Romances y rupturas
Estos son los DIVORCIOS más sonados de las últimas décadas
Los paparazzi de los 80 fueron los culpables de algunos de los divorcios más sonados y caros de los famosos
La tarde del 22 de junio de 1981, con 162 votos a favor y 128 en contra, se aprobó en el Congreso de los Diputados y siendo presidente del gobierno nada más y nada menos que el católico Adolfo Suárez, la ley del divorcio. No era la primera en la legislación española ya que en la II república fue aprobada en 1932 una similar. Pero llegaba justo en un momento en el que España salía de una larga dictadura y se respiraban aires de libertad como nunca.
Los ochenta fueron el comienzo de dos décadas maravillosas para el mundo del corazón y sobre todo el marco perfecto de numerosos romances y rupturas entre la entonces llamada “beatiful people”. Con la llegada de la disolución del matrimonio civil (el eclesiástico sigue sus propias normas y en todo caso se anula), no pocas fortunas se vieron resquebrajadas, partidas a la mitad. A algunos, sobre todo ellos, una canita al aire les salió bien cara y es que, además de ser la época más épica de los famosos de postín, también lo fue la de las grandes exclusivas.
Fue una época en la que conseguir las fotos de una pareja de amantes saliendo de un hotel de los Alpes o un reportaje en unas idílicas playas caribeñas de alguien casado, podían suponer al paparazzi una fortuna lo suficientemente grande como para poder empezar a soñar a vivir como aquellos a los que perseguía con sus objetivos.
La Ley 30/1981, que así se llamó y que fue promulgada el 7 de julio permitía el divorcio en una España que prácticamente había olvidado, apenas seis años después de la muerte de Franco, la dictadura. A pesar de ser totalmente novedosa, sobre todo teniendo en cuenta la época, “requería numerosos requisitos –explica la abogada de familia Sofía Maraña García- como por ejemplo un año mínimo de convivencia ininterrumpida y acreditar la causa de la separación. Como el motivo más habitual era la infidelidad, se recurría a detectives privados y por medio de una autorización judicial se podía acceder a los hoteles para obtener la citada prueba. Además, para pedir el divorcio debías solicitar previamente la separación judicial y esperar otro año más desde la Sentencia judicial de separación”, sostiene.
Han pasado ya cuarenta años de la ley y esta sufrió un cambio el gobierno de Zapatero que recibió el nombre de “divorcio exprés” y que, como recuerda la letrada Sofía Maraña de Es Jurídico Abogados, “con dicha reforma se permitió solicitar el Divorcio sin pasar por la separación previa y sin alegar causas previas lo que ha permitido reducir la litigiosidad. Esta ley introdujo también el ejercicio compartido de la guarda y custodia del art. 92.5 CC de los hijos.
Alberto Cortina y Alicia Koplowitz
Para muchos famosos “engañados” no hubo necesidad de contratar los servicios de ningún detective ya que los propios fotógrafos descubrieron la infidelidad. Fue el caso del romance de Alberto Cortina con Marta Chávarri. Fue un 11 de febrero de 1989 que España despertaba con unas sorprendente fotos en la portada de Diez Minutos: las de la pareja saliendo de un hotel. Unas fotos que decían todo y que confirmaban lo que, cuentan los cronistas de la época, era un secreto a voces: el romance entre Cortina, casado por una desconocida pero poderosísima Alicia Koplowitz y Marta Chávarri, casada con el recientemente fallecido Fernando Falcó, marqués de Cubas. La bomba estaba servida y las consecuencias económicas fueron terribles, en este caso para él. Sobre todo porque quién tenía dinero era su mujer. Koplowitz obligó a su marido a dimitir al día siguiente de la publicación de las fotos como administrador de Construcciones y Contratas, el gran emporio empresarial (y familiar). Su cargo fue ocupado por su primo Alberto Alcocer, casado con la hermana de Alicia, Esther Koplowitz, como nuevo presidente. Aquella infidelidad trajo consigo, además, algo que nadie podía haber previsto: la entrada en el consejo de ambas hermanas que se convirtieron en empresarias y con muy buenos resultados. Una infidelidad que las sacó de su anodina vida de esposas sumisas para dirigir una de las mayores empresas españolas.
Las consecuencias no fueron mejores para Marta Chávarri que, tras divorciarse de su marido y padre de su hijo, Fernando Falcó, perdió la custodia además de tener que abandonar el domicilio conyugal. Se convirtió en objetivo de la prensa y en “la mala” de la película. Curiosamente su ex marido terminaría casándose con Esther Koplowitz, hermana de la esposa despechada. Cortina, por pura caballerosidad, se terminó por casar con Marta Chávarri aunque su matrimonio apenas duró cuatro años.
Un año más tarde la propia Esther se divorciaba también de su marido, Alberto Alcocer. El acuerdo al que ambas hermanas llegaron con sus respectivos ex maridos fue, podemos decirlo así, algo conjunto y empresarial y se firmó con una indemnización para los “Albertos” de 5.600 millones de pesetas de la época en concepto de indemnización por despido. Desde luego nunca una infidelidad había salido tan rentable al que la comete. Lo cierto es que este episodio tuvo una trascendencia económica de enorme calado ya que en el medio estaban también pendientes numerosas actividades económicas de los Albertos que dejaron de hacerse.
Fernando Fernández-Tapias y Juana Courel
De nuevo unas fotos sacaron a la luz una infidelidad y, de nuevo, se repetía el patrón: hombre millonario con jovencita. La diferencia es que esta vez el millonario tenía un patrimonio propio que no dependía de su mujer pero a la que sí tuvo que indemnizar, nada más y nada menos que con la mitad ya que estaban casados, como era la norma antes de la ley, en bienes gananciales.
Las fotos de ambos en la nieve en pleno auge de su romance (1996-1997) rompieron en pedazos el matrimonio del naviero vigués que estaba perdidamente enamorado de una jovencísima Mar Flores. Sin embargo poco duró el noviazgo ya que ella le puso los cuernos con Lecquio aunque las pruebas de ese romance salieron cuando ya Mar Flores estaba con su nueva pareja, el hijo de Cayetana de Alba, Cayetano Martínez de Irujo.
Poco después Fernández-Tapias comenzó a salir con Nuria González, ex amiga de Mar Flores y, contra todo pronóstico siguen juntos a día de hoy casi treinta años más tarde y con dos hijos en común.
Rafael del Pino y Astrid Gil-Casares
Rafael del Pino, personaje poco dado a salir en las revistas del corazón y sí en papel naranja por su condición de presidente desde hace 18 años de Ferrovial, conoció en 2004 a una jovencísima Astrid Gil-Casares, experta en finanzas y afincada en Londres y proveniente de una saga de aristócratas e intelectuales (su bisabuelo fue rector de la Universidad de Santiago). Cuando se conocieron del Pino acababa de enviudar, su mujer había muerto de forma trágica dejando a 3 huérfanos de madre. Enseguida formalizaron su relación y se casaron dándole al empresario otras 3 hijas que cuidó dejando de lado su carrera profesional y, todo hay que decirlo, cuidando también a los hijos de su marido.
Cuando se divorciaron comenzó una guerra que ha durado años en los juzgados y que, si bien le concedía a Astrid una cuantiosa pensión compensatoria, de alimentos e indemnización, finalmente el Tribunal Supremo rebajó considerablemente todo. Astrid se tuvo que “conformar” con una indemnización de 840.000 euros, más 7.000 euros al mes por cada una de las tres hijas en común, es decir, 21.000 euros y no los 75.000 que había dictado una sentencia anterior y que el empresario, por suerte para él, recurrió. A esto se añade otra partida de 100.000 euros anuales en concepto indefinido. A punto estuvo de convertirse en uno de los divorcios más caro de la historia pero los jueces le quitaron a Astrid la razón en el último momento.
Ha habido muchos más divorcios onerosos como el protagonizado por Amancio Ortega y su primera mujer, Rosalía Mera, tristemente fallecida y cuyo patrimonio ha recibido la hija de ambos, Sandra Ortega. Pero lo que sí han aprendido muchas fortunas patrias es del ejemplo de otros y ahora raro es el matrimonio que se firma sin un exhaustivo contrato prematrimonial para evitar que las fortunas se mengüen por unas fotos en un hotel de los Alpes y esta vez hechas por cualquier anónimo ciudadano con un teléfono móvil.
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