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José Andrés, de chef a soldado

El cocinero, nominado dos veces al Premio Nobel de la Paz, explica en Gastronomika Live cómo está siendo su batalla para alimentar al mundo durante esta crisis sanitaria

El chef José Andrés se ha convertido en una referencia de la ayuda humanitaria a nivel mundial
El chef José Andrés se ha convertido en una referencia de la ayuda humanitaria a nivel mundialERIK S. LESSEREFE

Conquistó el sueño americano, se ha enfrentado a Donald Trump y ha sido nominado dos veces al Nobel de la Paz por su trabajo humanitario a través de su ONG. World Central Kitchen es una organización de acción rápida capaz de ofrecer decenas de miles de comidas al día en las circunstancias más complicadas. José Andrés nos lo explicó ayer durante su intervención en el congreso digital Gastronomika Live: «La infraestructura la hemos creado en América, porque había más de 40 millones de personas prácticamente en el umbral de la pobreza y en este momento se han añadido unos 30 millones más. Nos vamos a enfrentar a un problema humanitario importante». Con sede en Washington, WCK está presente en Haití, Puerto Rico, Islas Vírgenes Colombia, en zonas de Venezuela, México y Tijuana. En nuestro país, gestiona 15 cocinas activas en 35 ciudades en las que colaboran 200 cocineros y mil voluntarios. Reconoce que aquí no le hacía falta venir, porque cuenta con numerosos colegas que la han hecho suya. Se refiere a Álvaro Castellanos, Iván Morales, Diego Guerrero, Pepa Muñoz, Carles Tejedor, Carito Lourenço y Germán Carrizo, entre otros: «Como cocinero, no puedo estar satisfecho en dar de comer a unos pocos y no estar comprometido en dar a muchos», reconoce, al tiempo que desea saber que nunca volveremos a necesitar su ONG, pero, si es así, debemos saber que es una organización que viaja allá donde exista una necesidad de alimentar: «No puede ser que en un país como España haya gente sin prestación. Todos los cocineros somos expertos en adaptarnos, porque nos movemos bien en un caos organizado. Somos los soldados perfectos en esta lucha, de la nada multiplicamos los panes y los peces».

Dicho esto, relató el sistema que funciona en EE UU: una ley en la que la Administración paga a los restaurantes para que sus cocineros preparen platos a los necesitados. Así, se convierten en cocinas humanitarias. WCK lo hace así y ofrece 300.000 comidas al día: «En los últimos dos años, la organización ha preparado 16 millones». De la gravedad de la pandemia se percató mientras atendían a las 6.000 personas del «Diamond Princess» en Yokohama: «Con la ayuda de Nobu pusimos en marcha un sistema que ni el gobierno japonés fue capaz de activar. La experiencia de dar de comer en lugares afectados por el cólera nos dio el conocimiento de adaptarnos a un nuevo virus. Volvimos con la certeza del peligro de la pandemia. Por eso actuamos rápido»

Más pragmáticos

Ante la dura situación que vive el sector, aconseja a sus colegas ser pragmáticos: «Todos lo vamos a pasar mal y tendremos que reinventarnos, porque la economía va a tardar en recuperarse. Hay que entender que esta temporada no va a existir el turismo. Por eso, hay que pedir al gobierno ayudas, porque su resurgir es vital. Necesitamos que los restaurantes y los hoteles vuelvan a ser lo que eran. De ahí que necesiten inyecciones de capital para ser parte de la solución», proclama, al tiempo que advierte lo bonito que sería que el Gobierno comprara a los productores sus excedentes para alimentar a las personas sin recursos». Ahí queda dicho.