Regreso
Juan Carlos, de perfil bajo: sin declaraciones y recibimientos oficiales
El monarca ha aterrizado hoy en Vigo tras pasar dos días en Londres
La llegada de Don Juan Carlos a Galicia ha transcurrido según lo esperado: sin declaraciones ni recibimientos oficiales que aumenten la tormenta política. El emérito llegaba a bordo de un jet privado con una curiosa matrícula A6 RJC que parecía un acrónimo del ex jefe del Estado. Pese a lo que pudiera parecer el lujoso avión, un Global 5000, valorado en 50 millones de euros, es propiedad de la familia real de Emiratos Árabes. De no ser un préstamo, el ilustre pasajero hubiera tenido que desembolsar más de veinte mil euros tan sólo por ese trayecto. Si añadimos el viaje de Emiratos Árabes a Londres, cuatro días aparcado en pista y el regreso a Dubai, la cuenta superaría holgadamente los doscientos mil euros. Un lujo sólo al alcance de jeques y multimillonarios.
El avión aterrizaba el pasado miércoles, pasada la una y media de la tarde, en el aeropuerto de Peinador en Vigo, después de dos horas de vuelo desde Londres. El emérito bajaba sin ayuda por las empinadas y estrechas escalerillas del avión vistiendo de oscuro. Sorprendía su buena forma física y la mejora de su movilidad en comparación con las imágenes del año pasado. Y es que, tal y como nos confesaba hace unos meses un tripulante del Bribón: “el Rey está en excelente forma y si no hay ningún contratiempo, está listo para competir, sólo necesita entrenar un poco para aspirar a ganar la Copa de España y su tercer mundial”.
Allí le esperaba, casi de incógnito, su gran amigo Pedro Campos, presidente Del Real Club Náutico de Sanxenxo y su anfitrión. Había llegado al aeropuerto conduciendo un todoterreno Mercedes despistando a los informadores que esperaban verlo al volante de su coche habitual, el mismo en el que había abandonado junto a su esposa su casa de Nanín, un chalet sin aspiraciones pero que goza de unas vistas únicas a la ría pontevedresa.
El laureado regatista, es el único navegante que ha conseguido ganar de forma consecutiva cinco mundiales de vela, curiosamente se camuflaba entre los operarios del aeropuerto y fuerzas de seguridad, vistiendo un chaleco reflectante. El motivo: Campos había cambiado de vehículo en un punto no identificado del recorrido entre su domicilio y Vigo. Una hora después de salir de casa, su esposa regresaba en el Volvo y él entraba al aeropuerto, a bordo del flamante mercedes. Este será el coche que utilizará el emérito durante su estancia en Galicia que se prevé que podría alargarse al menos hasta el lunes.
Flanqueados por varios coches de seguridad, Don Juan Carlos y Pedro Campos, se ponían en marcha hacia Sanxenxo, a dónde llegaban apenas cincuenta minutos después. A diferencia del año pasado, el rey evitaba hacer declaraciones a la prensa que le esperaba ocupando la estrecha calle, tras unas verjas. Juan Carlos saludaba sonriente desde el vehículo pero sin bajar la ventanilla. La expectación ante su regreso era enorme aunque, en esta ocasión, se consiguió evitar que cientos de vecinos se agolparan en el recorrido para vitorear al antiguo monarca. Aún así, la repercusión mediática de su vuelta a España es inevitable.
Su llegada, marcada por la discreción, ha generado malestar en el Gobierno y en Zarzuela. Su hijo, el rey Felipe VI, se encontraba a 900 kilómetros de distancia, en Ronda, donde ha sido recibido con aplausos por el público presente en las inmediaciones de la Real Maestranza de Caballería de Ronda con motivo de su 450 aniversario.
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