¡Que van a por ti, Matías!

Podemos quiere por ley que “las personas informadoras deben abstenerse de prestar su imagen a marcas comerciales”. Sí pueden hacer publicidad institucional o anuncios de carácter social o de interés público, nada más. Todo por nuestro bien y nuestra salvación eterna, fieles al catecismo del padre Iglesias. Como niños que somos de Pilar Alegría, analfabetos y tontuelos, así evitaremos trastocar la pura doctrina informativa con el repugnante consumismo. O sea, que no confundamos la Línea Directa de Matías Prats con la fluida comunicación que mantiene Biden y Sánchez, las cremas antiaging de Mónica Carrillo con la plataforma política de Yolanda Díaz, las sopas de Gallina Blanca de Pedro Piqueras con los caldos doctrinarios que Ione Belarra quiere llevar al Sahara para hacerle un chup-chup a Albares, y el Actimel de Susanna Griso con la mala leche fermentada de los fachas, defensa orgánica del PP.

Todo por nuestro bien, sí, hasta alcanzar la perfección de las leyes progresistas de Maduro, Putin, Xi Jinping y Kim Jong-un, por ejemplo. Y llega el momento de mis dudas razonables: ¿la docuserie sobre la vida íntima de Él en la Moncloa entra en la consideración de marca comercial, publicidad institucional o anuncio de carácter social y de interés público? Él, que obviamente es persona informadora por antonomasia, Voz del Sinaí monclovita, ¿podrá participar en su camino al Oscar en la promoción de la serie o tendrán que hacerlo Bolaños o Begoña Gómez? ¿Las mil promesas incumplidas de Él (pagaremos por la luz lo mismo que en 2018, no permitiré que la gobernabilidad de España dependa de los independentistas, etc.), anunciadas en los telediarios, constarán como mensajes publicitarios, anuncios de carácter social o capítulos de la telenovela “Infiel”? Mientras, van a por Matías.