Crónica
Jesús Vázquez o aquellos tiempos de novias postizas
Cada momento ha tenido su postizo, desde el peluquín de Paco Rabal a los rellenos en el sostén de Aurora Bautista, pasando por la toallita que Tom Jones se me metía en los gayumbos para marcar paquete. Cada uno es libre, oigan. Marlene Morreau, vedette y sexy boom de los 90, nos ha recordado ahora el tiempo de los novias postizas. Cuenta la Morreau que en las grabaciones con Jesús Vázquez en un teatro, algunos le gritaban maricón a Jesús, incluso exhibían pancartas insultantes que captaban las cámaras, por lo que José Luis Moreno, productor, le pidió que fuera su novia por un rato para aliviar tensiones. Así que montaron un reportaje en la playa, en plan idilio veraniego. Añade la francesa que no cobró nada, lo hizo por amistad. Otras cobraron por papeles semejantes. Aquel fue también un tiempo de palabras postizas: nadie era gay, todo se declaraban bisexuales. Antonio Gala, por ejemplo. Vicente Parra, ni eso: le sobraban novias postizas para la alfombra roja o las revistas del corazón. Ellas eran aún más discretas: Amparo Baró iba con su novia a Oliver, pero nunca se manifestó públicamente. Paquita Rico se llevó a la tumba su secreto. Entonces, la condición sexual era objeto de chismorreo malicioso; el mariconeo y la bollería fina, pecados a ocultar porque afectaban a los contratos, tan ligados a la imagen pública. Ahora, vaciados los armarios, lo postizo (lo artificial, fingido, falso) vive sobre todo en la política, pero imagínense el pastizal que podrían ganar los cuerpos gloriosos de hoy como novios postizos de maripuris poligoneras o gays con hambre de «Sálvame».
✕
Accede a tu cuenta para comentar