Triste adiós
El camino de espinas de Concha Velasco: de Paco Marsó a la residencia
La vida de la actriz no ha sido sencilla. Su marido no supo quererla como se merecía y terminó por llevarla a la ruina. Los problemas económicos siempre le han arrastrado, mientras la salud le daba constantes sustos
Hace dos años, cuando aún estaba en activo, Concha Velasco confesó que no se imaginaba fuera de los escenarios. La gran dama del teatro español seguía al pie del cañón y ni se le pasaba por la cabeza jubilarse. Pero el destino fue cruel con una mujer cuya vida personal no fue, precisamente, un camino de rosas. Este sábado se ha conocido el fallecimiento de la actriz a los 84 años en el Hospital Puerto de Hierro en Majadahonda, Madrid, tras permanecer desde 2021 ingresada en un centro geriátrico. Los recuerdos, me cuenta una fuente cercana a la actriz, “fluían de continuo. Rememoraba lo bueno, pero también lo malo. Curiosamente, de su ex marido, Paco Marsó, que tanto daño le hizo, le quedaban los momentos más felices. Nunca dejó de quererle. Ni permitía que se hablara mal de ese hombre en su presencia”.
Concha Velasco lo pasó muy mal, y no solo por sus desacuerdos con Paco, sino también por sus deudas con Hacienda. En el 2019 me hizo partícipe de “mi pena, porque he tenido que vender mi casa para arreglar cuentas con la Agencia Tributaria. Llevaba años con embargos, pero de todo se sale, nunca hay que perder la esperanza ni tirar la toalla. Eso sí, tú me conoces muy bien y sabes que he llorado mucho. Hay días en los que mi fortaleza me abandona, pero hoy te puedo decir que ya puedo dormir tranquila. Me lo merezco".
Paco la tenía muy enamorada, pero como administrador de los bienes familiares fue nefasto. La afición de Marsó al juego, su paso por los casinos y sus infidelidades, mermaron notablemente la economía de su esposa. En una ocasión, en Barcelona, le desaparecieron de su habitación del hotel todas sus joyas, y hubo quien se atrevió a asegurar que el culpable era su marido. Un detective investigó el caso y, parece ser que, llegó a la conclusión de que Paco estaba detrás del asunto. Y se descubrió que había un intermediario joyero muy allegado al polémico esposo. Su mujer, me desveló una persona del círculo más cercano del detective, “le dijo que o aparecían las joyas o se iba directamente a comisaría. El día siguiente estaban encima de una cómoda”.
Estuvieron juntos durante más de treinta años, se casaron en 1973 y se separaron en el 2010. La Velasco le echó de casa porque “estaba harta de que llegase de madrugada o de que no apareciera durante días. Llevábamos casi ocho años sin hacer el amor…”. Marsó fue muy cruel con su ex mujer. En una entrevista en un programa de Telecinco hizo una serie de confesiones ultrajantes para Concha: “le fui infiel muchas veces con prostitutas, soy adicto al juego, en una sola noche llegué a perder un millón de pesetas en el casino y la llevé a la ruina”.
Los problemas económicos se unieron al desamor. Y más cuando, cínicamente, él dijo en un plató que “Concha es como mi hermana”. Otra humillación innecesaria. Aun así, cuando Paco murió en noviembre del 2010, Conchita se vino abajo. No le había perdonado sus desacuerdos, pero reconoció que “siento una enorme pena en el corazón”. De hecho, no se la conoció un nuevo amor desde su ruptura con el hombre al que tanto amó y que tanto le hizo sufrir: “Paco era parte importante de mi vida y lo único que de verdad lamento es que no me quisiera o no me supiera querer".
En 2014 la salud le jugó a la artista una muy mala pasada. Tras una delicada operación de una peritonitis que, según ella, “estuvo a punto de llevarme a la muerte”, le intervinieron de una hernia y le quitaron la vesícula. Pero lo peor vino poco después cuando le detectaron un cáncer. Entonces, me contó que “tuve un ataque de pánico, me vine abajo, pero no voy a dejarme vencer por la enfermedad. Estoy completamente segura de que me voy a curar”. Afortunadamente, la quimioterapia y diversos tratamientos atajaron el mal, pero le dejaron secuelas que fueron mermando su salud con el paso del tiempo.
Fue en septiembre del 2021 cuando se subió por última vez a un escenario. En el teatro Bretón de los Herreros de Logroño representaba “La habitación de María”, y al desvelar que se retiraba recibió uno de los mayores aplausos de su vida profesional. Una noche emotiva y triste al mismo tiempo. A los pocos meses, y viendo que su estado de salud no era bueno y necesitaba atención las veinticuatro horas del día, sus hijos la ingresaron en una residencia en el centro de Madrid. Pero ella quería “huir” de la ciudad y retirarse en otra que estuviera más cerca del campo. Allí era la residente más querida. Sus charlas con otros internos, en las que salían a relucir anécdotas y grandes recuerdos, animaban a una mujer acostumbrada en el pasado a codearse con todo tipo de personajes famosos.
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