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Los entresijos de la “operación Cantora”: Isabel Pantoja llega a un acuerdo para vender su parte

Isabel Pantoja ha llegado a un acuerdo con un empresario especializado en sociedades en concurso de acreedores

Agustin Pantoja entrando a la finca Cantora en Medina Sidonia, 04 de noviembre de 2020.
Agustin Pantoja entrando a la finca Cantora en Medina Sidonia, 04 de noviembre de 2020.CRISTOBAL_DUENASGTRES

Antonio Trujillo, abogado y propietario de un holding de empresas radicadas en Marbella dedicadas a la inversión inmobiliaria mediante la compra de activos a empresas y particulares en quiebra, tiene la llave de la nueva vida de Isabel Pantoja. Tras refinanciar Pantomar S.L., haciéndose con sus activos y sus deudas, el empresario malagueño ha salvado de su situación de insolvencia a la empresa más longeva de la cantante a cambio de parte de su patrimonio. La operación se lleva a cabo en el más estricto hermetismo e implica la compra del otro ático de Fuengirola, que está a nombre de Pantomar S.L., y Cantora, la finca cuya titularidad comparten Isabel Pantoja y su hijo Kiko. Según la información que manejamos, Isabel ya ha llegado a un acuerdo con el empresario inmobiliario mientras que la negociación con Kiko Rivera va por otra vía. El DJ ha hecho público que con él no se han puesto en contacto ni su madre ni nadie para comprar su porcentaje de la célebre finca.

Después de años de embargos y números rojos, la cantante está dispuesta a deshacerse de la mayor parte de su patrimonio para empezar desde cero, sin ataduras y sin deudas. La oportunidad le ha llegado de la mano de Trujillo, el empresario que, el pasado mes de enero, se adjudicó en subasta pública por 126.000 euros más las cargas, la mitad del ático que Pantoja poseía en Fuengirola. De ser su incómodo nuevo futuro vecino, Trujillo finalmente se ha convertido en su «salvador».

«Isabel y yo estamos condenados a entendernos», dijo Antonio Trujillo tras saber que la vivienda que se había adjudicado era de la tonadillera. «Mi postura es tender puentes», aseguró, dejando clara su intención de ponerse de acuerdo con Isabel para comprar la otra parte del ático. El empresario no dudó en ponerse en contacto directamente con la cantante y, de ese encuentro, surgió la posibilidad de comprar otras propiedades, entre ellas, la finca Cantora, que ha sido su hogar en las últimas décadas.

La delicada situación económica y familiar que afecta a la emblemática finca que heredó de Francisco Rivera ha sido el detonante para que la artista se plantee deshacerse de su propiedad más querida. La muerte de su madre y el distanciamiento de sus hijos, especialmente de Kiko, le han hecho replantearse su estilo de vida. Y eso implica vender Cantora, erradicando el origen del litigio con su hijo y los elevados gastos que implica mantener el campo.

Prueba del difícil momento que atraviesa esta relación materno filial es el hecho de que ni siquiera Kiko está al tanto de las operaciones societarias de su madre, que han dado entrada a Trujillo en Pantomar S.L. El sevillano deberá ponerse de acuerdo con Trujillo si no quiere arriesgarse a compartir la finca con un «socio» todavía más hostil que su madre.

Kiko Rivera llega a Cantora para despedirse de su abuela Ana
Kiko Rivera llega a Cantora para despedirse de su abuela AnaGtresGtres

Situación económica crítica

Recordemos que esta propiedad gaditana de 370 hectáreas estaba a nombre de Cantora S.A., una sociedad propiedad de Paquirri, que fue disuelta en 1991, años después de su muerte y de repartirse su herencia. En 2002, nada más cumplir Kiko Rivera la mayoría de edad, la finca fue hipotecada por 2,5 millones de euros, mediante un crédito hipotecario suscrito a nombre de Pantomar S.L. La finca se hipotecó con el aval de sus propietarios, cuyos porcentajes variaron a raíz de esta operación financiera: Isabel paso a ostentar el 52, 40 % de la propiedad y su hijo Kiko el 47, 60 %.

Isabel vende Cantora para empezar desde cero: sin ataduras sentimentales, familiares ni cargas económicas. En estos momentos, para Isabel no tiene sentido mantener una finca cuyo mantenimiento implica demasiados gastos y que, tras el distanciamiento de sus hijos, no puede disfrutar en familia. Isabel quiere vivir tranquila, empezar de nuevo, olvidarse de los números rojos, los acreedores y los pufos.

La situación económica de la tonadillera es crítica. Pantomar S.L., la empresa por la que factura sus emolumentos como artista, reducidos al mínimo por la pandemia, hace tiempo que no puede hacer frente a los acreedores. Prueba de ello es la deuda de 60.000 euros que provocó el embargo de uno de sus dos áticos de Fuengirola, propiedad de la sociedad. Tras la puja, en la que Trujillo se adjudicó el ático, Isabel fue consciente de que la misma suerte podía correr el otro ático y Cantora, motivo por el que comenzó a negociar con este empresario especializado en refinanciar a empresas que han entrado en concurso de acreedores.

Cantora es su propiedad más valiosa y también la que más cargas tiene, alrededor de millón y medio de euros. Actualmente, es garantía del crédito de Cajasur y de la Hacienda Pública que gravan la totalidad de la finca. Mientras que con Hacienda se han ido cumpliendo pagos o renegociando plazos, según Kiko Rivera, la hipoteca de Cajasur no se paga desde hace más de año y medio.

Para evitar que la finca Cantora acabe como su ático de Fuengirola, en subasta pública, Isabel Pantoja ha aceptado la propuesta de Trujillo para refinanciar la deuda de Pantomar a cambio de la otra parte del ático y de su porcentaje de Cantora. Pantomar S.L., prestataria de la hipoteca de Cantora, ya está en manos de Antonio Trujillo. Y aunque el ático de Fuengirola aún no ha sido inscrito en el Registro de la Propiedad del citado municipio, nos confirman que ya está a la venta en la cartera inmobiliaria del empresario.

Lo que sí es secreto es la cantidad que ha desembolsado Trujillo para hacerse con los activos de Pantomar y la parte de Cantora propiedad de Isabel Pantoja. El hermetismo que rodea esta compleja operación mercantil es total; las partes mantienen silencio ya que han firmado un contrato de confidencialidad, una NDA, que les compromete, bajo penalización, a no divulgar las condiciones de la negociación ni de la venta. Aun así, hemos podido confirmar por una de las partes que la negociación está muy avanzada en el caso de Isabel Pantoja, no así con Kiko Rivera... La complicada relación que mantienen madre e hijo no facilita la comunicación entre las diferentes partes.