Estilo
Así es el nuevo “pijoprogre”: firmas de marca combinadas con ‘low cost’
Yolanda Díaz o Irene Montero definen un nuevo estilo para la izquierda española. Analizamos, con humor y respeto, cómo es hoy el “perroflautismo español”
Si les digo «pijo», seguro que piensan en un chico con camisa de Polo Ralph Lauren, pantalones chinos y mocasines. Si les digo «perroflauta», no me negaran que en su mente aparece una persona con rastas y pantalones bombachos. Vivimos de crear estereotipos que nos ayudan a comprender nuestra realidad desde en mínimo común múltiplo. Pero, también somos conscientes, o deberíamos de serlo, que a partir de ahí son muchas las variaciones que podemos encontrar en nuestro mundo. ¿En qué piensan si les digo pijoprogre?
Si hace unos días analizábamos el nuevo estilo «pijus ibericus» hoy voy a buscarme nuevos enemigos entre el bando opuesto. ¿Cómo es hoy en día el «perroflautismo» español? Porque no negaran que también ha evolucionado.
La base nos la sabemos todos porque que ha sido la misma desde hace tiempo: las camisetas de rayas, los pantalones bombachos de estampados de cachemir (la India tiene mucho que aportar a este estilo), y los jerséis de punto grueso conforman un estereotipo que hoy en día todavía se puede observar por muchas de nuestras calles, pero la cosa no se ha quedado ahí.
Para empezar, porque con el surgimiento de Podemos, que consiguió dar una potente voz a toda esta amalgama de pensamientos dispares, surgió también una marca que intentó sacar tajada: 198, la «marca de ropa para vencer» (sí, irónicamente a día de hoy todavía siguen con ese lema). Parecía que podía arrasar en ventas impulsado por el 15 M y Pablo Iglesias, sumo pontífice de esta nueva religión, se erigió como la Kate Moss de la firma. Pero la cosa no pasó a mayores. Tuvieron su impulso mediático gracias a la camiseta de la selección española republicana, pero eso fue todo. Hoy en día, la firma la podemos ver de vez en cuando en alguno de los portavoces del partido, pero ha quedado reducida a unos pocos sectores por las nuevas dirigentes que han preferido tomar otro ejemplo a seguir. Y es que, no me dirán que la lucha que mantienen Irene Montero y Yolanda Díaz no se refleja también en el vestir. Sí, ellas pueden ser un ejemplo perfecto del «pijoprogresismo» español.
Díaz, la fundadora de Sumar, se han transformado en sus días en la bancada azul en algo así como la Eva Perón del siglo XXI, luciendo firmas como Maje, de un nivel de precio más elevado, que combina con Zara, la marca enseña de su «discutido» Amancio Ortega. Y aquí es donde observamos una de las nuevas encrucijadas internas de este sector: ¿se puede vestir de una firma que consideran que no cumplen todos sus estándares? Parece que hoy en día sí, y eso justifica que la camiseta morada de rayas haya ido dejando espacio a un look mucho más arreglado, al menos en el lado femenino. El sector masculino sigue optando por los tonos oscuros, la manga corta y la silueta amplia, recordando quizás a los «sans culottes» franceses que optaban por el pantalón frente a las apretadas calzas de la nobleza. Pero encontramos otros ejemplos, como pueden ser Íñigo Errejón (¿se acuerdan de él?) o Eduardo Rubiño que han dado un paso más allá para conquistar también un sector donde abunda más la camisa, el jersey de cuello de caja y los zapatos de cordones.
Irene Montero, apoyada por la cabeza del partido, Ione Belarra, apuestan por un estilo similar pero que marca la diferencia con Díaz, intentado por tanto buscar otro nicho. Montero prefiere firmas como Bimani, abriendo así las puertas de la marca de las Corsini a todo un nuevo público donde, por otra parte, parece no terminar de encajar del todo, o Nice Things, mucho más accesible, pero que sigue conservando un espíritu «high class» que sorprende a muchos. Iglesias, por su parte, acabó renunciando a la coleta nada más salir de la primera línea política, dejando claro que aquello había sido más una campaña de marketing que una convicción propia. Esto hizo que muchos se sintieran huérfanos y sin un referente al que seguir, por lo que parece que está difícil conseguir generar ese estilo inmutable que define un look personal. Pero, ¿esto es nuevo? Si echamos un poco la vista atrás, no debería sorprendernos tanto. Pese a que muchos renuncien a ella, esta tribu urbana siempre se han sentido atraída por la moda. Sucedió en los 50 con los existencialistas que tan bien encarnó Audrey Hepburn en «Una cara con ángel», lo mismo con la «gauche divine» o, más recientemente, con iconos como Ana Belén, vestida por Jesús del Pozo, Sybilla o el propio Josep Font. Evita se enjoyaba, se cubría de pieles y encargaba sus diseños a los mejores modistas de París, todo para acudir a apoyar a los descamisados. Y hoy en día, las cosas no han cambiado tanto. Es difícil renunciar a lo bueno cuando puede costar tan poco. A lo que nunca renunciarán será a Mago de Oz y a cantar en voz en grito eso de «ponte en pie, alza el puño y ven».
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