
Los motivos
Máxima Zorreguieta, la única reina católica que no irá al funeral del Papa Francisco
La Reina de Países Bajos ha tomado una inesperada decisión que la apartará de la ceremonia en honor al Papa. Otros monarcas europeos, en cambio, sí asistirán al sepelio en el Vaticano.

Una ausencia que llama la atención. El próximo sábado 26 de abril, mañana, se celebrará en la basílica de San Pedro el funeral por el Papa Francisco, fallecido recientemente en Roma. La ceremonia será presidida por el cardenal italiano Giovanni Battista Re y contará con la presencia de numerosas autoridades internacionales, entre ellas varios jefes de Estado y representantes de casas reales europeas. Sin embargo, la reina Máxima de los Países Bajos no asistirá, y su ausencia ya ha generado sorpresa y debate ya que es la única reina católica que no estará presente.

La decisión contrasta con los vínculos personales que unen a Máxima Zorreguieta con el pontífice argentino. No solo comparten nacionalidad, sino que también ha habido entre ambos una relación de respeto institucional y afecto personal. Máxima y el rey Guillermo Alejandro asistieron en 2013 a la misa de inicio del pontificado de Francisco y, desde entonces, realizaron dos visitas al Vaticano: una privada en 2016 y otra de Estado en 2017, esta última histórica por ser la primera de un monarca neerlandés.
Aunque la familia real holandesa es tradicionalmente protestante, la reina sigue profesando el catolicismo, lo que en principio hacía prever su presencia en la despedida del Papa. Sin embargo, la Casa Real confirmó que ni ella ni el rey asistirán al funeral.
¿El motivo? La ceremonia fúnebre coincide con el Día del Rey, una festividad nacional de gran relevancia en Países Bajos, que se celebra precisamente ese sábado en la localidad de Doetinchem. Es una jornada de fuerte carga simbólica, durante la cual los soberanos y sus hijas participan activamente en actos públicos junto a la ciudadanía.
Según fuentes cercanas a la Corona, el dilema fue real: cancelar los festejos ya organizados o ausentarse de un evento de escala global. Finalmente, se optó por mantener las celebraciones y retrasar su inicio una hora, de las 11 a las 12, como gesto de respeto hacia el Papa. Una solución diplomática, pero que no evita la sensación de ausencia en una de las despedidas más importantes del mundo católico en los últimos tiempos.
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