento hacia cualquier punto del paisaje y sorteando los caprichos del sol. La idea ha convertido este lugar en uno de los rincones más fotografiados de Galicia, con las palmas abiertas como invitación a la contemplación.

Las esculturas son obra de José Antonio “Yosi” Fervenza, artista de Moaña especializado en talla con motosierra. Fue él quien propuso la iniciativa a la Comunidad de Montes de Domaio, que respaldó el proyecto hasta hacerlo realidad. Hoy, esas manos parecen tendernos la palma de la montaña para que, desde allí, podamos tocar con los ojos la inmensidad del horizonte.

La ría de Vigo al alcance de la mano

Desde el Monte do Faro la panorámica es inmensa y casi sobrecogedora. De un vistazo se abarca la ría de Vigo, desde el estrecho de Rande hasta la bocana atlántica, con las Cíes guardando la entrada como guardianes de piedra. Hacia el norte asoman las aguas de la ría de Pontevedra; hacia abajo, se distinguen Vigo, Moaña y Cangas, con sus playas extendidas como cintas de arena.

Mirador de Monte do Faro.
Mirador de Monte do Faro. Turismo Rías Baixas

En los días claros, el Atlántico se muestra azul oscuro e infinito, y las rías relucen como espejos entre el verde de bosques y montañas. Cuando la bruma se extiende, el paisaje adquiere un aire de misterio, como si la naturaleza se vistiera de leyenda.

La historia milenaria

A fin de cuentas, el Monte do Faro de Domaio, con unos 630 metros de altura, ha sido desde siempre un punto estratégico. Su nombre evoca antiguas hogueras de señal y hoy la cima está coronada por antenas de telecomunicaciones. Pero mucho antes, ya estuvo habitado: cerca del mirador se encuentra la mámoa de Chan de Arquiña, un dolmen de más de 5.000 años, considerado uno de los mejor conservados de Galicia.

La tradición oral también dejó su huella. La leyenda de la Poza da Moura, en la que una princesa morisca lloró la muerte de su amado añade a estas montañas un tono de mito y de misterio. Como si la piedra y el agua se hubieran unido para preservar la memoria de un tiempo en que dioses y hombres compartían los mismos caminos.

Naturaleza, turismo y cultura

La creación del mirador se enmarca en el esfuerzo por poner en valor el entorno del Monte do Faro. Además de las Manos Giratorias, existen otros balcones naturales y senderos señalizados. Muchos visitantes llegan en coche hasta la cumbre, aunque otros prefieren caminar desde Chan da Arquiña, atravesando bosques atlánticos donde aún pastan caballos en libertad. Una vez arriba, sólo queda sentarse en la palma de madera y dejar que la vista se pierda.