Heredera
Laura Mattarella, la abogada que renunció a su carrera por su padre
Se transformó en lo más parecido en Italia a una «primera dama» y en el mejor apoyo de su progenitor, viudo y con tres hijos
Sergio Mattarella (Palermo, 1941) había alquilado hace unos meses un apartamento en un barrio acomodado de Roma al que tenía previsto mudarse esta misma semana coincidiendo con el fin de su mandato de siete años como presidente de la República italiana. No tenía los mismos lujos que el majestuoso Palacio del Quirinal, antigua residencia papal y actual sede de la Jefatura del Estado, situada en una de las colinas con mejores vistas de la Ciudad Eterna, pero estaba al lado de la residencia de sus hijos y nietos, a quienes está muy unido. Con la mayoría de sus pertenencias ya empaquetadas, tuvo que dar marcha atrás y aceptar un segundo mandato ante la incapacidad del Parlamento de elegir a su sucesor. «Tenía otros planes pero, si es necesario, estoy disponible», dijo resignado.
No solo Mattarella sacrificó una merecida jubilación para garantizar la estabilidad del país. También su hija ha cambiado de planes. Ya lo hizo hace siete años, cuando su padre, un exmagistrado del Tribunal Constitucional desconocido para los italianos a pesar de haber sido varias veces ministro, se convirtió en el nuevo inquilino del Quirinal. A partir de ese día, Laura Mattarella (Palermo, 1967) se transformó en «primera dama» y en el mejor apoyo de él, viudo y padre de tres hijos.
Al igual que sus hermanos, Bernardo y Francesco, Laura creció respirando la política en casa. Su abuelo, Bernardo Mattarella, llegó a ocupar varias veces la cartera de ministro en las filas de la Democracia Cristiana, el partido que gobernó Italia buena parte del siglo XX y que contribuyó a fundar. Mientras que su tío, Piersanti, fue presidente de la región de Sicilia hasta que en 1980 ocho tiros a bocajarro perpetrados por Cosa Nostra acabaron con su vida. Quienes la conocen aseguran que la estrecha unión entre padre e hija se debe, probablemente, a la necesidad de superar juntos las tragedias a las que la familia se ha tenido que enfrentar. En 2012, tres años antes de ser elegido presidente de la República por primera vez, Mattarella perdió a su esposa Marisa, hija de Lauro Chiazzese, ex rector de la Universidad de Palermo y hermana de Irma, quien, a su vez, estaba casada con Piersanti.
A pesar de la larga trayectoria política del clan, Laura y sus hermanos optaron por caminos distintos. La hija mediana del presidente de la República estudió Derecho, pero en 2015 renunció a su carrera como abogada en un prestigioso despacho romano para acompañar a su padre durante su mandato. Una misión que cumple con dedicación, como reconoció en una de las escasas entrevistas que ha concedido. Siempre a la sombra de su padre, discreta, con un estilo sobrio y elegante, se ha ganado el respeto de los italianos.
Casada con Cosimo Comella, que ocupa un puesto de responsabilidad en un organismo transalpino, es madre de tres hijos: Manfredi, de 25 años, Maria Chiara, 22, y Costanza, 18. Durante el primer mandato de su padre, Laura le ha acompañado a actos públicos y visitas de Estado como la que realizó en noviembre a Madrid, donde asistió a una cena de gala en el Palacio Real. Ha sido la sombra del presidente en eventos donde se requería la presencia de un cónyuge y ejercido de anfitriona con las esposas de otros mandatarios, por ejemplo, durante la celebración del G20 en Roma en octubre. A pesar de que en Italia no existe el rol de «primera dama», ella es percibida así en el extranjero y, por ello, en abril de 2020, Melania Trump la llamó para mostrar la solidaridad de EE UU con una Italia golpeada por la pandemia. En estos años no se limita a acompañar a su padre y ha aprovechado los viajes oficiales para visitar hospitales infantiles o campos de refugiados. Un compromiso con los más débiles que, en 2018, el presidente de Azerbaiyán, Iham Aliyev, reconoció concediéndole un premio por su actividad humanitaria.
✕
Accede a tu cuenta para comentar