Moda
El tercer género sube a la pasarela
Loewe presenta su colección de hombre más arriesgada en la que juega con la androginia como hilo conductor. Abrigos exquisitos, pantalones de satén, «uniformes» de lana y delantales «brilli» fueron los diseños estrella
Jonathan Anderson lleva años indagando en la androginia, en la moda no sexualizada que puede adaptarse tanto a hombres como a mujeres sin convertir su performance en un despropósito. Al contrario, el director creativo de Loewe sabe captar la esencia humana y más que centrarse en lo que diferencia a ellas de ellos, lo que hace es buscar puntos de equilibrio, de unión. Un diálogo sobre la elegancia alejada del género en donde lo bello y lo estético es primordial. Ayer volvió a hacerlo durante la presentación de su colección (de hombre) Otoño/Invierno en la Maison de la Unesco de París. Y es necesario poner entre paréntesis aquello de «hombre» porque bien podrían ser prendas para mujeres, pequeñas joyas del tercer género que desfilaron sobre un embarcadero ficticio ante el aplauso de los presentes.
Así, se vieron bermudas campana de satén inspiradas en un estilo militar que, según desde el ángulo que se observaran, bien podrían ser pantalones o faldas, todas ellas acompasadas por unas katiuskas charol en color negro. La nota más sorprendente, y la que más sensación suscitó entre los «influencers», fueron los vestidos que a modo de delantal se fusionaban con los trajes de pantalón corto. Con esta apuesta, el diseñador quiso ofrecer una sensación de segunda dimensión, una suerte de multicapa no apto para los más tímidos. Así, escotes corazón y grandes vuelos en la parte inferior contrastaban de manera sobresaliente con la parte trasera del diseño donde solo se apreciaba el traje sastre. Más allá del «brilli» de esta colección, lo que sin duda fue el plato fuerte fueron los abrigos: largos hasta las rodillas, tres cuartos con abullonado en la parte inferior o los que con corte de capa combinaban la doble manga. Espectaculares. Muchos de ellos ofrecieron un patronaje más propio de lo que hasta ahora era exclusivamente femenino: ceñido en la parte superior y amplitud y vuelo en la inferior. Otros, como el de estampado escocés o el «animal print» de cebra, pusieron la nota de color.
La pieza fetiche
Anderson juega con las texturas, siempre con la piel como protagonista, para dar volúmenes a sus puntadas. Utilizó mucho satén y lana de doble faz como en el caso de un diseño entero realizado en este material. Otra de las grandezas del «enfant terrible» de Loewe es que saber convertir en supremo lo simple. Y es que las líneas que dibuja con sus manos son más bien conservadoras, pero la conjunción de todas ellas alcanza una modernidad interesante. Para él también ha quedado atrás aquello de que la que la pedrería es femenina, y así, adorna jerséis de lana con grandes cristales en colores, pone en las manos de sus modelos un bolso «ballon» de ante de becerro y bordados en una cazadora a modo de manto de «La Dolorosa».
La pieza fetiche de su nueva colección fue su cinturón estilo e cadena que se convertía casi en las populares faldas hawaianas. La Gabardina en satén o la camisa de chorreras y mangas maxi con estampados de la fauna madre fueron otras de sus creaciones estrella. Según el diseñador, el toque más gamberro y quizá infantil lo quiso dar con las ya mencionadas katiuskas para el agua y también con los sobreros de fieltro. C. Tangana, uno de los invitados VIP, no quitaba ojo de la pasarela y es que, aunque la campaña publicitaria que ya anunciaba por las calles el nuevo desafío de Anderson, la sorpresa fue muy gratificante. Como dice la protagonista del anuncio de la nueva campaña de Loewe, Megan Rapinoe (deportista y activista LGTBI): «La moda es un buen indicador de los avances sociales». Y, quizá, Anderson, uno de sus mejores maestros.
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