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De los Don Felipe y Doña Letizia a Máxima y Amalia de Holanda: la realeza europea medalla de oro en los JJOO de París

Los Reyes de España, sus hijas y la reina Sofía, los monarcas holandeses, daneses, belgas.... Toda (o casi toda) la sangre azul del Viejo Continente en la grada

El Rey Felipe VI regresa a París para mostrar su apoyo al equipo español en los Juegos Olímpicos
El Rey Felipe VI regresa a París para mostrar su apoyo al equipo español en los Juegos OlímpicosEuropa Press

Los Juegos Olímpicos contemporáneos fueron restaurados por el historiador francés barón Charles Pierre Frédy de Coubertin. En aquella época el deporte era practicado por la élite de la sociedad, que contaba con tiempo para hacerlo. Coubertin tenía idealizada a la Grecia antigua. Encontró muchas reticencias cuando, en 1894, propuso instituir los Juegos Olímpicos. Y ahí empezaron ya a jugar su papel varios miembros de la realeza europea. El que luego fue Constantino I de los Helenos era aún príncipe heredero o Duque de Esparta -título usado sobre todo en sus viajes-, y se interesó por el proyecto. Su mujer, Sofía de Prusia, era hermana de Guillermo II de Alemania, y logró que ella intercediera ante el káiser para que apoyara la idea. De ahí se pasó a convencer a los británicos y a los franceses. Fue Jorge I de los Helenos, asesinado en 1913, quien inauguraría esos primeros juegos.

Reina Letizia con el equipo español de waterpolo.
Reina Letizia con el equipo español de waterpolo.@CasaReal

A Coubertin le sucedió como presidente del Comité Olímpico otro miembro de la nobleza, Henri, conde de Baillet-Latour. Con el tiempo, otros dos aristócratas presidirían el comité: el irlandés Michael Morris, barón Killanin, y el español Juan Antonio Samaranch, hecho Marqués de Samaranch por Don Juan Carlos I. La lucha antidopaje tuvo su adalid en el príncipe belga Alexandre de Merode, creador y presidente de la comisión médica del Comité Olímpico Internacional, del que fue, además, vicepresidente. La reina Isabel II siempre asistió a los juegos cuando se celebraban en países de la Commonwealth. Rainiero III y Gracia de Mónaco no faltaron a los de Roma (1960), como tampoco los actuales Príncipes de Gales a los de Londres (2012).

Haakon de Noruega, sin Mette-Marit en los Juegos Olímpicos de París
Haakon de Noruega, sin Mette-Marit en los Juegos Olímpicos de ParísGtres

La participación de la realeza en los diversos juegos olímpicos, compitiendo o asistiendo a las manifestaciones deportivas, se convirtió en una tradición. Entre los deportistas no podemos olvidar a Olav V de Noruega, medalla de oro en vela en Amsterdam (1928); a Constantino II de los Helenos, también medalla de oro en vela en Roma (1960), en los que su hermana Sofía era reserva en vela, como más tarde, en Seúl (1988), lo sería Doña Cristina; Don Juan Carlos participó en vela en Munich (1972) y Don Felipe en Barcelona (1992); el príncipe Federico Carlos de Prusia ganó el bronce en salto en Estocolmo (1912) montando a «Gibson Boy»; Harald V de Noruega, participó en vela en Tokio (1964), México (1968) y Munich (1972); también en vela compitió el príncipe Bira de Tahilandia en 1956, 1960, 1964 y 1972; la princesa real Ana del Reino Unido, miembro del COI fue la primera de su familia en competir en los juegos, montando el caballo de la reina, Goodwill, en Montreal (1976); su hija Zara Phillips, compitió en Londres (2012); la princesa Nathalie de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, hija de Benedicta de Dinamarca, ganó el bronce en Pekín (2008) en la prueba ecuestre por equipos; también a caballo compitió el príncipe saudí Abdullah bin Mutaib Al Saud en Pekín (2008) y Londres (2012), donde obtuvo medalla de bronce; el jeque Ahmad bin Mohammad bin Hasher Al Maktoum, de Dubai, ganó el oro en tiro en Atenas (2004); Charlene de Mónaco, participó en Sidney (2000) como parte del equipo de natación sudafricano, y su marido, como Alberto Grimaldi, participó en los juegos de invierno de Calgary, Albertville, Lillehammer, Nagano y Salt Lake City; Haya de Jordania, fue del equipo ecuestre de su país en Sidney (2000) y el príncipe Hubertus de Hohenlohe-Langenburg compitió en esquí en seis olimpiadas de invierno.

La princesa Amalia de los Países Bajos y el Rey Felipe VI en los Juegos Olímpicos de París
La princesa Amalia de los Países Bajos y el Rey Felipe VI en los Juegos Olímpicos de ParísGtres

En los Juegos de París 2024 hemos visto con sus chubasqueros a Don Felipe -abanderado español en Barcelona 1992-, y a Doña Letizia en la ceremonia de inauguración; a Guillermo Alejandro y Máxima de los Países Bajos, con sus guiños «naranjas» a su pueblo; a Federico X y María de Dinamarca; a Felipe y Matilde de los Belgas aplaudiendo fervorosos a sus paisanos; a Alberto II -abanderado de su nación en 1988, 1994 y 2003- y Charlene de Mónaco, vestidos de blanco y rojo para hacer honor a su bandera, acompañados de sus hijos Jacques y Gabrielle; a la reina María y a la princesa Benedicta de Dinamarca agitando el dannebrog en las pruebas ecuestres en Versalles; a Carlos XVI Gustavo y Silvia de Suecia en los cuartos de final del tenis de mesa; a Don Felipe VI y a Amalia de los Países Bajos viendo al equipo holandés de baloncesto; también a Don Felipe en el partido de baloncesto 3x3 femenino entre España y Estados Unidos, a Doña Letizia viendo el España-Canadá del mismo deporte o a Doña Sofía viendo como España ganaba a Australia en waterpolo femenino.

En definitiva, el deporte es escuela de virtudes que la realeza también promociona: esfuerzo, afán de superación, perseverancia, disciplina, humildad, labor de equipo, honestidad, lealtad, obediencia a las reglas, responsabilidad, tolerancia…