Podemos

Los machos alfa de Podemos ante su momento omega

Se vive bien cuando unas subalternas pueden hacer de niñera para que la jefa pueda hacer de reina madre

El feminismo sería lo que movería el mundo, eso ya lo conocía y así lo hizo saber Pablo Iglesias hace tres años; era cuando las críticas más manidas atacaban al mandamás por ejercer de macho alfa de su manada. No era el único. Muchos jefecillos de Podemos marcaban adecuadamente el paquete de sus congregaciones. El Tribunal de Cuentas recrimina ahora al partido que no tenía en sus puestos directivos a suficientes mujeres, y tachaban a C. Tangana de hombre de la era antigua por sacar una canción titulada «Demasiadas mujeres», que no sé en Galapagar, pero en el palacio de los Deportes, el día que fui a ver a ese prodigio de madrileño, era sonar la marcha que acompaña al relato de un Casanova cansado y las chicas se unieron en un solo grito: «Hermano, yo sí te creo». Hombre, el cantante se refiere a las que pasaron por su cama. Para Podemos, queda vista, el feminismo es una ideología con la que espera asaltar los cielos, pero con ellos vestidos de amazonas. Es la política de boquilla que ejercieron los nuevos partidos, que llegaron para «regenerar» y acabaron removiendo en el mismo vertedero. Se vive bien cuando unas subalternas pueden hacer de niñera para que la jefa pueda hacer de reina madre. Acabáramos. A falta de otra cosa, hasta a mí me gustaría parir una idea y tener algunas personas que la mimaran como si fuera un bebé.

Llego a la conclusión seguramente malintencionada de que toda la verborrea y la coreografía basada en hechos reales de estos chicos era falsa, nada extraño tratándose de políticos, pero un tanto descorazonador si se trata del partido de todas las letras del Orgullo Gay. Estábamos viendo Tarzán de los monos y, en realidad, era Chita, un chimpancé macho a pesar de su nombre. Creíamos verla, robarle la crema a Jane, en fin, ponerse rulos antes de que Tarzán montara en cólera hasta que el sexador de pollos del Tribunal de Cuentas llega y cambia la película.

No hace falta, a estas alturas, recordar el pordelantismo, que diría Rebeca Argudo. Que las políticas de Igualdad no tienen que ver son esos. Sí, hombres malos, caca; pero hombres malos que se pertrechan en asesinadas para llevar su credo al mundo, eso solo puede ser un montón de mierda.