Deporte
El boom de las fincas ecuestres: de Utah y California a Valencia
Aunque en América se lleva décadas desarrollando este segmento, la inversión en este tipo de explotaciones ganaderas vive un repunte también en España
En el corazón del valenciano Parque Natural de la Sierra de Mariola, un paraje natural con vistas infinitas, bosques de encinas y senderos aromáticos de romero y tomillo a un paso del mar, se esconde una joya para inversores con visión. Se trata de una finca ecuestre de 600 hectáreas que combina hotel rural, coto de caza y centro de cría de caballos de pura raza española. La propiedad, equipada con todo lo necesario para el cuidado equino profesional, desde cuadras hasta el Registro General de Explotaciones Ganaderas (REGA) en regla, es una muestra clara de una tendencia que está cobrando fuerza desde la Comunidad Valenciana a Andalucía hasta los valles de California y las montañas de Utah: el auge de las inversiones ecuestres como nuevo símbolo de riqueza, sostenibilidad y estilo de vida. «La vida en una finca ecuestre ya no es cosa de aristócratas o apasionados del caballo. Hoy, representa una inversión segura, un refugio emocional y un activo de alto valor patrimonial», resume Stuart Siegel, director de Engel & Völkers Private Office, especializada en este tipo de propiedades singulares. Y no es una exageración: el mercado ecuestre mueve cifras milmillonarias a nivel global y vive un renacimiento particularmente notable en España.
Según el II Estudio del Impacto del Sector Ecuestre, promovido por la Federación Hípica Española y el Ministerio de Agricultura, el impacto económico del sector superó los 5.700 millones de euros en 2019, dando empleo directo e indirecto a unas 150.000 personas y contribuyendo al erario público con más de 1.100 millones de euros en retornos fiscales. Entre 2013 y 2019, el sector creció un 39%, especialmente gracias a la revalorización de la cría de razas puras, que aumentó un 68%. La razón es clara: exclusividad, patrimonio genético y valor añadido. «El ecuestre no es un sector ganadero al uso. Su valor no se mide por kilos, sino por nobleza, entrenamiento, genética y belleza», explica Juan Sancho, un emprendedor que cría caballo árabe en la parte segoviana de la madrileña sierra de Guadarrama.
La fiebre por las fincas ecuestres no se limita al sur de Europa. En Estados Unidos, Engel & Völkers comercializa propiedades que son verdaderos templos del lujo equino. En California, por ejemplo, se ofrece una finca de casi tres hectáreas cerca de Thousand Oaks, en el exclusivo valle de Santa Rosa. El precio: 13,4 millones de dólares (unos 12 millones de euros). ¿Qué incluye? 46 establos con sistemas automáticos, pistas profesionales de salto y doma, apartamentos de lujo para jinetes o invitados, y todo rodeado de naturaleza y privacidad. Más al norte, en las montañas de Utah, se puede adquirir por 24 millones de euros un rancho de 5 acres con una residencia de 2.000 m², establos de última generación y salones pensados tanto para el ocio como para grandes celebraciones ecuestres. En ambos casos, hablamos de inversiones patrimoniales donde el caballo es tanto protagonista como excusa para abrazar un estilo de vida rural, sofisticado y rentable. «Nuestra labor consiste en asesorar con precisión y confidencialidad tanto a los vendedores como a los compradores, seleccionando inmuebles con criterios que van desde la disciplina hípica hasta el estilo de vida del propietario», explica Siegel. Y no es un cliente cualquiera. «Desde empresarios hasta atletas olímpicos», añade. La finca tipo no se limita al caballo. Incluye viviendas de lujo, terrenos productivos o protegidos, cotos de caza y espacios versátiles para organizar desde bodas rurales hasta torneos ecuestres, pasando por retiros espirituales o experiencias corporativas.
La meca española
Aunque Estados Unidos y México llevan décadas desarrollando este segmento inmobiliario, España vive una edad dorada. A las propiedades de Andalucía y el Levante se suman las del norte, donde los pastos verdes de Galicia o Cantabria ofrecen condiciones ideales para la cría y entrenamiento. Según datos del Ministerio de Agricultura, el número de équidos censados alcanzó los 722.158, de los cuales más del 51% pertenecen a razas puras, como el Pura Raza Española, Hispano-Árabe o Menorquín. El gobierno ha destinado 627.000 euros solo en ayudas a criadores de razas autóctonas y otros 377.000 euros al desarrollo de carne equina de calidad a través del Grupo Operativo CAVALUE. Y aún hay más: el Centro Nacional de Referencia Equina (CENRE) colabora activamente en formación, conservación y promoción de este patrimonio vivo. Y es que comprar una finca hípica no es solo cuestión de estatus; es también una estrategia de diversificación. En tiempos de incertidumbre geopolítica y financiera, los activos tangibles con retorno experiencial, cobran protagonismo.