Relación
Marichalar y Froilán: no hay brecha afectiva a pesar de las acusaciones de Don Juan Carlos
No hay distanciamiento ni rencores. Las palabras del Rey en sus memorias vislumbran resquemor, donde solo hay amor y sus dosis de dolor
El libro de memorias del Rey Juan Carlos escrito por Laurence Debray estará en las librerías en la versión española el próximo 3 de diciembre. No se esperan grandes novedades porque de la edición francesa de «Reconciliación» (así lo ha bautizado el autor) ya se ha publicado lo más llamativo. Y en esos recuerdos que ya hemos leído aparece su deseo de volver a España, las dedicatorias a la Reina Sofía a la que en todas las páginas llama «Sofi», su relación con el Rey Felipe, con las Infantas, con los nietos, los yernos y hasta la poca sintonía con la Reina Letizia. Hay para todos. Esta última referencia de desafecto era conocida por los periodistas, pero es cierto que nunca se había escrito en plan negro sobre blanco, como ha hecho ahora Don Juan Carlos.
Estas historias que forman parte de las vivencias del Monarca padre tienen también otros efectos colaterales que no han sido del agrado de algunos de los nombres que aparecen en las memorias. Uno de ellos es Jaime de Marichalar, que no queda en buen lugar al culparle de los problemas que fue arrastrando Froilán desde que se convirtió en un adolescente complicado y un joven con una trayectoria fiestera aún más difusa. En su escrito vital, el abuelo Rey escribe unos párrafos que han resultado dolorosas para el ex marido de la Infanta Elena. Textualmente dice: «El divorcio de sus padres y una cierta falta de autoridad paterna le condujeron a una vida desvergonzada».
Son pocas las palabras que le dedica, pero las suficientes para que no haga falta leer entre líneas. Dar a entender que Froilán y su padre no mantenían ni mantienen una estrecha relación no se ajusta a la realidad. Marichalar no es Carmen Cervera y Felipe tampoco Borja Thyssen con sus desencuentros familiares que cada vez se alargan más en el tiempo. No es el caso, porque no solo hubo autoridad y marcaje paternal sino un cariño por parte del hijo. De esa intimidad hay testigos que lo confirman. Para empezar la propia familia Marichalar que siempre ha estado unida ante lo bueno, lo malo y lo regular y con un respeto total a la Monarquía. Nada se les puede reprochar a los nobles sorianos. Una de las fotos que presidían la casa de Saénz de Tejada mostraban al Rey con su consuegra en el convite de bodas de la Infanta Elena y Marichalar.
El papel de Doña Concepción
La abuela paterna –Concepción Sáenz de Tejada– estuvo siempre muy pendiente de los hijos de sus hijos, pero sobre todo de Victoria y Felipe cuando llego el divorcio y después, también. Y más aún cuando Jaime sufrió el ictus del que nunca llegó a recuperarse físicamente del todo. Su madre fue su gran apoyo y pasaba mucho tiempo en su casa. Los vecinos estaban acostumbrados a verla con Jaime haciendo recados o desayunando en Mallorca, la pastelería de la calle Velázquez que se encuentra muy cerca del domicilio. Y en verano, los nietos reales acudían a la casa familiar de Sotogrande (Cádiz) cuando le tocaba por el convenio regulador. Jaime siempre estaba pendiente de ellos y de que compartieran juegos y cumpleaños con los primos. No es verdad lo que deja caer el Rey de ese distanciamiento. Incluso, hay imágenes de cómo Felipe Froilán estaba pendiente de agarrar a su padre de la mano por la calle por sus dificultades de movilidad.
Salvo excepciones, nunca ha hecho declaraciones, pero sí ha salido en defensa de su hijo cuando aún no tenía la mayoría de edad. Harto de que se publicara que era un mal estudiante (que lo era) y que había repetido por tres veces un curso, quiso desmentirlo. Y así me lo explicaba él mismo hace años. Estaba indignado con ciertas informaciones sobre Froilán.
«Son mentiras que hacen mucho daño a un adolescente. Mi hijo Felipe no ha ‘‘tripitido’’ ni es simpatizante de Podemos como se ha dicho. No me explico cómo se pueden hacer esas afirmaciones tan a la ligera. Me parece escandaloso. Felipe está en una edad muy complicada en la que cualquier comentario le afecta. Lo está pasando mal y no hay derecho. No era verdad. Me duele cuando lo veo triste y me dice: ‘‘Papá, pero cómo se pueden inventar esas cosas, si yo no le he hecho nada malo a nadie. ¿Por qué se meten conmigo?’’. Felipe es muy buen chico y tiene sus cosas como todos a esa edad, pero no se le puede estar examinando públicamente todos los días», declaraba a quien escribe estas líneas.
Tiempo después el chaval se marchó a Estados Unidos para poner tierra por medio. Una idea que partió precisamente de Doña Sofía y consensuada con la Infanta y el ex Duque de Lugo. Estancia pagada como todos los colegios, universidades y estudios de los nietos por Don Juan Carlos. Marichalar estaba contento porque su hijo se encontraba en un ambiente muy diferente donde nadie le conocía y pasaba desapercibido. «Felipe está feliz y muy integrado en su colegio. Le viene muy bien estar alejado del interés mediático, porque hay comentarios e historia que han circulado sobre él que hacen mucho daño. Está estudiando mucho y para su futuro estudiar en Estados Unidos es excelente», me contaba Marichalar en una fiesta de la firma Rabat, donde coincidíamos.
Al lado de su abuelo
Los últimos años antes de instalarse en los Emiratos no fueron buenos para el joven. Así lo ha descrito el abuelo Rey en sus memorias. «Alimentaba la crónica de sucesos con un comportamiento poco ejemplar. Iba de fiesta en fiesta, de discoteca en discoteca, metiéndose en peleas y con malas compañías». Ya mayor de edad y con amistades poco recomendables el presente del joven no era nada constructivo. Pero en esa etapa quien tampoco podía hacer nada para enderezar la conducta de Froilán no era solo el padre sino también la Infanta Elena. Han sido pocas las veces que los ex se pusieron de acuerdo para cambiar el rumbo de vida de su hijo. Fue entonces cuando coincidiendo con el exilio voluntario de Don Juan Carlos, la familia le convenció para dejar Madrid e instalarse en Abu Dabi. En esta nueva etapa Felipe mantiene una relación muy estrecha con su padre con el que se comunica a través de zoom, con asiduidad.