Justicia
Punto final al caso Déborah Fernández: dos décadas de lucha sin solución
El juzgado declara firme el auto de archivo de la causa de la joven viguesa, desaparecida y hallada muerta en una cuneta rodeada de pruebas falsas hace más de 22 años
La justicia acaba de cerrar de forma definitiva el caso de Déborah Fernández tras más de 20 años de investigación sin respuestas concluyentes. Un punto final adoptado por el juzgado de instrucción número 2 de Tui, que ha declarado firme el auto de archivo, marcando así un triste cierre para una familia que nunca dejó de reclamar justicia.
Déborah, una joven viguesa de 21 años, desapareció el 30 de abril de 2002 tras salir a correr. Su cuerpo fue hallado diez días después en una cuneta, desnudo, sin signos de violencia pero con indicios de haber sido manipulado tras su muerte, como el lavado del cadáver y la presencia de un preservativo y semen en la escena.
Durante más de dos décadas, el proceso la investigación ha estado marcada por las dudas y los errores. Inicialmente, las autoridades tardaron en considerar la muerte de Déborah como un posible asesinato. Se dejó de lado la inspección detallada de su círculo cercano y, sobre todo, de su exnovio, quien no fue investigado formalmente hasta 2022, veinte años después de los hechos.
Asimismo, la manipulación de pruebas fue un problema recurrente. Por ejemplo, el ordenador de Déborah fue alterado, y su teléfono móvil, entregado a la policía tras su desaparición, se "perdió" durante años, apareciendo finalmente en 2022 en una comisaría no relacionada con el caso.
A pesar de estos obstáculos, la familia logró que el caso, inicialmente archivado como muerte accidental, se reabriera en 2019. Sin embargo, la investigación no logró avanzar lo suficiente. Las contradicciones en las declaraciones del exnovio y la falta de pruebas concluyentes mantuvieron el caso en una nebulosa de sospechas no probadas.
El rol del ADN y el archivo final
La exhumación del cuerpo en 2021 y los nuevos análisis de ADN parecían ofrecer una luz de esperanza. No obstante, las pruebas no lograron vincular al exnovio, principal sospechoso, con los restos de semen encontrados en el cadáver, lo que ha llevado al Juzgado de Instrucción número 2 de Tui a ordenar el archivo del caso tras concluir que, sin pruebas sólidas que apuntaran a una autoría clara, no era posible continuar con la causa.
La decisión obedece a la falta de pruebas concluyentes. No en vano, la jurisprudencia del Tribunal Supremo exige que los indicios presentados en un juicio sean lo suficientemente sólidos para descartar otras explicaciones alternativas, algo que no se cumplió en este caso.
El cansancio familiar
La familia Fernández-Cervera, que durante dos décadas luchó incansablemente por mantener vivo el caso, se ha mostrado devastada pero resignada. Rosa Fernández, hermana de Déborah, expresó su frustración y dolor tras el archivo definitivo.
"La justicia ha permitido que un asesino siga suelto", lamentaba este pasado verano en declaraciones a los medios, reflejando el sentimiento de impotencia tras años de fallos judiciales y pruebas insuficientes. Un agotamiento que les ha llevado a no recurrir la decisión del juzgado.
La familia siempre ha criticado el tratamiento que las autoridades dieron al caso desde el inicio, al subestimar la importancia de investigar a fondo la escena del crimen y los posibles sospechosos. Los años de inacción y negligencias, como la pérdida de pruebas cruciales, contribuyeron a que la investigación se estancara en múltiples ocasiones.
Un caso que conmocionó a Vigo
El asesinato de Déborah Fernández marcó a la sociedad gallega, no solo por los insospechado del crimen, sino también por la incertidumbre que rodeó todo el proceso. La falta de respuestas definitivas dejó una herida abierta en la comunidad, que durante años siguió de cerca la evolución del caso, esperando justicia para la joven que nunca volvió a casa tras salir a correr aquella mañana de abril.
Ahora, con el archivo del caso, el destino de Déborah parece haber quedado en la sombra, sin que nadie haya sido formalmente acusado o condenado. A pesar de los avances tecnológicos y las nuevas pruebas forenses, el paso del tiempo y los errores iniciales han resultado insalvables.
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