Visitas

Las confesiones de Don Juan Carlos: vendrá a España una vez al mes

El padre de Felipe VI ha disfrutado del mar (y la competición) en Galicia. Si cumple con la discrección que se le pide, podrá volver las siete veces que quiere este año

SANXENXO (PONTEVEDRA), 20/04/2023.- El rey Juan Carlos I sale a navegar en Sanxenxo, Pontevedra, este jueves.
SANXENXO (PONTEVEDRA), 20/04/2023.- El rey emérito, Juan Carlos I, sale a navegar en Sanxenxo, Pontevedra, este jueves. Lavandeira JrAgencia EFE

La hoja de ruta del monarca en su regreso a España está marcada por dos ideas fuerza marcadas a fuego en su mente: discreción y normalidad. Dos palabras potentes, cargadas de simbolismo y exentas de ambigüedades, que esconden las promesas realizadas entre padre e hijo.

Si Don Juan Carlos cumple con la discreción que le exige su hijo, llegará la ansiada normalidad y podrá visitar con frecuencia su añorada España. El Emérito ha transmitido la consigna de la discreción a su entorno y ha dado ejemplo de su intención de mantener un perfil bajo: ninguna declaración a la prensa, cero protagonismo institucional y prohibición de visitas a allegados u otros familiares que puedan provocar que su visita tenga mayor impacto mediático del inevitable. Pero en las inmediaciones del Real Club Náutico de Sanxenxo, mientras se arrían velas, se adujan cabos y se amarran las embarcaciones al noray, en el muelle no se habla de otra cosa: el rey Juan Carlos ya ha transmitido a la tripulación del Bribón su intención de regresar a Galicia una vez al mes para competir en todas las regatas de 6M del calendario que ha diseñado su amigo Pedro Campos y en el que no falta un campeonato de España y la copa del rey Juan Carlos, el particular homenaje que el célebre patrón gallego puso en marcha después de su abdicación.

Esperan que estas visitas, siempre bajo la excusa de participar en el campo de regatas de las Rías Baixas, dejen de tener repercusión mediática. Los medios se aburrirán de mostrar siempre las mismas imágenes: la del viejo monarca vestido de marinero bajando las empinadas escaleras de piedra del muelle embarcando en el Bribón, navegando por la ría y regresando, acompañado de su fiel Pedro Campos, a su chalet de Nanín, inaccesible e inviolable. Las mismas imágenes, una y otra vez, hasta que el interés mediático haga aguas y no ocupe más espacio en portadas de periódicos, abra informativos ni sea objeto de debate en los magazines del corazón.

SANXENXO (PONTEVEDRA), 21/04/2023.- El rey Juan Carlos I navega abordo del Bribón junto a su amigo Pedro Campos en aguas de Sanxenxo donde mañana tiene previsto participar en una regata.
SANXENXO (PONTEVEDRA), 21/04/2023.- El rey Juan Carlos I navega abordo del Bribón junto a su amigo Pedro Campos en aguas de Sanxenxo donde mañana tiene previsto participar en una regata. Lavandeira jrAgencia EFE

La estrategia es clara y esperan que dé resultado. Don Juan Carlos es consciente de que aún queda tiempo para que sus visitas rezumen normalidad y marcarse nuevos objetivos más allá de navegar. Sus aficiones, como la caza y la tauromaquia, no son políticamente correctas, y aún menos, su anhelo de pernoctar, en sus futuras estancias en España, en el viejo Palacio de la Zarzuela. Todo lo que le gustaría hacer supone un verdadero quebradero de cabeza para el rey Felipe VI y se convierte en arma arrojadiza para las voces más republicanas del actual Gobierno de coalición. Su hijo le pide paciencia pero el tiempo no es algo que sobre cuando uno ya ha cumplido los 85 años.

En la recta final de su vida

Aunque se encuentra bien de salud y tiene mucha mejor cara que cuando vivió su última etapa en España, ha demostrado tener más agilidad que hace unos años, Don Juan Carlos es consciente que está en la recta final de su vida, sobre todo como regatista. De ahí que, pese a no tener la bendición del jefe del Estado, se haya mostrado inflexible ante la petición de no pisar España hasta después de las elecciones municipales.

Todo indica que, cuando desde Zarzuela le plantearon no dejarse ver hasta el mes de junio en el país, Juan Carlos de Borbón tiró por la calle de en medio, adelantando un mes su regreso. Si en mayo era inoportuna su presencia en España por las elecciones, no dejaría pasar otra ocasión de participar en el circuito clasificatorio para la Copa de España. Esto implica que, además de competir este fin de semana en Sanxenxo, regrese al mismo campo de regatas para las que se celebrarán en mayo, junio y julio. Después, viajará a la isla de Weith en Inglaterra para luchar por su tercer campeonato Mundial y, si su salud se lo permite, regresar a España a finales de septiembre para competir en la regata Rey Juan Carlos I.

Tras el verano aún será posible verle a la caña del Bribón en las competiciones de octubre y noviembre que organiza el club que preside su amigo Pedro Campos. Este calendario, de cumplirse, obligaría al emérito a desplazarse a las Rías Baixas hasta en siete ocasiones antes de finalizar el año. ¿Conseguirá el hartazgo mediático que tanto anhela?

Lo cierto es que los medios empiezan (como es natural) a desanimarse ante el repetitivo ritual de don Juan Carlos en Sanxenxo: de la casa de Pedro Campos al puerto y regreso a casa para descansar hasta el día siguiente. Pasan los días y no hay nuevos planes. La rutina empieza a aburrir a unos fotógrafos ávidos de instantáneas. La gran esperanza de los reporteros gráficos es que el Emérito gane el campeonato y salga a celebrarlo con la tripulación. Aunque lo más probable, llegado el caso, es que, de celebrarse la victoria, se haga en las instalaciones del club naútico, en alguno de sus reservados, y que sea casi imposible que accedan las cámaras.

Las únicas novedades en la guardia perenne que mantiene la prensa en los dos puntos neurálgicos de información, el pantalán donde está atracado el Bribón y el chalet con vistas a la playa de Nanín de su patrón, es la ocasional llegada de visitas que utilizan una vía paralela a la habitual para acceder por la parte trasera al chalet, alimentando todo tipo de especulaciones.

El pasado viernes, tras el regreso anticipado del Bribón a puerto por las malas condiciones meteorológicas, dos hombres que nadie pudo identificar, llegaban a la hora de comer a la casa de Pedro Campos. Y una vez que ya se ha filtrado que no acudirá a visitarle ningún otro miembro de su familia, ni siquiera su hija, la Infanta Elena, que sí lo hizo el año pasado, la desgana se apodera de los informadores que aún resisten bajo la lluvia. Llevar a la Infanta Cristina o a Doña Elena hubiera, sin duda, caldeado el ambiente. Cada día son menos. ¿Llegará el día en que el padre de don Felipe deje de ser noticia? Por el momento, parece que no.