Fallecimiento

Adiós a Paco Albiac, el padre de Fidel y suegro de Rocío Carrasco

El escritor sevillano ha fallecido tras una larga enfermedad, acompañado por su familia y en la más absoluta discreción

Fidel Albiac y Rocío Carrasco en el último adiós a María Teresa Campos
Fidel Albiac y Rocío CarrascoGtres

El mundo de las letras y el de la crónica social se tiñen hoy de luto con la muerte de Paco Albiac, escritor sevillano y padre de Fidel Albiac, marido de Rocío Carrasco. Discreto hasta el final, el autor falleció el pasado septiembre tras una larga enfermedad que afrontó con serenidad y lejos del foco mediático. Solo ahora, semanas después, ha trascendido la noticia, manteniendo el tono reservado que siempre caracterizó su vida.

Según fuentes cercanas a la familia, Paco estuvo acompañado en sus últimos días por su esposa Amanda, enfermera de profesión y compañera fiel, y por sus seres queridos más próximos. Fue una despedida serena, cargada de amor y respeto, en la que el escritor se marchó fiel a su esencia: un hombre de palabra pausada, pensamiento profundo y vocación de libertad.

Rocío Carrasco, que mantiene desde hace años una relación muy cercana con su suegro, ha recibido la noticia en plena grabación de su nuevo proyecto televisivo, Hasta el fin del mundo, un reality documental de TVE rodado en América Latina. La empresaria, según su entorno, está "rota de dolor", intentando procesar la pérdida a miles de kilómetros de España, lejos de su familia y de Fidel, que ha preferido vivir el duelo en la intimidad.

La relación entre Rocío y Paco siempre fue cálida y sincera. Él, que evitó el protagonismo mediático incluso en los momentos más convulsos de la vida de su hijo y de su nuera, representaba una figura de serenidad en medio del ruido. "Paco era un hombre sensato, tranquilo, muy culto", confiesa una persona del entorno familiar.

En su último libro, Conclusiones, publicado hace unos años, el autor dejó un testamento emocional que hoy resuena con especial fuerza. En sus páginas se despedía simbólicamente de su hijo: "No te dejo una herencia, te dejo una brújula. No apunta al norte, pero sí señala el lugar desde donde me despedí de ti". Una frase que revela tanto la hondura de su pensamiento como la ternura que lo unía a Fidel. "La vida y su compañera, la muerte, me han obligado a ser libre, verdadero, orgulloso", añadía.

Esa brújula, la metáfora de un padre que guía incluso cuando ya no está, parece ahora el legado más valioso para quienes le sobreviven.