Lujo
Las reinas sacan lo mejor de sus joyeros, la moda royal que Letizia no seguirá
Camila y Máxima recuperan el «devant de corsage», una joya de la que carece la monarquía española
Camiladel Reino Unido parece estar dispuesta a tomarse la revancha de todas aquellas personas que alguna vez pensaron que no llegaría a ser reina. La mujer de Carlos III sufrió durante sus años de romance todo tipo de rumores y críticas por aquellos que la veían como la enemiga de Lady Di, y muchos descartaron su acceso al trono. El tiempo le dio la razón a la real pareja y ambos han transformado su polémica historia en uno de los romances más épicos de los últimos cincuenta años.
Uno de los rasgos que denotan la satisfacción que le ha supuesto a Camila verse como reina se observa en el uso que está haciendo del amplio joyero que atesora la monarquía británica. Tanto la reina consorte como Catalina de Gales están dando buena cuenta del tesoro que conservan y si hace unos días la mujer de William sorprendía con una tiara que hacía casi cien años que no se veía, la semana pasada era Camila la que daba mucho que hablar sumándose a una moda que actualmente lidera Máxima de los Países Bajos: recuperar el «devant de corsage».
Solemos identificar siempre los tesoros reales con las tiaras, pero lo que es equiparable a ellas siempre fueron los también conocidos como «stomachers», solo que estos han sufrido más el cambio de gusto. Durante el siglo XIX, era una pieza que se observaba en prácticamente todos los retratos reales, pero con el devenir de los tiempos han ido desapareciendo. Se colocaban justo debajo del pecho, cubriendo el estómago. Esta posición tan principal de estas piezas, además de las impresionantes dimensiones que tenían y las espectaculares joyas con las que se confeccionaban, las convirtieron en todo un sinónimo de estatus y uno de los símbolos más conocidos de todos los royals.
Máxima de los Países Bajos, cuya familia posee quizás el único joyero que puede rivalizar con el de los Windsor (si es que no le supera) ha sabido dar buena cuenta de ellos. La hemos visto posar con un diseño de lazo de principios del siglo XIX, en diamantes y perlas, que se creó para Sofía de Wüttermberg, la mujer de Guillermo III. También ha rescatado del olvido, ya que no se veía desde 1980, el «devant de corsage» de la reina Emma: una fantástica pieza que cuenta con más de 214 diamantes de talla brillante y donde destaca su impresionante diamante central de 39 quilates. A la reina argentina le gusta llevar este tipo de joyas a modo de broches, desplazándolos así de su posición original.
Camila, por su parte, rescató en la recepción al cuerpo diplomático un «stomacher» que perteneció a la reina madre. De esta manera completó el vestido, un diseño de Fione Clare, donde tampoco faltaba una de las joyas más conocidas de la casa: la tiara de las niñas de Gran Bretaña e Irlanda. Eso sí, las grandes dimensiones de la pieza le provocaron algún que otro problema y de hecho, en las fotografías oficiales de la ceremonia, se puede observar cómo está desplazada de su sitio, apareciendo torcida en todo momento al chocar con la banda que lucía la reina.
Desaparecidas de España
De la Reina Letizia sabemos que no es muy aficionada a los collares, pero que en cambio sí gusta de lucir pendientes muy llamativos. Nos quedaremos con las ganas de conocer si disfrutaría con piezas como el «stomacher,» ya que el destierro de la familia real y el reparto de joyas hizo que se desprendieran de dos de los «devant de corsage» más espectaculares que se podían observar en las cortes europeas.
Uno de ellos era el de la Reina María Cristina. La madre de Alfonso XIII contaba en su joyero con un impresionante diseño de más de veinte centímetros de altura que se consideró una de las creaciones más exquisitas de su momento. Fue un regalo de su marido, Alfonso XII, y lo lució en un gran número de retratos oficiales, como el que conserva el Senado. En el reparto de sus joyas, tras su muerte, acabó en manos de los hijos de la Infanta María Teresa y, unas décadas después, se subastó acabando en manos del barón Thyssen. Se convirtió así en una de las joyas más llamativas de su quinta esposa, Tita Cervera.
El otro fue una creación que la Reina Victoria Eugenia encargó a Cartier en los años 20. De estilo art déco, en diamantes y platino, se podía transformar en un broche. Esta fue una de las joyas de las que la monarca no se desprendió en toda su vida. La heredó su hijo el Infante Jaime de Borbón y su mujer, la exactriz Charlotte Tiedemann, no dudó en posar con él. En 1977 se le perdió el rastro tras una subasta en la que asistimos a la desaparición de una de las joyas más llamativas de la familia real española.
El corsage del millón de euros de Tita Cervera
Las joyas siempre han sido un refugio económico para la realeza. La propia Tita Cervera pretendió hacer caja en 2015 con el «devant de corsage» de la reina María Cristina. Intentó subastar la pieza en Christie’s sin mucho éxito, ya que se esperaba recaudar más de un millón de euros con ella. De hecho, se llegó a barajar que alcanzara los dos millones. Por desgracia para la baronesa Thyssen, el fabuloso broche de diamantes acabó regresando a la caja fuerte de Cervera. Desde entonces, se le ha perdido la pista.
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