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Opinión

El Apolo, fruta pocha

La ciencia explica que la manzana podrida corrompe a las demás por el etileno

El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Alberto R. Roldán La Razón

Leo: «Es muy heavy, hicimos número dos a manzanas podridas». Lo dicen fuentes socialistas. Feijóo también ve manzanas podridas por doquier, pero aclara: «Sánchez no es un hombre rodeado de manzanas podridas, sino al revés». Según los más finos hermeneutas del líder gallego, quizá quiere decir que la manzana podrida que pudre a todas las manzanas más o menos sanas que le rodean es el mismísimo Apolo de la Moncloa. O sea, que este año no habrá sidra de cosecha propia en la Moncloa, tendrán que beber «El Gaitero». Vuelve, pues, un refrán en desuso: «La manzana podrida pierde a su compañía». Advierte del peligro que acarrea el trato con personas malvadas. La ciencia explica que la manzana podrida corrompe a las demás por el etileno: la fruta en descomposición produce este gas que acelera la pudrición de otras frutas sanas a su alrededor.

Puede que la manzana que Eva le ofreció a Adán para «ser como dioses» no estuviera podrida, pero nos pudrió a todos, que ya es mala leche. Luego vino la manzana de la discordia de la mitología griega, la manzana de Newton, la manzana envenenada que la malvada madrastra le endiñó a la pobre Blancanieves, la manzana de Guillermo Tell, la Gran Manzana (Nueva York) y la manzana mordida de Steve Jobs, esto es, de Apple. Y ahora, el Apolo reconvertido en la manzana podrida que nos está agusanando la vida, según los expertos hortofrutícolas, a base de las emanaciones de gas etileno, que es inflamable y de olor dulzón, como él mismo. En este gas podría encontrarse la razón científica del deterioro físico del presi, de su rostro demacrado: el etileno acelera el envejecimiento de frutas y verduras, lo que puede acortar su vida útil y provocar afeamiento. Misterio aclarado: el Apolo es fruta pocha, ¿no, Ayuso?