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La princesa Mette-Marit de Noruega se muestra más vulnerable que nunca sobre su enfermedad: "Necesito un poco más de ayuda"

Durante siglos, la realeza rehusó hablar de sus problemas de salud, pero desde hace pocos años, cada vez son más los que da un paso al frente para sincerarse sobre las dolencias que padecen

La princesa Mette-Marit de Noruega
La princesa Mette-Marit de NoruegaGtres

La preocupación en torno a la princesa Mette-Marit de Noruega, esposa del príncipe heredero Haakon, es creciente desde que la semana pasada se anunció desde palacio que se retiraba de su papel institucional durante el próximo mes de octubre. "Desde principios de mes, Su Alteza Real la Princesa Heredera Mette-Marit realizará un mes de rehabilitación pulmonar en Noruega", recogía el breve comunicado, aunque matizando que la futura reina sí asistirá a la tradicional cena para los miembros del Storting el 23 de octubre en el Palacio Real de Oslo.

Mette-Marit padece fibrosis pulmonar, una enfermedad crónica que la ha obligado a despejar su agenda oficial en varias ocasiones este año. Se trata de una dolencia grave que requiere tratamientos y cuidados muy específicos, a veces incompatibles con la exigencia que implica la vida de una princesa.

Tras anunciar su retirada de la vida pública, la nuera de los reyes Harald y Sonia ha reaparecido en el Museo Folclórico Noruego para asistir a una conferencia sobre Frida Hansen, una artista textil. Allí declaró ante los periodistas de NRK, la televisión pública noruega, que su marcha obedece a un necesario descanso que lleva posponiendo demasiado tiempo.

"Debería haberlo hecho mucho antes, ahora es el momento", comenzó declarando la princesa, que está decidida a seguir las indicaciones de sus médicos para mantener a raya su enfermedad: "Lo haré".

Norwegian Crown Princess Mette-Marit
Norwegian Crown Princess Mette-MaritOLE BERG-RUSTENAgencia EFE

En contra de la norma no escrita de que la realeza nunca se muestra vulnerable, Mette-Marit ha confirmado: "Necesito un poco más de ayuda que antes para afrontar la vida diaria con fibrosis pulmonar", una sincera confesión poco habitual en alguien que aspira al trono de Noruega.

Los royals también enferman

Durante siglos, la salud de los monarcas fue tratada como un asunto de Estado, rodeada de secretismo y discreción. La enfermedad era vista como una señal de debilidad que podía comprometer la estabilidad del trono y, en consecuencia, la confianza de los súbditos y aliados. En un sistema donde la figura real debía encarnar fortaleza, longevidad y casi una dimensión sagrada, admitir problemas médicos equivalía a poner en duda la legitimidad del poder. Así, dolencias físicas o mentales eran ocultadas, maquilladas o directamente negadas para preservar la imagen de invulnerabilidad de la Corona, reforzando la distancia entre la realeza y la vida común de sus pueblos.

Kate Middleton.
Kate Middleton.Gtres

Hoy esa perspectiva parece ir cambiando poco a poco. Mientras que el rey Juan Carlos I se resiste a ser visto usando silla de ruedas (instrumento que utiliza en su intimidad para reducir sus problemas de movilidad), figuras como Carlos III del Reino Unido, Kate Middleton o la princesa Mette-Marit de Noruega han optado por compartir de manera abierta sus problemas de salud, mostrando un rostro más humano y cercano al público. Este cambio responde tanto a las exigencias de la sociedad actual, que valora la transparencia, como a una nueva manera de concebir la monarquía: no como una institución distante e intocable, sino como un símbolo que también refleja las vulnerabilidades de la condición humana. Al hacerlo, los monarcas y herederos contribuyen a normalizar conversaciones sobre enfermedades y cuidados médicos, generando empatía y reforzando su legitimidad en un mundo donde la autoridad se sostiene menos en la solemnidad y más en la conexión con la ciudadanía.