Gente
Pablo Iglesias medita pasar del moño bajo a la trenza espiga
Se habla del cambio de imagen de Pablo Iglesias. Gran estratega: nadie o casi nadie recuerda lo que dijo en laSexta, pero qué importa eso si ahora todos y todas hablan de su coleta recogida en recatado moño, de sus pendientes negros de viuda discreta (reutiliza los que desecha Irene Montero, cuentan) y de su chaqueta de un azul casi celeste que, según los expertos, transmite seguridad y empaque de vicesegundo con silla de pista en el circo de los Presupuestos. Un tipo con recursos. Cuando el presi le dice: Pablo, querido, no podemos presentar a la Unión Europea unos Presupuestos con coleta, él responde haciéndose un moño, coño. Con un par. Un golpe en todo lo alto, aunque el moño sea bajo. Cuando muchos le tiran tijeras para que se corte la coleta, él se la recoge y ya está.
El moño alto se lleva mucho ahora, pero el vice segundo no ha querido, de momento, competir con la Reina Letizia, Jennifer López o Paz Vega. Quizá acabe nombrando asesor capilar al ex ministro socialista José Bono. Hay otras buenas noticias: el presi se ha llevado una alegría al saber que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia ha declarado que el Pazo de Meirás y No Volverás es del Estado. Qué bien, dicen que le ha dicho a Iván, con las ganas que teníamos Begoña y yo de veranear también en el Norte. El presentador Jorge Javier Vázquez le ha ganado su primer asalto judicial a Hacienda y lo ha contado en la tele para fustigar a los que lo malquieren, sabedor de que su dicha es ácido en los ojos envidiosos. Y no hablemos del gozo de Manuela Carmena, que acaba de fichar por la televisión valenciana y debe de estar haciendo un cursillo intensivo de catalán y tiñéndose las camisetas de amarillo para celebrar la Diada el 11-S (ya es casualidad: ¿qué torres gemelas caerán ahora?) como la ANC manda. Pero no pasa nada: los yihadistas de este otro 11-S hace tiempo que se adelantaron a Oxford y descubrieron la vacuna contra el bicho: la estelada. Y ahí tienen a Quim Torra cantando «sóc el nuvi de la mort…» y a Fernando Simón surfeando la tercera ola. Mientras, el vice segundo medita pasar del moño bajo a la trenza espiga. La revolución permanente, sí, pero con permanente.
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