Documental

Té con Isabel II, carcajadas con el príncipe Felipe y un año difícil: Guillermo de Inglaterra abre su corazón

El príncipe de Gales rememora la complicidad con sus abuelos en Windsor y se sincera sobre los retos personales que ha afrontado junto a Kate Middleton

El príncipe Guillermo trabajando en Homewards
El príncipe Guillermo trabajando en HomewardsGtres

El Castillo de Windsor se convierte en escenario de confidencias para el príncipe Guillermo. En un episodio especial de "El viajero reticente" (Apple TV+), el heredero al trono británico ejerce de guía de excepción para Eugene Levy y, entre pasillos y retratos, abre una ventana poco habitual a su intimidad: sus recuerdos con la reina Isabel II y el príncipe Felipe. sus abuelos.

Con el humor que le caracteriza, Guillermo bromea con el actor sobre la dificultad de orientarse en el castillo. sin embargo, la nostalgia aflora cuando señala hacia Eton, el internado donde estudió. "Estaba a pocos metros de mis abuelos", confiesa, antes de evocar aquellas tardes tras la escuela en las que se acercaba a tomar té con la reina. "Tenía la mejor colección de tés del mundo. ¡Así que comía bien!", dice entre risas, recordando un vínculo cotidiano y entrañable.

Emocionado

El príncipe describe a Isabel II como una confidente: charlas familiares, pequeñas anécdotas y un interés genuino por la vida de su nieto. A tres años de su fallecimiento, aún le resulta difícil hablar de ella sin emocionarse. Tampoco olvida al duque de Edimburgo, cuya ironía y meteduras de pata involuntarias provocaban carcajadas familiares. "Eran de otra generación, pero teníamos una muy buena relación. Creo que fue aún mejor cuando llegaron a los 80. Nos reímos mucho", recuerda con cariño.

De izquierda a derecha, Camilla y Carlos, junto a la reina Isabel II, el príncipe Luis, Kate, duquesa de Cambridge, la princesa Carlota, el príncipe Jorge y el príncipe Guillermo se reúnen en el balcón del palacio de Buckingham, en Londres, en 2022.
De izquierda a derecha, Camilla y Carlos, junto a la reina Isabel II, el príncipe Luis, Kate, duquesa de Cambridge, la princesa Carlota, el príncipe Jorge y el príncipe Guillermo se reúnen en el balcón del palacio de Buckingham, en Londres, en 2022.Agencia AP

Entre confidencias, Guillermo también se detiene frente a un retrato de su abuela, consciente de que posar formaba parte de su deber como soberana. "Aceptaba el ejercicio porque era obligatorio marcar ciertos hitos históricos", explica, reflejando la abnegación de la reina, un legado que él mismo parece haber asumido como futuro monarca.

Pero el episodio no solo viaja al pasado. El príncipe de Gales se sincera también sobre un presente marcado por la adversidad. Reconoce que 2024 ha sido "el año más difícil de su vida", tras el diagnóstico de cáncer de su esposa, Kate Middleton, y de su padre, el rey Carlos III. "La vida nos pone a prueba y superarlo es lo que nos define", reflexiona con serenidad. Una visión que conecta con las palabras de Kate, quien meses atrás confesó que el periodo posterior al tratamiento había sido particularmente complejo, y que agradecía tener a Guillermo como apoyo constante.

El heredero, sin embargo, no se instala en la tristeza. Prefiere evocar "días felices", las risas compartidas con sus abuelos y la pasión de Isabel II por los caballos, tan vinculados a Windsor. "La echo de menos, y también a mi abuelo", admite en voz baja, como si hablara para sí mismo.

En contraste con esta imagen de recogimiento, el tercer aniversario de la muerte de la monarca estuvo marcado por las tensiones familiares: el príncipe Harry visitó en solitario la tumba de su abuela, mientras su hermano participaba junto a Kate en un acto del Instituto de Mujeres, institución a la que la soberana estaba profundamente ligada. No hubo reencuentro entre los príncipes, aunque Harry sí se reunió en privado con Carlos III durante 55 minutos en Clarence House.

Aun así, en Windsor, entre tazas de té evocadas y recuerdos de carcajadas, Guillermo reivindica a sus abuelos como brújula sentimental. En ellos encuentra humor, lealtad y sentido del deber: virtudes que, a la espera del día en que se convierta en rey, parecen marcar el rumbo de su propia vida.